Revista Cultura y Ocio

Teresa de Jesús y las distracciones en la oración

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

Teresa de Jesús y las distracciones en la oraciónSancho Dávila es un gran letrado, sacerdote amigo de la santa. Sería obispo sucesivamente de Cartagena, Jaén, Plasencia y Sigüenza. Como tantas otras personas, se confía espiritualmente a Teresa de Jesús, le abre su interior, y le expone que, durante el rezo de la Liturgia de las Horas, se distrae con frecuencia. Teresa de Jesús recibe la confidencia y reconoce ante él que a ella le sucede lo mismo en muchas ocasiones. Leamos sus palabras, en la carta que, desde Ávila, escribe en respuesta a la de este sacerdote, el 9 octubre 1581:

«En eso de divertirme  [distraerme] en el rezar el oficio divino, aunque tengo quizá harta culpa, quiero pensar es flaqueza de cabeza; y así lo piense vuestra merced, pues bien sabe el Señor que, ya que rezamos, querríamos fuese muy bien. Hoy lo he confesado al padre maestro fray Domingo, y me dijo no haga caso de ello, y así lo suplico a vuestra merced, que lo tengo por mal incurable».

El consejo que da Teresa lo recibe, a su vez, de su confesor, el gran teólogo dominico fray Domingo Báñez y es muy simple: “no haga caso”.  Por supuesto que se trata de distracciones involuntarias. Sin duda, el cansancio, las muchas ocupaciones, los achaques de salud, incluso la lengua latina en la que se rezaba el oficio…, todo contribuía a que la mente se distrajera. Llama la atención la sencillez y la anchura con la que Teresa es capaz de afrontar este escollo. Porque, como señala en Camino de perfección «no es nada delicado mi Dios; no mira en menudencias» (C 23, 3), sino que se fija en la fidelidad de la persona, que, una y otra vez, intenta ser fiel a la llamada a la oración/amistad.

Anuncios

Volver a la Portada de Logo Paperblog