Revista Viajes

Teotihuacán: donde los hombres se convertían en dioses

Por Martineznotte Alejandro Martínez Notte @martineznotte

Reconocida como Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1987, Teotihuacán es uno de los testimonios más sobresalientes de la antigüedad, siendo explorada por científicos del todo el mundo y atrayendo miles de turistas cada año, que visitan los vestigios arquitectónicos de la zona, comprendido por un conjunto de pirámides y construcciones que ocupan gran extensión de terreno.

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El recorrido por las ruinas, ubicadas al noroeste de México DF, inicia sobre la llamada Calzada de los Muertos, desde la Pirámide de la Luna. Éste es uno de los edificios más antiguos de Teotihuacán y se construyó sobre un terreno más elevado, lo que le permite igualar la altura de la Pirámide del Sol, ubicada en la parte este de la antigua ciudad, pero no equipara su tamaño, siendo la primera pirámide menor a la segunda.  La Pirámide de la Serpiente Emplumada o Quetzalcóatl, está dentro de La Ciudadela y la rodean trece templos secundarios. Está más alejada de las grandes pirámides y su decoración está inspirada en la serpiente emplumada, una de las deidades más importantes de los pueblos mesoamericanos. Se le permite a los visitantes subir las escalinatas de estas majestuosas construcciones y relacionarse de una manera más íntegra con las ruinas al rededor.

Teotihuacán fue uno de los centros urbanos más grandes del mundo antiguo, con una población mayor a los 100 mil  habitantes. Fue sede de poder de una de las sociedades mesoamericanas más influyentes de la región, ubicada en un valle rico en recursos naturales, lo que la favorecía en comercio y economía. También se destacaban por un gran desarrollo político, religioso y cultural.

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