Tarta Diablo

Aunque el nombre de esta tarta no es el más adecuado para estas Fiestas Navideñas,

resulta un postre tan exquisito, que pienso

que es merecedor de ocupar un lugar especial, como colofón de un menú de categoría.
Si os gusta el chocolate, no hay turrón que lo supere!!
Con él, y los mejores deseos de Dulce y Salado,
quiero agradeceros, un año más, vuestras visitas, compañía, y palabras de ánimo y aliento.

- 150 g. de chocolate amargo de calidad
- 115 g. de azúcar blanquilla
- 125 ml. de leche
- 1 cucharada de café soluble
- 40 g. de cacao puro en polvo
- 3 huevos, separadas las claras de las yemas
- 1 yema
- 150 g. de mantequilla a punto de pomada
- 85 g. de azúcar moscovado
- 225 g. de harina
- una pizca de sal
- 1 cucharadita de bicarbonato
- 170 g. de crema agria

- Forrar dos moldes de 23 cm. de diámetro con papel vegetal.
- Poner en un cuencol al baño María, el chocolate, azúcar, leche, café soluble, cacao y 2 yemas y remover hasta obtener una mezcla con la consistencia de unas natillas. Retirar y reservar.
- Batir con cualquier robot de cocina la mantequilla con el azúcar moscovado, hasta que la preparación adquiera una textura ligera y esponjosa.
- Incorporar las dos yemas de huevo restantes, seguidas de la harina, sal y bicarbonato y mezclar con la preparación anterior.
- Añadir la crema agria y finalmente, la mezcla de chocolate.
- Batir por otro lado las claras de huevo a punto de nieve, e incorporarlas en la masa del pastel hasta que estén bien mezcladas.
- Distribuir la masa entre los dos moldes y hornear unos 45/50 minutos, o hasta que, al pinchar en el centro del pastel con una brocheta, salga limpia.
- Colocar el pastel en una rejilla y dejar enfriar completamente, dentro del molde.

- Poner el chocolate en un cuenco al baño María para que se funda.
- Calentar en un cazo a fuego lento, el cacao en polvo, el agua y la miel, sin que llegue a hervir.
- Añadir el chocolate fundido y batir hasta que la mezcla adquiera una textura homogénea.
- Retirar del fuego e incorporar la mantequilla, el azúcar glas y las yemas de huevo, hasta obtener una mezcla lisa y cremosa.
- Dejar enfriar hasta que espese, pero que tenga una textura que permita extenderla.
- Desmoldar los bizcochos y cortarlos en dos capas

- Colocar una capa encima de la otra con un poco de glaseado en el medio y acabar de extender el resto del glaseado por encima y por los lados del pastel con la ayuda de un cuchillo paleta.
- Dejar reposar en un lugar fresco toda la noche para que se solidifique, pero no meter en el frigorífico, ya que el glaseado resultaría demasiado duro.
- Al día siguiente, adornar al gusto.