The Chupito Party

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Los jóvenes Hijos de Acuario son espíritus amansados, ablandados, débiles. Puestos al margen por la educación dirigida, por la omnipresente propaganda subliminal, por la música del final de la Lemuria, y por las drogas en todos sus formatos. El Demonio de la Estupidez se ha instalado en el Olimpo, y ha suplantado la luz de los Dioses, por antenas, y por las Redes Sociales (concepto irónico si lo asociamos con los moradores de un “Acuario”).

Aunque encienda la cólera y movilice a los abogados del Feminismo, (esa mortífera “arma de desintegración masiva” al servicio de los Muchachos de la Imprenta), tal vez sea posible, todavía, captar algún reflejo de verdad heroica y viril, producto sólo de la “Memoria de la Sangre”, a pesar de su químico y galopante envenenamiento, y del escepticismo de los bienpensante en asuntos de ADN. O tal vez no sea posible.

El español moderno, ciberbancarizado y cada vez más reducido a la categoría de Sex-Toy en el imaginario femenino, y en el de los Abogados (esa inspirada creación del Demiurgo), está ciertamente rodeado, acorralado. No solo es humillado y amenazado, subliminalmente, por esos poderosos Demonios, temidos espectros habitantes del Infierno correspondiente a la Teología de Mercado: el paro y/o la bancarrota. Sino también por la triunfante subversión femenina y por la caprichosa tiranía de niños y adolescentes. Sin olvidar el grillete de la Deuda, que se presentó en forma de hada madrina y resultó ser una especie de Gollum travestido. El Anillo resulta cada vez más pesado.

Es así que, probablemente, y como émulo del ya famoso “Tea Party” estadounidense, surja en la Patria de Don Pelayo y de Julián Muñoz: “The Chupito Party”. Este se extendería como un reguero de pólvora por todos los bares de la península, auténtico símbolo cultural ibérico (cultura: modo orgánico de pensar y sentir, según Spengler). ULTIMO REDUCTO y genuina “red social”, del aturdido, decrépito, y decadente (undergag, como todo Occidente) macho ibérico. Entonces, y a golpe de chupito, y sin ninguna “quantitative easing” que valga, cada Bar puede convertirse en un bastión de la disidencia, en una Bürgerbräukeller.

CdSG