Revista Cultura y Ocio

The Silkworm

Publicado el 28 septiembre 2014 por Lya
Antes de nada, lo de mi chisme para leer se solucionó de la forma prevista, esto es, comprando una tarjeta de memoria grande (no valen las micro) y de marca. Y como funciona, he decidido no pararme a pensar en los libros perdidos (muchos) tras el formateo. No, dejadlo, no pienso pensar en ellos (mis criaturaaaaaaaas...). Que no. 
Ays. 
En fin. 
The Silkworm, nueva novela, para los no iniciados, de Robert Galbraith. Para los no iniciados también, el señor Galbraith es el pseudónimo que utiliza JK Rowling en su nueva etapa de escritora post-mundo mágico (por ahora). O al menos el que utiliza para estas novelas negras protagonizadas por el detective Cormoran Strike. 
The Silkworm es la segunda -tras The Cuckoo's Calling- de una serie que no sabemos cuánto durará, pero que tiene toda la pinta, permitidme la emoción, de convertirse en mítica. Servidora se crió en los brazos lectores de Agatha Christie, he leído hasta el infinito muchos de sus libros y, si no quedara raro, para saber si alguien es de fiar lo primero que le preguntaría sería por el nombre del único amor de Herculés Poirot. Quien supiera (sepa) darme la respuesta correcta tendrá mi devoción ad eternum
Total, que Dame Agatha es lo más. Y ya lo dije en su momento, hace poco más de un año. Si ella viviera ahora y escribiera sus novelas adaptadas al siglo XXI, serían muy parecidas a lo que está haciendo Rowling con estos libros sobre Cormoran Strike y su asistente Robin Ellacott
Es decir, ¿Rowling imita a A. C.? En cierta medida, sí. Pero no hay nada malo en ello, porque lo que sigue JK es el esquema tradicional de un asesinato, varios sospechosos, pruebas varias y un detective listo, peculiar en su modo y formas, que, tras muchas idas y venidas, resuelve el caso dejando al lector con la boca muy abierta. Porque, de verdad, mira que he dado la vuelta a la historia, mira que he establecido teorías, mira que creía que la había pillado, mira que estoy resabiada después de tanta novela detectivesca que llevo en las venas, pero nada. El final de The Silkworm me ha dejado absolutamente muda y a los pies, una vez más, de JK. 

The Silkworm

Y parece buena....ya. ya...

Conste en acta, además, que este libro lo empecé con un poco de reparos. Tenía ganas de leerlo porque quería saber más de los protagonistas, en especial de Cormoran Strike -grandísimo personaje- pero, tras el buen sabor que me dejó The Cuckoo's Calling, no las tenía todas conmigo. Y lo que menos me esperaba era esto. The Silkworm es una historia inquietante, a ratos gótica, a ratos sádica, cruel y un algo gore. Con toques de Fred Vargas (otro seudónimo, por cierto), con mucha mala leche en algunas de sus partes. Esa JK que se dejó ver en algunas escenas (y en varias muertes) del mundo mágico, esa JK escritora disfrutona en lo negro, en lo oscuro, en lo sangriento. Esa JK en su vertiente Death Eater. 
Pero esa Rowling también tierna cuando toca (en este libro poco, toca poco), crítica con muchos aspectos de la sociedad, como la influencia de las nuevas tecnologías en el desarrollo, acceso y proliferación de la literatura de todo tipo. Esa Rowling de personajes límite, decrépitos, tristes y felices a su manera. Esa maestría a la hora de crear escenas que parece que suenan, que huelen... Y esa tercera protagonista que está detrás de todo y todos: la ciudad de Londres, en su maravillosa -y enorme- extensión. Sus calles, sus barrios, sus clubes de alta sociedad, sus pubs... Lugares que existen, que son reconocibles. Y recordad mis palabras, en unos años habrá una placa o estatua o algo sobre Cormoran Strike en Denmark Street. Al tiempo. 
¿Para cuándo el próximo, JK? Lo necesito muy mucho. Lo necesito ya, porque no sé, lo juro, con qué ponerme ahora. Tengo orfandad literaria en su más alto grado. 
And a faint glow of hero worship, almost extinguished by years of neglect and unhappiness, of putting up with his airs and tantrums, of triying to pay the bills and care for their daughter in this shabby little house, flickered again behind her tired eyes. Perhaps it had rekindled because her hero, like all the best heroes, was dead; perhaps it would burn for ever now, like an eternal flame, and she would forget the worst and cherish the idea of him she had once loved...
See you soon, Cormoran Strike. 

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