Revista Opinión

Televisión autonómica, autonomía televisada

Publicado el 09 noviembre 2013 por Lázaro Caldera Gómez @lassie_caldera
Y cerró la radiotelevisión valenciana. Y volvió el debate de los medios autonómicos. Los españoles somos así: esperamos a que un conflicto estalle en los altavoces más potentes para empezar a hacer un ruido que no le hará sombra a la desgracia más ensordecedora. El debate sobre los medios autonómicos en este país es como cualquier otro desde que desayunamos, comemos, y cenamos con la crisis: cierre de una empresa, trabajadores a la calle, político responsable que declara, y a buscar la causa para tan desafortunada consecuencia o mejor, un culpable.
Esta crisis nos está convenciendo peligrosamente de una máxima vital del sistema en que vivimos: es bueno si crea beneficios económicos, si no, a la basura. Parece ser que a grandes rasgos nos hemos rendido ante la rentabilidad económica porque es la base de todas las rentabilidades, y nada más. Grave mentira. No hay que buscar malas gestiones ni malos políticos, ni malos ciudadanos que no sabían vivir con lo puesto y estando desnudos iban con el collar de oro. Este mundo implacable es una selva de árboles con millones de hojas de papel moneda, pero que crecen en las copas más altas. El resto, los que caminamos entre el humus, solo podemos mirar.
La radiotelevisión valenciana es solo una ficha más de este efecto dominó. El debate tendrá muchos frentes y ya los tiene: ¿es necesaria una televisión pública? ¿Para qué sirve? Y la pregunta clave: ¿Es rentable? Con este cierre se demuestra una vez más, que la rentabilidad se mide en dividendos si los que la manejan solo quieren que se expresa en la magnitud del dinero.
En el programa "La ventana" de la SER, una señora invidente se quejaba y daba en el plato. Afirmaba que como invidente, solo podía recurrir a la programación de Canal Sur, porque le cubría la necesidad ante su discapacidad. No se olvidó por supuesto del argumento más esclarecedor: el bien público. Canal Sur como televisión autonómica, como bien público, como servicio público. Y todas las demás. Y no solo a los invidentes. Porque todos estamos ahí, mal, regular o mejor, pero la cercanía es un tesoro en grave peligro de extinción debido a políticas centralizadoras salvajes, que se escudan en la austeridad y la hipocresía del falso ahorro. En todas las comunidades. En toda España.
Cerró la radiotelevisión valenciana y ésta señora nos ha dado una lección. A todos. Nos estamos quedando ciegos. Y a este paso, acabaremos quedándonos mudos.

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