Revista Cine

Texto 102: Jacques Rivette contra Stanley Kubrick

Publicado el 27 abril 2013 por Loquecoppolaquiera @coppolablogcine
Kubrick es una máquina, un mutante, un marciano. Él No tiene sentimiento humano alguno. Sin embargo, resulta maravilloso, cuando una máquina filma otras máquinas, como en "2001: odisea en el espacio". 
Jacques Rivette
Kubrick ajusta con mano férrea el ritmo cinematográfico de sus películas, dirige a los actores cuidando escrupulosamente los detalles más pequeños de sus interpretaciones, casa la acción con la música como si se tratara de una misma cosa, desde su silla de director maneja con destreza las escalas sentimentales de los espectadores, perfila ideas claras, y conforma como nadie unas atmósferas llenas de inquietud, de desasosiego, o de misterio; todo ello unido a una estética de decorados y localizaciones muy característica,  evocadora, y de gran fuerza expresiva, lo convierten en uno de los directores de cine más importantes de la historia. No obstante lo anterior y a pesar de todas estas bondades, hay quien dice  que Stanley Kubrick no se entiende bien con el mundo de los sentimientos humanos, no sabe como abordarlos, y todo intento al respecto finalmente deviene en una brillante obra maestra sobre el vacío del hombre. Su perfeccionismo y su torpeza en estos ámbitos le impiden tratarlos tal y como se dan en la vida misma. El cuidado que tiene por las formas, y la ordenada colocación de cada cosa, le lleva a prescindir de un mundo tan anárquico y caótico como el del corazón. Kubrick prefiere el orden, el rigor, la disciplina, las formas bien dispuestas; prefiere todo eso antes que someterse al oleaje de las pasiones humanas. Pero esta negación, paradójicamente constituyen los núcleos de sus filmes. El amor, o mejor dicho, el miedo a amar, alfombran los pasadizos por los que discurren sus películas.
ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS

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