Revista Opinión

Teo y el gallo

Publicado el 07 abril 2022 por Manuelsegura @manuelsegura
Teo y el galloFoto: Marcial Guillén

Hay que tener arrestos y ponerse en el pellejo del ingeniero de Telecomunicaciones Teodoro García Egea (Cieza, 1985) para que, en el pasado congreso del PP en Sevilla, nadie se acordara de ti. Del general-secretario, como le gustaba que lo llamaran, siguiendo la estela de aquel dirigente que fue fiel escudero de José María Aznar, el también ingeniero asturiano Francisco Álvarez-Cascos, pero este de Caminos, Canales y Puertos. O del poderoso hombre que hacía y deshacía en los cuarteles populares, tras ayudar a su amigo Pablo Casado a llegar a lo más alto, dejando en la cuneta a la vicetodo de Rajoy, la abogada del Estado Soraya Sáenz de Santamaría. Lo cierto es que nadie osó mencionar su nombre a lo largo de los dos días del cónclave sevillano. Ni siquiera su amigo del alma, Fernando López Miras, quien tanto le debe y tanto ha de agradecerle. A ver quién si no desbarató la moción de censura que le urdieron PSOE y Ciudadanos, según algunos hasta con nocturnidad y alevosía.

Parece que la consigna en la Fibes sevillana era desmontar el tinglado de Teo, descabalgar a su gente y olvidar todo aquello sin dejar rastro que lo recuerde. Todo un papelón para Casado, sentado en primera fila, con cara de circunstancias, junto a su mujer, asistiendo a su propio funeral de cuerpo presente y obligado a saludar protocolariamente hasta a la refractaria Isabel Díaz Ayuso, que ya es tener estómago. Era el viejo Churchill el que solía distinguir entre amigos, conocidos, adversarios, enemigos y compañeros de partido.

García Egea saltó a la política nacional cuando en 2012 sustituyó a Jaime García-Legaz en el Congreso, después de que el glabro economista fuese nombrado secretario de Estado de Comercio en el Gobierno de Rajoy. Había entrado en las listas del PP tras ser concejal en su pueblo y ocupado cargos en la Administración autonómica y en el partido con Ramón Luis Valcárcel en la presidencia. Renovó escaño en sucesivos comicios, apoyado por este y por Pedro Antonio Sánchez, y en 2018 se convirtió en director de campaña de las primarias del PP con Pablo Casado, que lo nombró, tras su victoria como líder del PP, flamante secretario general.

Desde entonces, García Egea fue acumulando cadáveres políticos en su particular armario, enfrentándose a líderes autonómicos del partido en comunidades como la valenciana o la andaluza, colocando a sus leales en detrimento de las preferencias de los dirigentes autóctonos. Alberto Núñez Feijóo, que no es un recién llegado a la política, tomó buena nota y situó en la cúspide del PP que ya preside a hombres de la absoluta confianza del presidente andaluz, Juanma Moreno Bonilla, uno de sus principales aliados para esta nueva etapa. Por cierto, que a García Egea también se le achaca que Valcárcel se cayera de la candidatura popular en las últimas elecciones europeas. Cría cuervos y te sacarán…

Lo que ocurra en la Región de Murcia aún está por ver. Una vez que se convoque el congreso regional, al que todo apunta que concurrirán López Miras y la alcaldesa de Archena, Patricia Fernández, la gente irá tomando posiciones. Cierto es que a día de hoy el jefe del Ejecutivo murciano parece contar con el respaldo del gallego, pero a nadie escapa que en el extenso y prolijo discurso de aceptación, el previsible Feijóo dejó caer algunas guindas de lo que espera de sus compañeros de viaje.

Para empezar, los tránsfugas de Ciudadanos, que apuntalan a López Miras en la presidencia desde marzo de 2021, parecen tenerlo crudo a la hora de buscar acomodo en las próximas candidaturas del PP. Algo similar a lo que podría ocurrir con los expulsados de Vox, tan agitados últimamente. Feijóo, que cortó en seco el paso en Galicia a la formación de Abascal, no parece estar muy por la labor de hacerle carantoñas a la extrema derecha, en sintonía con sus homólogos europeos. Lo de Castilla y León le vino en la mochila. De manera que buscará mayorías estables para gobernar y, hoy por hoy, aquí, en la Región de Murcia, con el actual candidato, queda patente que no hay otra solución que tirar de la muleta de Vox para mantenerse en San Esteban. Por ello no es nada descartable un golpe de timón de cara a intentar aglutinar el voto de centro-derecha, que se escora cada vez más hacia su extremo, con alguien más capacitado para hacerlo.

Nada es imposible y menos en el terreno de la política. Los que hoy te idolatran, mañana te ignoran. Que se lo digan al otrora todopoderoso Teo, el general-secretario al que tantos peloteaban y del que ahora nadie parece querer saber nada. O al mismo Casado, «donde quiera que estés», en palabras de Aznar. Una lección que no deben olvidar sus condiscípulos, incluso ahora cuando, como San Pedro a Jesús, sean capaces de negarlo hasta tres veces antes de que cante el gallo.

[eldiario.esMurcia 7-4-2022]


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