Revista Diario

¿Te ha cambiado la paternidad?

Por 1maternidad_diferente
¿Te ha cambiado la paternidad?Cuando nos enfrentamos a la llegada de un hijo empezamos a oír mensajes (o quizás ya estaban allí antes, pero solo ahora nos sentimos aludidos y les prestamos atencion) y comentarios sobre si vas a ser una mujer de esas que cambian toda su vida por la maternidad (negativo) o si vas a seguir haciendo tu vida igual que antes (positivo). Había hasta un anuncio de televisión de una marca de cerveza que con el eslógan "seguimos siendo las mismas" hacía bandera de este tipo de mensajes.
Y yo, tras seis años de maternidad (y alguno más contando la pre-maternidad), me pregunto varias cosas cuando escucho este tipo de mensajes. ¿Y los hombres? ¿Por qué nadie se pregunta si a un hombre le ha cambiado o no la paternidad? Porque parece que siempre se da por supuesto que un varón seguirá haciendo su vida normal de antes de ser padre, solo que con un hijo de quien se encargarán, principalmente, otras personas.
  • Nadie asume que cogerá una baja de paternidad o compartirá la de maternidad o incluso las horas de lactancia.
  • Su jefe no teme que empiece a pedir días libres para llevar a su pequeño retoño al médico.
  • Sus compañeros no interpretan que no rinde bien en el trabajo porque está pensando en su hijo.
  • No dejará de viajar o asistir a cenas de empresa porque tenga que cuidar de su hijo.
  • Nadie entenderá que para él tener un hijo supone renunciar a sus hobbies, lecturas y tiempo libre.
  • No cambiará su forma de vestir ni frecuentará círculos diferentes.
  • No renunciará a su nombre para pasar a ser "el papá de...".
¿Las mismas?
En cambio, cuando se trata de la parte femenina de la pareja todas estas asunciones salen a la luz de manera inmediata... Y la sociedad moderna nos invita a "seguir siendo las mismas"... Es decir, seguir actuando como si no hubiera pasado nada, como si no tuviéramos un pequeño ser a nuestro cargo, a masculinizarnos en el mismo sentido que nuestras parejas y seguir saliendo de compras, quedando con las amigas igual que antes y llevando un ritmo de vida hedonista de eterna adolescencia fomentado por la sociedad de consumo actual.
Por otro lado, ¿Seguimos siendo las mismas? ¿A ti la maternidad no te ha cambiado? Ante estas preguntas, me surge siempre un segundo interrogantes ¿De dónde viene ese rechazo al cambio? ¿Estamos ante otro paradigma de la maternidad como el de la culpa? ¿Es que irremediablemente las mujeres nos adentramos en la maternidad para "echarnos culpas" y "temer al cambio"?
Ritos de paso
En todos los ritos iniciáticos de la vida, en todos los pasos de la infancia a la adolescencia, a la juventud, a la independencia, el primer trabajo, el primer piso, la primera pareja... en todos esos procesos el cambio es algo bueno, bienvenido, demuestra la maduración y la evolución, asumimos nuevos roles y abandonamos otros... Y la sociedad en su conjunto lo mira con buenos ojos... Entonces ¿Por qué ese cambio/transición se considera negativo cuando hablamos de la maternidad o la paternidad? Porque a nadie se le ocurriría decirle a un joven que se marcha del hogar de sus padres:
 "Tu sigue saliendo por las noches y gastando todo el dinero en juergas. No guardes para pagar las facturas y, obviamente, no renuncies a tu tiempo libre por barrer o fregar los cacharros".
 Ningún recién casado suele recibir tampoco este tipo de comentarios:
"Oye, tú te has casado, pero tienes que seguir haciendo vida igual que antes, saliendo con tus amigos hasta las tantas y echando piropos a cualquiera que se te cruce por delante; total, tienes que enseñar a tu mujer a ser independiente y tiene que entender que tú sigues teniendo vida propia a pesar de haber pasado por el altar".
Suena raro ¿no? Y entonces ¿Por qué a los padres recientes se les dice que tienen que seguir haciendo su vida igual, que el bebé se tiene que acostumbrar a que sus padres no estén, que para eso están los abuelos, que están renunciando a muchas cosas solo por un mocoso babeante? Y ¿Por qué, especialmente, se machaca a las madres para que asuman ese rol tradicionalmente masculino de "aquí no ha pasado nada?
Para las madres es complicado seguir siendo las mismas. Nuestro cuerpo ha cambiado con el embarazo, el parto y la lactancia. Conectamos con partes de nosotras mismas que ni tan siquiera sabíamos que existían, nos inundamos de hormonas del amor e, incluso, las conexiones mismas de nuestro cerebro han evolucionado sin consultárnoslo primero. ¿Cómo no vamos a cambiar si biológicamente nuestro cuerpo abraza el cambio de la maternidad mucho antes de que nosotras ni tan siquiera concibamos mentalmente a nuestro primer hijo imaginario? La evolución, el cambio, es, por tanto, inevitable.
¿Y qué pasaría si no cambiásemos? Si siguiéramos siendo las mismas, ¿Quién sufrirían las consecuencias? Pues probablemente ese retoño, que no ha pedido venir al mundo, pero cuando lo hace viene programado de serie con una necesidad importante y perentoria de dedicación parental durante sus primeros años de vida.
Evolución paternal
Quizás si lo que se busca es una sociedad más igualitaria, la opción más adecuada no sería invitar a la mujer a "seguir siendo la misma" sino invitar a su pareja a "cambiar con la paternidad", a variar sus prioridades y escalas de valores previas y a invertir una mayor cantidad de tiempo cuidando del resto de los miembros de su familia... Estoy convencida de que ese es el camino, porque cada día veo más padres que DISFRUTAN de sus hijos, así, con todas las mayúsculas. Que se sienten realizados como padres, y como personas, pasando tiempo con sus hijos, no solo en los tradicionales papeles paternos de enseñar a montar en bicicleta o a afeitarse, sino tirándose en el suelo a hacer construcciones, ideando maneras de hacer más divertidas las matemáticas, compartiendo con sus hijos sus aficiones o simplemente recuperando al niño que llevan dentro para jugar, jugar y jugar...
Y no hay que esperar a que los hijos pidan puzzles para navidades, todo esto comienza mucho antes, cuando estos padres portean a sus hijos, los mecen, los cantan, los acunan y los duermen, los bañan y les dan masajes, compartiendo cantidad de tiempo de calidad con sus hijos para crear un vínculo duradero que iniciará ese cambio, esa evolución paterna.
Si para las mujeres es complicado muchas veces salirnos de un esquema socialmente prediseñado para buscar nuestro propio camino en la maternidad y en la famila, para los hombres lo es quizás incluso más... Ya que no solo tienen que superar esos esquemas anti-cambio, sino también la herencia de la propia educación y de siglos y siglos de modelos de escasa implicación parental en la crianza.
Como decía antes, cada vez veo más padres que "digi-evolucionan" (o se regeneran :p ) hacia este nuevo paradigma de la paternidad y, sobre todo, uno de ellos, mi marido, que tengo le suerte de que me acompañe de manera decidida y fundamental en mi "maternidad diferente" para convertirnos en una "familia diferente". A él va dedicado especialmente este post, porque su evolución es la nuestra, la de nuestra familia; porque sin él nada sería lo mismo; porque amo tanto al padre, cómplice, amante y marido que es hoy en día que no necesito echar de menos a los otros hombres que fue antes; porque se ha convertido en "asesor de lactancia consorte" capaz de puntualizar en muros ajenos la diferencia entre "lactancia inducida" y "relactación"; porque la paternidad le ha cambiado, y mucho; porque yo adoro esos cambios.

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