Revista Cultura y Ocio

Tócame las pelotas

Por Jcbarona

Tiene uno la intuición de que las cosas tienden al equilibrio para lograr una estabilidad general. Y, como últimamente se ha descubierto, hay inteligencias para todos los gustos; que oye uno decir: «qué listo y que apañao es mengano para estas cosas»…

Yo muy listo en general no soy, pero respecto de tres o cuatro memeces no hay quien me gane. Para la inteligencia de lo absurdo entonces, que es una paradoja de las que a mí y a la vida, que está compuesta de ellas, le gustan, y un oxímoron en toda regla. Hay detalles que no se me escapan, y hasta que no los hago notar no paro. Sin proponérmelo, creo que acabo de apuntar la definición de tocapelotas.

Pues resulta que el otro día me «practicaron» una entrevista infantil desde la emisora que tienen montada desde hace años en una escuela de Elche. Una iniciativa preciosa de las que a uno le agradan y en las que vale la pena participar. Se nota que los niños tienen práctica y presentan y preguntan que es un primor. Eso sí, todo con un eco que te hace recordar los tiempos de las cavernas.

Me consta, por las indiscretas redes sociales, que antes que a mí habían entrevistado a otro cantante amigo mío, y, efectivamente, el eco en la entrevista evoca las conversaciones que mantienen los medios con los astronautas en pleno vuelo orbital. Es curioso que el mismo defecto me lleve de las cavernas al espacio, para que veáis cómo funciona mi cabeza.


Tócame las pelotas

Mientras te hacen la interviu, vía Skype, Messenger, o lo que sea, mucha cuenta no te das, es luego cuando la editan. Y me preguntaba yo: ¿tendrá esto que ser así en pleno siglo XXI? Hombre, si nadie se ha dado cuenta hasta ahora, será la Fatalidad… Ni los alumnos, pobres muchachos, ni sus padres, ni los familiares, ni la profesora, ni la familia de ella, ni nadie de los varios países donde también se escucha, porque exportan el programa, que es una iniciativa muy tierna.

Lo que ocurre es dos mas dos cuatro, ya os he dicho que muy avispado no soy. El listo se distingue del inteligente en que se fija más. Y es que se mete el volumen del aparato del entrevistado en el del entrevistador. Que es cuando dicen en la Ser, La Cope o donde sea: «Señora, quite si no le importa el volumen de su transistor» cuando les entrevistan por teléfono.

Efectivamente después de oír mi entrevista espacial de las cavernas, le escribo a la responsable, que fue la que contactó conmigo en su momento, y le digo. «Y el eco ese, ¿no te parece que se evitaría si le pides al entrevistado que se ponga unos auriculares?». Un eco que consigue ella, no obstante, atenuar en algunas fases de la entrevista; calculo que metiendo algun filtro o vete a saber qué. Y me contesta que «gracias, que qué buena idea»…

No es que me quiera dar ninguna importancia —uno ya es importante de por sí—, ¿pero he tenido que llegar yo para corregir un error tan evidente a vista de todos durante tantos años? Con cuántas cosas no estará pasando lo mismo, ¿que estemos buscando paliativos costosos e ineficaces por no ser capaces de apreciar y localizar la naturaleza del error?

«Si no aportas la solución eres parte del problema», esta frase no es mía, pero podría serlo perfectamente, máxime después de este artículo que tan bien la explica. Hay un antes y un después de mi intervención en ese programa, conmigo en medio, queridos amigos. Ahí lo dejo. En cuántos lugares no estarán esperando que llegues precisamente tú para abrirles la puerta.

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