Revista Cultura y Ocio

Teresa Viejo nos presenta ‘Que el tiempo nos encuentre’

Publicado el 12 agosto 2014 por Delecturaobligada @DelecturaOblig

Esta novela nos descubre a Miguel Morayta, un español que triunfó en el cine mexicano

Fuente: liberiastudio.com

Fuente: liberiastudio.com

No encontramos una mejor forma para comenzar que preguntarle por el título. ¿Es casual que coincida con un verso de Lorca?
El verso de Lorca me obsesionaba desde antes de cruzarse esta historia en mi camino; siempre tuve claro que terminaría titulando una novela “de amores contrariados”.

La novela está dedicada a Miguel Morayta, ¿cómo conoció a este español que hace real el refrán nadie es profeta en su tierra?
Durante la promoción de “La memoria del agua” recibí como regalo unas postales que reproducían carteles de cine antiguo. Ahí descubrí la existencia del cineasta y la circunstancia de que con 104 años seguía batallando; era, por tanto, la memoria viva de una época poco contada, en especial para los españoles. Solo tuve que tirar del hilo para caer seducida por México y su cine en los 40.

¿Por qué cree que los artistas españoles que salen en su obra no han conseguido reconocimiento en nuestro país, pese a tener decenas de películas a sus espaldas?
La censura los borró del imaginario colectivo como hizo con su nombre en los títulos de crédito. Así de claro y de duro. Más, cuando algunos de ellos o ellas no habían adquirido ningún compromiso político. Supongo que podría explicarse con hipocresías como que eran daños colaterales, cuando la realidad es que en aquella España se tendía a politizar el arte.
Seguimos hablando de los personajes de sus novelas que están basados en personas que existieron. En una entrevista que concedió a Periodista Digital afirmó que no es partidaria de de atribuir grandes aseveraciones a este tipo de personajes. ¿A qué se debe esta actitud?
Puro respeto. A un personaje real, con nombre y apellidos, no se le deben adjudicar comentarios o acciones que no sean congruentes con su trayectoria vital o profesional. Al resto,

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a los que podrían estar inspirados en hombres o mujeres reales pero a quienes la imaginación del autor confiere otra identidad, sí. Quizá sea una sutileza pero me deja la conciencia tranquila.

Antes de sumergirse en esta obra, ¿sabía de la existencia de la época dorada del cine mexicano?
Someramente. Desde luego no tenía ni idea de la enjundia que alcanzó entonces ni de la larguísima lista de españoles que trabajaron en ella.

Los nombres de sus personajes dan a entender que esa época de esplendor estuvo apoyada en una sociedad muy multicultural. ¿Fue así o es una licencia artística para crear más contraste entre los personajes?
Realmente fue así y ese detalle me atrajo mucho porque entendí que aquel cine no se trataba de un fenómeno mexicano, sino internacional. No se extendió en el tiempo lo que permitió su intensidad. Fue efervescente y por ello tan atractivo. Además la cercanía geográfica de Hollywood, el hecho de que las fortunas de la industria americana participaran en la creación de los estudios mexicanos, contribuyó a ese flujo creativo entre los dos países. El fenómeno del exilio añadió la guinda.

Pese a que la novela está ambientada en los primeros años de la década de los 40, en México, hay reflexiones que pueden trasladarse a nuestra época. Una de ellas, muy vigente entre los artistas nacionales, es su posicionamiento ideológico. ¿Su posición coincide con la de alguno de los personajes de la novela?
¿La mía personal? No, por Dios, me declaro una insumisa política. Al contrario, mi aportación personal está en esas frases donde casi todos terminan enterrando la ideología: entretener al público carece de color político. Aurora, mi protagonista, no solo abandera esto sino algo más importante, la única patria está en los afectos de cada uno.

En la novela se ve algo que aparece en las películas de Hollywood. Todas las fiestas con artistas se producen cerca de lugares de ocio donde la prostitución tiene un papel destacado. ¿Es tan real esta conexión artisteo-vicios del que aún hoy se habla?
No sé responder a eso porque en este caso pertenece a la pura ficción. La Orgía Dorada nunca existió, ni la proxeneta Edwina Schäfer, ni su descabellada idea de crear prostitutas a imagen y semejanza de las artistas. Lo importante es que resulte veraz porque me gusta mezclar la realidad y la ficción hasta un punto donde parezca difícil escindir la una de la otra. Creo que empieza a ser “sello de la casa” porque en “La memoria del agua” también lo puse en práctica.

Queremos conocer también un poco de su metodología a la hora de escribir. ¿Es de las que se aíslan o de las que llevan varios proyectos entre manos a la vez?
Escribo mejor aislada y concentrada solo en esa tarea, pero por desgracia es difícil. El trabajo alimenticio no siempre coincide con el vocacional; ojalá algún día pueda dedicar ese tiempo absorbente que exige una novela de modo exclusivo. Lo intenté en “Que el tiempo nos encuentre” hasta que se terminaron los ahorros. También es cierto que se convierte en un deseo utópico porque mi naturaleza de periodista me lleva a probar aventuras laborales cada vez que tengo oportunidad.

Durante los dos años que, aproximadamente, tardó en escribir la novela, ¿hubo algún momento en el que no supo cómo continuar?
En realidad no, siempre tuve claro el final y eso es algo que me da seguridad. Sí es cierto que el texto es fruto de varias reescrituras porque soy partidaria de esbozarlo de un modo lineal –como si de una biografía de los personajes se tratara- y luego dejar hacer a la tijera.

La estructura del libro, muy utilizada por los escritores de novela negra, se basa en dejar al lector con ganas de seguir leyendo. Para ello suele dar saltos espacio-temporales entre un capítulo y otro. ¿Es consciente de que habrá lectores que le “odien” por ello?
Las lecturas deben de provocarnos emociones, si un lector o lectora no las sintiera me preocuparía muchísimo. La intriga, esa inquietud de querer avanzar más rápido que la lectura, es primordial, de lo contrario el texto podría resultar plúmbeo. Me gusta entretener, me parece

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dignísimo. Emocionar y entretener al tiempo, ahí está el gran reto.

Ahora unas preguntas que te habrán hecho en multitud de ocasiones. Su novela anterior, La memoria del agua, fue adaptada para la televisión por RTVE. ¿Quedó contenta con el resultado?
Con humildad diré que el hecho de que seleccionaran la historia para adaptarla fue un regalo, un pequeño milagrito. Es verdad que siempre tienes en la cabeza una idea preconcebida de los personajes cuyos rasgos pueden coincidir o no con los elegidos, o que las tramas deben de ajustarse al lenguaje audiovisual de la televisión, pero en general me pareció satisfactorio.

¿Ha hablado con alguna productora de una posible adaptación de Que el tiempo nos encuentre?
Solo puedo decir que hay interés en ello, pero queda mucho camino por recorrer.

En estos momentos sigue promocionando la novela, pero ya habrá tenido la posibilidad de conocer la opinión de algunos lectores. ¿Qué le está comentando?
Me da pudor, pero los comentarios son tan buenos como unánimes. Pensar que estoy descubriendo otro tiempo, otro país, las vidas de gentes como nosotros que se reinventaron de la noche a la mañana, a los lectores me hace sentir muy bien. En cierto modo, les hago justicia. Me sucedió lo mismo con quienes vivieron en La Isabela en “La memoria del agua”. El olvido es cruel, hay que luchar contra la desmemoria y yo he tenido la suerte de encontrarme con historias del pasado que desempolvar.

En alguna ocasión la hemos oído decir que tiene dudas sobre la conciliación literatura y televisión. Sin embargo, en los últimos tiempos hay un boom de los libros creados por personajes televisivos de todos los niveles, por decirlo de algún modo. Y suelen ser de los más vendidos. ¿A qué se deben sus dudas?
Mi intención es quedarme en la narrativa no estar de paso (conste que no digo que otros autores que trabajen en televisión sí), pero el peso de la imagen televisiva, a veces, es excesivo. Los libros se deben de sostener por lo que contienen sus guardas; es verdad que contar con un rostro o un nombre reconocibles hace que se acerquen a ti lectores, pero los que te acompañarán de libro en libro son a quienes les ha llegado tu trabajo al corazón. Me gusta el lector que te dice “Vaya, pues yo nunca te había visto en la tele”, que llega a ti porque le ha llamado la atención la historia o alguien le ha recomendado la novela. Esa idea democrática de que todos partimos en igualdad de condiciones me agrada, lo otro me haría dudar acerca de los motivos por los cuales han comprado realmente el libro. Pero tampoco me hagan mucho caso, sospecho que son prejuicios de periodista que respeta enormemente la narrativa y trata de ofrecer el mejor trabajo posible al lector.

Para cerrar la entrevista, hablemos de futuro. ¿Está trabajando en nuevos proyectos?
Estoy empezando a escribir la tercera novela y estoy impulsando un proyecto divulgativo en la internet que me tiene muy ilusionada.

Usted comenzó en el mundo literario con ensayos, ¿ha pensado en volver a ellos o se queda con la novela?
El camino de los ensayos tenía por objeto llevarme a la ficción. No digo que no los vuelva a escribir porque pertenecen a mi trabajo periodístico, pero nada me hace sentir lo que disfruto al escribir una novela.

Y la última pregunta tiene que ver con sus gustos literarios. ¿Qué libro considera de lectura obligada para los amantes de la literatura?
“La voz a ti debida”, de Pedro Salinas si les gusta la poesía. Nadie define el enamoramiento como él. Y “Pedro Páramo”, obra maestra de un genio mexicano, Juan Rulfo.


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