Revista Opinión

Tembló mientras te escribía

Publicado el 07 noviembre 2012 por Fragmentario

Entonces este es el fin del mundo, querido. Tengo que reconocer que no es como lo imaginaba.

[Las bandadas de pájaros se suceden, una tras otra tras otra, sobre el cielo amarillo de Briveos.]

Esta es la primera carta que te escribo desde que llegué a este sitio. Es una carta condenada desde el principio, porque no voy a poder enviarla y mucho menos vas a llegar a leerla. Tal vez sea un consuelo. Mi vecina de hotel recorre como loca probando todas las líneas telefónicas del piso. Sin éxito, claro. Afuera también es un caos y de a ratos me río de mi súbita calma, de mi absurdo acto de escribir una carta mientras todos corren por sus vidas. Es que odio correr, siempre lo he odiado.

[Tembló mientras te escribía.]

No debí venir a la conferencia. El único momento emocionante de todas esas charlas de viejos sapientes fue cuando evacuaron el edificio. Imaginé una broma de los dioses para enseñarnos a divertirnos un poco. Había una niña llorando en la puerta de emergencia, y no necesito mencionarte esas razones nuestras que me hicieron llorar también al salir a la calle. Imaginé que la niña se llamaba María.

[Temblé mientras te escribía.]

Recuerdo que también lloré la última vez que hicimos el amor. Es que también odio las despedidas, y estas horas son de despedirse de todo. Seré frívola, pero mientras se quemaba el edificio de enfrente no pude dejar de pensar que al final no terminamos de pintar la cocina. Nunca te perdoné del todo que con la excusa del trabajo no me hayas ayudado a fijar bien esas alacenas.

[El ejército está afuera. Están llevando gente al norte y, ahora sí, debemos salir todos.]

Tuvimos una vida buena, niño. Ojalá las cosas estén mejor allá. Que haya algo bueno en la ausencia de noticias. Quiero decirte, en fin, durante el fin, que te quiero. Que esto no es una despedida.


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