Revista Cultura y Ocio

Tea Rose ~ La Rebeldía de la Rosa ~ Capitulo 1

Publicado el 03 julio 2014 por Aura

Capitulo 1
Belleza espinosa
Hoy es el primer día de primavera. De un día para otro, la nieve del invierno ha desaparecido y, de los charcos helados, miles de flores han florecido por todos los reinos. Del invierno, queda nada más que una fresca brisa y humedad en el aire. Acaba de amanecer, y parece que todo el reino ha estado despierto durante la noche. Desde mi ventana, puedo ver como mujeres, hombres, niñas y niños decoran sus casas y calles lanzando pétalos de rosa al suelo, colgando guirnaldas y farolillos mientras canturrean alegres. Suspiro. ¿Acaso soy la única que cree que todo esto es una locura? Fijo mis ojos en la rosa, mi rosa. Al despertarme, como ya temía, un agudo dolor me a sobresaltado a la vez que uno de los pétalos de la rosa caía y, al tocar el suelo de la cúpula de cristal, se deshacía en polvo. Aparto la mirada de esa condenada flor y vuelvo a concentrarme en mi reflejo del espejo. Todavía no entiendo porque debo ser yo la sucesora del cuento de mi madre, no tengo ningún parecido con ella: mi piel es mucho más blanca, mis ojos se asemejan a dos grandes bosques, tengo el pelo mucho más largo  ondulado y del color de las llamas enfurecidas y, los labios, los tengo rosados y no tan rellenos. Y, por supuesto, ella no tiene la marca de la rosa encima de su corazón. Desde mi cama de dosel, Rosnia me observa, paciente, mientras me observo en el espejo. Ella es mi guardiana, la forma humana de la rosa mágica, la que vela por mi seguridad y ha estado a mi lado desde que nací. Ros, que así le llamamos todos de forma cariñosa, es un hada, por lo cual nunca envejece. Tiene una media melena rosada y adornada con pequeñas rosas escarlata, sus ojos son grandes, de color violeta y poblados de largas pestañas. Sus labios son rojos como la sangre y tiene un rubor natural en las mejillas que endulza su rostro. Siempre va vestida con trajes rosas o rojos, conjuntando así conmigo. Pero, realmente Ros no esta desde que nací. Mis padres, me explicaron que Ros nació de la rosa el mismo día que mi madre quedo en cintas, avisando así de que yo en unos meses llegaría al mundo. Ese día la rosa, que era solo un capullo, floreció y, de entre sus pétalos surgió el hada bailando de alegría, se acercó a la barriga de mi madre y la beso, enlazando así mi diminuta vida con la suya. Ros, para mi, es como una hermana mayor.
- Tea, ¿puedo peinaros ya, o deseáis contemplaros más en el espejo?
Giro la cabeza y la miro, con una sonrisa triste en mis labios.
- Por supuesto Ros, péiname. Discúlpame por estar hoy tan ausente.
- No os preocupéis, alteza. Hoy oficialmente cumplís la mayoría de edad, es normal que estéis más pensativa que de costumbre. – Sonríe – Además, en unos meses deberéis escoger marido y jurar que perpetuareis el legado de vuestro cuento, princesa.
Como siempre, desde que tengo uso de razón, Ros esta mucho más ilusionada que yo por la pesadilla que vivo día tras día desde hace años. Ella no entiende que yo toda esta basura de príncipes, princesas, reinos y cuentos escritos hace miles de años por un escritor loco lo odio.
- Sobre ese último punto, Ros – dejo salir un suspiro y la miro directamente a los ojos – no creo que…- No, no, no, Tea. ¡No empieces con tus tonterías! – frunce el ceño y unas delicadas arrugas se posan entorno a sus ojos, haciendo que parezca más vieja de lo que en realidad es – Si no fueras la elegida para ser la próxima reina y continuar el cuento de tu madre, yo no estaría aquí a tu lado.
Se levanta de la cama y entrelaza sus manos con las mías.
- Tienes que tener fe en ti misma, Tea. Nunca dudes de ti.
Me abraza acunándome entre sus brazos y me besa en la coronilla, pretendiendo calmar mis falsos temores. ¿Acaso no se dan cuenta que no deseo esto, que no quiero que mi vida ya tenga el camino echo? Ros se aparta de mí y sonríe, alegre.
-   Ahora, princesa, vamos a poneros hermosa para el baile de esta noche. ¡Que contentos estarán todos los príncipes de los alrededores cuando sepan que la bella Tea ya esta preparada para elegir marido!
Suspiro y dejo que las delicadas manos del hada peinen con cariño mi cabello rebelde. En pocos minutos, consigue sin ninguna dificultad, hacer una trenza de tres espigas y una más arriba, colocándola como una diadema en mi cabeza.  Como de costumbre, su trabajo es pulcro y bello consiguiendo siempre que me sienta como una verdadera princesa. Me miro en el espejo, apreciando el peinado. ¡Que aria yo sin Ros! Si no fuera porque ella es la que aguarda el camino de mi destino, sería doblemente feliz al tenerla a mi lado. La puerta del dormitorio se abre y aparece Jelly sosteniendo un cojín rojizo con detalles dorados con un objeto bajo una tela plateada. La chica es una de las muchas doncellas que trabajan en palacio. Ella es la más joven de todas. Tiene la cara llena de pecas y unos ojos azules como el mar. Sus labios siempre muestran una sonrisa pícara y la nariz es puntiaguda pero elegante. Con ella hablo frecuentemente, no de cosas personales e intimas por supuesto, pero mantenemos conversaciones bastante interesantes que me distraen cuando Ros debe ir a hablar con mis padres en privado. Jelly llegó a palacio con tan solo tres años. Ros y yo la encontramos un alegre día de primavera mientras recorríamos nuestra ruta matutina por el bosque. Ella se encontraba sentada en una piedra, con lágrimas recorriendo sus pecosas mejillas. No emitía sonido alguno. Estaba completamente muda. Del cuello le colgaba un collar con una piedra que retenía todos los colores en su interior. Yo me dirigí hacia la piedra y me arrodille enfrente de ella. Empecé a hablarle, preguntándole lo normal en casos como ese; ¿Estás bien? ¿Dónde está tu madre? ¿Te has perdido? ¿Ha ocurrido algo en alguna aldea cercana a palacio? (Esta ultima la pregunte por preguntar. ¡En el mundo de Erase una vez no ocurre nada malo!) Negó todo con su diminuta cabecita y yo, horrorizada miré a Ros. El hada la cogió a volandas y nos la trajimos al castillo. Poco a poco la pequeña fue hablando; primero con monosílabos y más tarde consiguió decir frases enteras. A pesar de conseguir que hablara, nunca supimos que le ocurrió. ¡Hasta enviamos mensajeros por todo el reino intentando encontrar su familia! Pero no supimos nada. Nadie buscaba a una cría pequeña así que mis padres, apiadándose de Jelly, le dieron educación, un hogar y un nombre. (Realmente el nombre se lo puse yo, pero esa es otra historia que no viene al caso ahora.)Por ese entonces yo tenía unos siete u ocho años.
Bueno, sigamos con el presente que me subo por las enredaderas.
Jelly entra con el objeto oculto entre sus manos. Ros sonríe de oreja a oreja, hace pequeños brincos y da palmaditas. La mirada se le ilumina y me mira, orgullosa. Observo curiosa a Jelly, que se acerca hacia nosotras preocupada. (Seguramente eso que lleva escondido debe ser algo muy valioso para que tenga esa cara de terror. ¡Debe ser algo muy frágil!) La doncella deja el cojín encima del escritorio y hace una reverencia. Suspira de alivio y estructura con odio el valioso objeto que acaba de traer con temor. Nos sonríe y pone los brazos hacía atrás mientras se balancea.
-   Lady Rosnia, aquí os llevo lo que su señoría a requerido tan precipitadamente hoy al amanecer – dice con voz aniñada y alegre.-   ¡Oh, Jelly, has venido en el momento justo! Acababa de peinar a la princesa cuando me dado cuenta que todavía no había llegado la tiara.
-   Mi señora, la tiara estaba a dos ciudades de palacio. No ha podido llegar antes. – la chica se queda quieta y mira con recelo al hada – El artesano a quedado totalmente desprevenido. ¡No esperaba que reclamaseis el pedido hasta el día de la coronación de la princesa!
-   Bobadas, Jelly. Sus majestades han preferido darle el regalo a Tea hoy, el día de su presentación. ¡Los príncipes deben verla lo más majestuosa posible!
-   ¿De que tiara estáis hablando? – interrumpo a las dos. ¡Odio que me dejen al margen de una conversación donde salgo yo!
Ros sonríe todavía más y sus ojos empiezan a centellear.
-   Jelly, si me haces el favor, revélale el presente a su alteza. – dice sonriendo.
La doncella coge cada extremo de la tela y, con cuidado la retira de encima de la preciosa tiara de cristal. En cada extremo, y en el centro de la misma, tres rosas florecidas color escarlata lucen deslumbrantes unidas por un cuerpo de enredaderas con espinas que forman la tiara. Ros sigue sonriendo y  atiende a mi reacción. Realmente, es una tiara preciosa. ¿A que princesa no le gustaría ser coronada con una joya tan exquisita? Pero… no lo veo claro. Mis pensamientos todavía están muy dispersos, aun estando casi a un año de declararme sucesora de Bella, mi madre, y seguir el cuento tal y como Straparola escribió, no estoy lo bastante segura para seguir el destino que se me a encomendando.
-   ¿Verdad que es una delicia, Tea? – asiento y sigo contemplándola – Esta es la marca de tu cuento. La rosa más grande, la del centro – dice mientras la acaricia – significa el amor. El amor debe ser el sentimiento, el pensamiento, más importante para ti. Las otras dos, las más pequeñas, significan tu reino y la gente que vive en el. Y, por ultimo, la enredadera te recuerda la unión que tienes con estos tres elementos. Los tres son los símbolos que, como heredera de tu madre, deberás tener presente cuando empieces de nuevo el cuento, Tea.
Un escalofrío me recorre el cuerpo. ¿Estoy realmente preparada? ¿En serio debo llevar un objeto tan sumamente importante hoy por la noche? Ros sigue hablando, risueña y sonriente:
-   Esta tiara fue encargada el día que naciste para entregártela el día de tu coronación. – respira profundamente, nerviosa. - ¡Pero han tenido la fantásticamente idea de entregártela hoy para que la luzcas delante de toda la corte de Érase una vez! Todos los príncipes anhelan poder ser los elegidos para formar parte de tu cuento, cielo. ¿¡Quien no desearía formar parte de tu fabulosa historia!?
Es gracioso ver cuando alguien siente lo que tú deberías apreciar. Pero, para mí en estos momentos mirar mi tiara, imaginarme su peso en mi cabeza y todo el mundo observándome hoy en el baile; Las reinas y los reyes susurrándoles a sus hijos y las princesas de otros cuentos chismorreando y mirándome con desprecio… ¡Es lo peor del mundo! La enredadera de cristal me recuerda lo unida que estoy con mi futuro impuesto y que intentar cambiarlo sería una locura. ¡Es imposible!  Ya empiezo a notar el asfixiante tacto de las hiedras apresándome en un lecho de rosas punzantes. ¡No quiero, no quiero que mi cuento siga y se repita! ¡No quiero ser la próxima princesa Bella! Me abrazo a mi misma, bajo la vista y voy hacia el ventanal. Necesito aire, creo que voy a desmayarme en cualquier momento. Ros sigue comentando la maravillosa que será la velada, los nervios que tiene por conocer a príncipes de otros cuentos. ¡Nadie diría que la princesa soy yo y no ella! Lo que más me aterra es que la tonta de Ros se enamore. Ella es el espíritu de la rosa y las dos estamos vinculadas a la flor. Según las leyendas cuando una flor y un humano están unidos por un vínculo de sangre sus emociones se compenetran, ¡hasta el punto de que si una de ellos muere al otro le ocurre lo mismo! Cierto es que Ros es mi guardiana, y no haría nada que me perjudicara. Pero es como una adolescente de mi edad; desea enamorarse, comprarse vestidos, cotillear sobre rumores de otras princesas… Aun al ser así, tiene su forma seria, pero solo en las ocasiones en que su hada interior brota, cosa que a ocurrido en contadas veces desde que esta a mi lado. ¡Es como si deseara ser una humana! Pero el problema no es si se cree más humana que criatura mágica. ¡Lo que ocurre es que es igual de tota que las otras princesas! Jelly me observa desde el escritorio, mientras hace ver que escucha a Ros. Ciertas veces pienso que la pequeña me entiende aún sin ser muy cercana a mí. (Que hablemos ocasionalmente, no significa que seamos amigas. Eso sí, debo confesar que a menudo deseo más su compañía que la de Ros.) Mientras me mira, parece que este penetrando en mi mente para estudiar uno a uno mis pensamientos. Mi cara enrojece y, intentando aparentar que estoy increíblemente bien, apoyo los codos en la ventana. El cuerpo lentamente se relaja, el mareo desaparece y mi cara esta igual de blanca que siempre. De nuevo me siento compuesta y segura de mi misma. Ros, a mis espaldas, sigue parloteando sin haberse dado cuenta de nada y Jelly asiente a cada momento aparentando que tiene todos sus sentidos en las aburridas palabras del hada. La brisa acaricia mi piel suavemente y el olor de las flores llena mis pulmones de alegría. En cuestión de segundos, siento que todo lo que me proponga podré hacerlo. ¡Conseguiré poder saltar libremente por la ventana, correr entre los grandes árboles floreados, quitarme los incómodos zapatos y sentir el agua clara del riachuelo cosquilleando mis adoloridos pies. Seguiré corriendo, sin detenerme, atravesando bosques y ciudades hasta encontrar mi lugar. Viviré aventuras por los reinos de los seres mágicos, aprenderé y creceré como persona. Los sentimientos no tendrán valor para mí; solo querré seguirme a mi misma. Y en algún momento, cuando me sienta preparada, le abriré las puertas al doloroso amor y me enamorare. ¡Desearé amar y ser amada! Y, junto a la persona con la que comparta mi corazón, mi verdadero cuento será escrito por mi misma.
-   ¿Tea, te encuentras bien? – Ros me devuelve a la realidad. Del susto mi cuerpo se echa hacia delante y casi despeño por la ventana - ¡Tranquila, ni que hubieras visto un duende rabioso!
-   ¡Ros no me des estos sustos! – grito, nerviosa.
-   ¡Llevo un buen rato intentando que volvieras a la realidad! – suspira y coloca un mechón rosado por detrás de la oreja. - ¿Qué era lo que tanto te tenia perdida, Tea?
Miro por detrás de su hombro; Jelly ya no esta. Seguramente de tanto escuchar a Ros se ha aburrido y ha inventado cualquier excusa para salir lo antes posible. ¡Como me gustaría hacer lo mismo!
-   No te preocupes, Ros. Tonterías mías. – voy hacia el guardarropas y lo abro. No me apetece ir a la fiesta, pero no puedo hacerles el feo a mis padres ni a Ros. ¡Están tan ilusionados con el maldito baile y mi prometido! Cojo un vestido rojo intenso con rosas doradas bordadas por toda la falda. - ¿Te parece indicado para la velada, Ros? Creo que es un color y un diseño que encaja perfectamente con la tiara.
Resopla de una manera muy poco elegante y coloca los brazos en jarras.
-   Tea Rose, ya puedes estar explicándome que pájaros estaban revoloteando por tu cabeza ahora. ¡Y no muestres interés por la fiesta de esta noche por que las dos sabemos que no es así! Durante toda la semana te has mostrado despreocupada por la decoración e invitados y no has dado ningún indicio de real esmero por el acontecimiento.
¡Mierda, mierda! ¿Por qué tiene que insistir tanto? ¿Y por qué justamente ahora tiene que ponerse la fachada de ‘’guardiana protectora’’? Tendré que hacerle creer que mi opinión ya no es la misma…
-   Las cosas han cambiado. Me siento atraída por todo lo que pueda ocurrir esta noche. ¡Nuevos recuerdos, las primeras palpitaciones de amor por un joven caballero…! Ahhh, Ros, me siento tan nerviosa.
-   Tea, por favor. – coge mi mano y me arrastra hasta la cama. Las dos nos sentamos. – Puedo leer tu rostro, se que no quieres.
Abro mucho los ojos y las mejillas enrojecen. Desvió la mirada del rostro inmaculado de Ros.
-   ¿Y que es lo que no quiero, Ros?
-   No quieres nada de lo que esta pasando: Ni príncipes, ni bailes, ni una tiara…
-   Si, y tampoco quiero la rosa mágica en mi vida.
Rosnia enrojece y se levanta de la cama de un salto. Sus ojos violetas burbujean y entorno de su cabeza, un halo de cabellos rosados la coronan. Aprieta los puños, hasta que los nudillos se le tornan blancos. Mira hacia mi, llena de dolor e ira. ¡Hay madre mía que he hecho! Esto me pasa por ser una bocazas… ¡Pero es que ya no podía más, necesitaba decírselo! P-Pero tampoco quiero que entienda que no la quiero a ella sino que lo que no quiero que la rosa sea la causante de mi no deseado destino. ¿¡Que hago!? Tendré que decirle la verdad, así no confundirá mis sentimientos. Cojo aire y rodeo mi cintura con los brazos:
-   Ros, no me malinterpretes. Que no quiera la rosa mágica, no significa que desee que no estés junto a mí. Cierto es que formas parte de ella, pero… No quiero que una maldita flor guíe mi destino. Lo único bueno que me a dado la rosa eres tu, a pesar de que en algunas ocasiones, odie como me controlas y recuerdes día tras día mi ‘’fantástico’’ futuro. Más de una vez lo he pensado, y creo que tendrías que ser la princesa del cuento y no yo. Yo no lo merezco, no siento tanta ilusión como tú. Ros quiero hacerte entender que para mi estar vinculada con este cuento… es una pesadilla.
La expresión de enfado desaparece de su rostro, deja de apretarse los puños y el cabello vuelve a su sitio, impecable. Con voz dulce pregunta:
-   ¿Me estas queriendo decir…?
Las lágrimas corren por mi cara, las mejillas están encendidas de vergüenza y mi corazón desboca tristeza y alivio.
-   Sí, Ros, no quiero ser la próxima Bella. No quiero conocer a una fiera que, cuando este apunto de morir, le prometeré amor eterno, decidiré casarme con el y que, al decirle eso, se convierta en un apuesto príncipe. ¡Es demasiado monótono! Ros, eres mi amiga, me conoces desde antes de que naciera. ¡Sabes que yo lo que quiero es enamorarme cuando me sienta preparada y no porque un unas palabras antiguas me lo digan!
El hada se acerca hacia donde estoy y me abraza. Acaricia mi cabeza con cariño y yo, me derrumbo. La cabeza me da vueltas, noto como el cuerpo arde y, por cada lágrima que derramo, un dolor insoportable crece en mi corazón. Rosnia se aparta de mi lado y se enjuaga las lágrimas con el dorso de las manos. Este dolor, toda esta tristeza… ¿Ros esta por toda la tristeza que h estado sintiendo? La miro con cariño, todavía esta intentando recomponerse de todas las sensaciones que nos han envuelto a las dos.
-   Ros… - digo con un hilo de voz, en un susurro casi imperceptible.
Ella sonríe, triste. Alisa su falda (siempre tiene la manía de arreglarse el vestido cuando esta nerviosa o algo le a afectado.) se acerca hacia mi y pone sus manos encima de mis hombros. Baja la cabeza, resopla, y la sacude lentamente. Me mira; sus ojos brillan, todavía entristecidos.
-   Escúchame atentamente Tea, tu deseo no es del todo imposible – una chispa de alegría estalla en mi corazón ¿Será cierto, podré escapar de mi tormento?    pero si complicado y yo no podre ayudarte hasta el día que debas jurar por tu cuento.
-   ¿Por qué? – la decepción, de nuevo, se posa en mi mente ¿¡Que voy a hacer si Ros no me ayuda!?- ¡No puedo hacerlo sola, Ros!
-   Tea, no puedo ayudarte si antes no has cambiado el cuento. Yo velo por tu seguridad y la del futuro que te acomete. Desde que nací de la rosa te he protegido aun cuando te desarrollabas en el interior de tu madre. Mi cometido es estar a tu lado y asegurarme que llegarás preparada a tu coronación como la próxima princesa en el cuento de tus padres. Si te ayudara en la búsqueda del futuro que deseas…
-   ¿D-Desaparecerías? – aterrada, agarro su falda.
-   Exacto. Y si desaparezco yo, que soy el ente de la rosa… Tu también. –  Hago una mueca y suspira. – ¡Tea, no pongas esa cara!  Eso sucedería si no consigues cambiar tu historia, te negaras a ser la sucesora de tu madre y yo alentara a los presentes de la magnifica idea de dejarte cambiar el cuento. No debes preocuparte, de momento no tendremos que recurrir a eso.
Suelto a Ros y recorro la habitación, nerviosa. ¡¿Cómo que no debo preocuparme?! Todavía no se que es lo que debo hacer, como salvarnos a mi y a Ros. ¡¿Por qué tiene que ser todo tan complicado?! Ros pone sus manos en la cabeza y resopla.
-   ¿Y que es lo que sugieres que hagamos? – pregunto -  Tu eres el ser mágico, de alguna leyenda habrás escuchado hablar ¿no?
-   Cielo, ¿cómo quieres que lo sepa? Llevo toda mi vida junto a tus padres y a ti. No he salido de palacio si no es para acompañarte en tus paseos o para ir al pueblo. Te protegido durante diecisiete años sin apartarme de tu lado ni un solo minuto. ¿Cómo quieres que sepa algo? ¡Soy tan humana como tu! Las hadas que nacemos para vivir junto a vosotras, las princesas, somos apartadas de la sociedad mágica ya que con eso implica que nuestras almas sean más humanas.
-   ¿¡Entonces que tengo que hacer Ros!? – digo irritada. - ¡Todo se esta desmoronando a mis pies cuando todavía ni he empezado! Y no me digas que siga con mi destino si tan estresada estoy, porque no lo voy a hacer.
El reloj toca avisando lo tarde que es. Ros y yo lo miramos. Las ocho de la noche, perfecto. Queda una hora para que los invitados empiecen a llegar. ¡Perfecto! Encima ahora tengo que ser la anfitriona de esta horrible fiesta. Rosnia empieza a ir de un lado a otro, frenética. La reina, mi madre, irrumpe en la habitación. Ros, del susto (por ver a mi madre en la puerta y por el echo de no esperar su presencia hasta la hora de la fiesta) da un bote y suelta un gritito de lo más infantil. Bella nos mira, curiosa, por las pintas que tenemos; yo, vestida con nada más que una camisa de seda blanca unos calzones de encaje y la cara enrojecida y Ros nerviosa con el rostro igual de enrojecido. El hada se tranquiliza, coge la mano de mi madre, la besa y hace una reverencia. La reina hace un gesto para que se aparte y mantiene el rostro inexpresivo. Las dos la miramos avergonzadas y nerviosas. Empieza a reírse a carcajadas.
-   Majestad si se me permite explicaros… - intenta Ros.
-   ¡Niñas! ¿Qué habéis estado haciendo durante toda la tarde?- una risilla escapa de su boca - ¡Sois de lo peor, estáis con las mismas pintas que cuando os he dejado! ¿Cuál es el asunto que te ha mantenido tan absorta, cariño?
-   Majestad, la distracción de la princesa a sido responsabilidad mía. Le he preguntado si algún joven príncipe le interesaba y… - traga saliva y me mira de reojo. ¡Ahora me carga el muerto a mí!
Suspiro, como si me encontrara enferma de amor y un leve rubor tiñe mis mejillas. Ros me enseño este truco para cortejar con los príncipes y vieran una parte más tierna de mí. Algún día tendría que ponerlo en práctica, ¿verdad?
-   ¡Y es que hay tantos príncipes encantadores, madre!
-   Tea, cariño – me mira con ternura - ¡Creía que nunca oiría esas palabras viniendo de ti! ¿Y hay algún afortunado?
Ros y yo cruzamos miradas.
-   Madre la verdad es que todavía no…
-   ¡Oh y tanto, majestad! – corta Ros, risueña. Demasiado contenta… Ay dios mío que ya se a quien va a mencionar… ¡Rosnia ni se te ocurra mencionarle! – El afortunado, mi señora – dice, dejando el suspense en sus palabras y me guiña un ojo con picardía – Es Mordred, hijo de Rey Arturo.
¡No! ¿Por qué has dicho a ese príncipe en cuestión, porqué? ¡Sabes que le odio profundamente! Mordred es fruto de la unión incestuosa de su madre Morgan le Faye, una de las nueve reinas de Ávalon, con su hermano el poderoso Rey Arturo. Es un chico guapo, irritante, odioso y malcriado que se cree el centro del mundo. Ros siente un gran… ¿Cómo explicarlo? ¿Interés? Sí, eso… Desde que lo vio por primera vez en el castillo se quedo totalmente atontada por él. ¡Suerte que no se ha enamorado! Lo último que me faltaría sería enamorarme de ese idiota. Mi madre no piensa lo mismo, ha sido escuchar el nombre y los ojos se le han iluminado. Me abraza, estrechándome contra su pecho.
-   ¡Mi niña, no podías haber elegido mejor! Mordred es el candidato perfecto – sonríe – Os veré más tarde, tengo que revisar la comida y la decoración y, por favor, arreglaros las dos. Estar las dos puntuales en el salón.
Asentimos y cierra las puertas tras de sí. Giro la cabeza hacia Ros, siguiendo con la cara atontada, y le fulmino.
-   ¡¿Por qué has tenido que mencionar precisamente a Mordred!?
-   En mi defensa debo decir que era el primer nombre que se me ha ocurrido, su alteza. – se le escapa una risita – Ahora centrémonos en vestirte para esta noche y no llegar tarde. No creas que me he olvidado de eso, hablaremos más sobre ello cuando consigamos más información ¿de acuerdo? ¡Y date prisa! No querrás ver la bestia interior de tu madre ¿verdad?
Y hasta aquí el primer capitulo de Tea Rose. ¿Qué os ha parecido? ¿Quereís que continuésubiendo los capítulos? ¿Qué os ha gustado y que no? Dejadme vuestros comentarios o si lopreferís, mandarme un mensaje al correo de la derecha.
¡Nos leemos devoradores
 

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