Tinta Secuencial (26): Detective Comics, Batman sin Batman

Portada original de uno de los números recopilados

Batman mola. Y me vais a permitir el uso de esta expresión porque era dominante entre los zagales de la época en que Tim Burton hizo sus películas sobre el murciélago. Además, nadie en su sano juicio puede negar la veracidad de la primera afirmación. Lo que ya no sabe todo el mundo es que el mundo que rodea a Batman es igual de molón, siempre y cuando caiga en manos de guionistas inspirados. Este es uno de esos casos.
En este primer tomo, de dos, por lo que tengo entendido, y antes del siguiente reinicio de DC (ya he perdido la cuenta de cuántos ha habido), se explota esa faceta. Se recopilan dos miniseries de temática gothamita en las que el multimillonario playboy poco tiene que ver, y a quien no echamos para nada en falta gracias a la calidad de las mismas.

La primera de ellas atañe a Dick Grayson, quien retomó la cruzada contra el crimen de Bruce Wayne cuando éste desapareció, dejando también de lado ese traje homo erótico festivo de Nightwing. El pupilo convertido en maestro ha de hacer frente a una nueva oleada de crímenes inquietantes relacionados íntimamente con los acontecimientos más significativos de la historia de su mentor.

Muestra del arte interior del tomo

No obstante, esa proximidad tan personal que tiene la amenaza no se traduce en una traba para el lector ocasional de Batman, quien no se va a perder un ápice de la trama, sino que se transforma en un dulce caramelito para el lector veterano, haciéndole sentir superior por saber reconocer artilugios y peleas de hace años.

La segunda historia toca a un personaje del cual, he de admitir, no tenía constancia ni de su existencia. Si bien conozco de siempre a Barbara Gordon, alias Batgirl, e hija del comisario Gordon, aquí pude leer que también tuvo un retoño (al cual, por cierto, su pelirroja y minusválida hermana odia con saña), psicótico perdido.

Ni aún así sentí que me estaba perdiendo. Se me acababa de presentar un personaje nuevo, pero con recorrido, se hacían menciones a acontecimientos pasados que jamás había leído, y disfruté del caso como el que más. Así de bien tejida está la historia, que juega con flashbacks en su recorrido, que no deja un poso de pérdida en el disfrute de la misma.

Detalle de una de las viñetas

El dibujo de ambas es sucio y caricaturesco, lo cual se traduce en grandes manchas de negro que perfilan los personajes y la acción, acompañados de colores ensuciados que entonan las escenas. El resultado, a mi modo de ver, es impecable, y es que, a pesar de esa mencionada suciedad, la nitidez de lo que ves es encomiable.

Queda todo enmarcado en el tono que debe acompañar a la narración, minimizando el esfuerzo de, pues el equipo responsable del apartado gráfico han decidido que lo mejor es coger de la manita al lector y guiarle paso a paso, que los cómics son para disfrutarlos al máximo sin necesidad de grandes pretensiones trascendentales que se quedan en humo sobre el agua.

Carcayú

Hola, soy Borja Prieto, y soy una bellísima persona, como Ramón Langa.