Texto 85: Luis Buñuel a favor del analfabetismo.

Me gustaría ser de nuevo analfabeto para escapar de la cultura. Quizás he leído demasiado. Nunca he leído excesivamente, aunque lei cuando era estudiante y cuando entré en los círculos intelectuales. Ahora estoy lejos de eso y detesto a los estudiosos. Hay demasiados libros, demasiadas conversaciones, demasiadas opiniones sobre los libros. Me siento un poco sofocado. Mi ideal, en teoría, es regresar a la infancia, donde nadie lee. 

Luis Buñuel

A principios de los años 60, André Labarthe realiza una serie de documentales denominada "Cineastes de notre temps", en estos documentales analiza la figura de los más insignes directores de cine del momento mediante la técnica de la entrevista. Uno de estos documentales se dedicó a la figura de Luis Buñuel. El texto hemos transcrito más arriba, es un extracto de aquella entrevista.
Es cuando menos curioso que la renuncia a la cultura constituya el ideal esencial sobre el que Luis Buñuel asienta los fundamentos de su cinematografía. El regreso a la infancia constituye su estatuto estético. Y esto es antes una alzamiento que una evasión del mundo; un canto a la autenticidad que una elusión de responsabilidades. El instinto desplaza a la cultura y abrillanta el diamante donde concurren las fuerzas esenciales del amor y la muerte. La infancia es sólo un hombre desprovisto de cultura, un hombre que por tanto da cuenta de sí mismo, un hombre universal que trasciende los meridianos del espacio y las isobaras del tiempo. Las ansias primigenias se renuevan en el lugar central de la semilla, allí donde Buñuel, -con intuición solamente-, abre un lugar, coloca las cámaras, fija los encuadres y rueda como quien entristece a un piano con caricias suaves. Como Francisco de Goya, como el mejor Antoní Tàpies, como las hoscas soleas de Camarón de la Isla, José de la Tomasa, o Enrique Morente, como los naturales de José Tomás o la media verónica de Joselito, como la arquitectura de Campo Baeza o de Rafaél Moneo, Luis Buñuel también estigmatiza su sello personal con un hierro forjado en los altos hornos del ser.
ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS