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Toda la culpa es de mi madre (Cécile Telerman, 2.009)

Publicado el 20 septiembre 2011 por Rugoleor @rugoleor
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Calificación:

Crítica: 5,285 Público: 5,521 España: S/C Rugoleor: S/C

Ficha:

Título Original: Quelque chose à te dire

Directora: Cécile Telerman

Guionistas: Jerôme Soubeyrand, Cécile Telerman

Intérpretes:

Mathilde Seigner, Pascal Elbé, Olivier Marchal, Charlotte Rampling, Patrick Chesnais, Sophie Cattani, Gwendoline Hamon

Productores: Yann Gilbert, Cécile Telerman

Fotografía: Robert Alazraki

Música: Jacques Davidovici

Montaje: Marie Castro

Nacionalidad: Francia

Año: 2.009

Duración: 103 minutos

Edad: 7 años

Género: Drama

Distribuidora: Golem Distribución, S. L.

Estreno: 18-12-2.009

WEB Oficial: Web Oficial de la película en España

Espectadores: 33.417

Recaudación: 200.796,67 €

Visitas: 0

Popularidad: 0,00%

Puesto:  

Sinopsis:

La familia Celliers es como cualquier familia, todos sus miembros están locos de atar. Mady, ama de casa de unos espléndidos 60 años, se pasa la vida hablando mal de sus dos hijas y de su marido Henry, ex director general, un hombre extraño que parece estar en franca regresión desde que se ha jubilado. Antoine, el hijo mayor, director de empresa incapaz de llevar a buen puerto un negocio, sale de una quiebra para meterse en otra; su hermana Alice pinta obsesivamente madonas depresivas. En cuanto a Annabelle, es enfermera en una unidad de cuidados intensivos, e intenta desesperadamente salvar a su familia leyéndole el futuro. Todo seguiría como siempre si Alice no hubiese conocido por casualidad a Jacques, un policía solitario y de vuelta de todo, que será el grano de arena que detendrá la maquinaria perfectamente engrasada de las neurosis familiares, hasta que todo estalle... Para bien o para mal.

Comentario:

Fábula paródica sobre el submundo de la familia francesa que arranca cuando Mathilde Seigner, la hija mas descarriada de los no pocos excéntricos, disfuncionales y desequilibrados Celliers, es arrestada por cuestiones de droga. A pesar de estar casado y de tener a su mujer embarazada, el policía encarnado por Olivier Marchal inicia con ella una relación que le llevará a destruir todas las pruebas y a conocer al resto de la familia. Un disparate en toda regla.

Crítica:

21-12-2.009 – JOSU EGUREN

La familia que miente unida…

La familia, siempre la familia... apuesto que muchos de ustedes guardan con celo secretos familiares que no se atreven a contar por pudor o porque saben que resultan inverosímiles. Pues bien, no se apuren, en general todos tenemos mucho que callar, aunque siempre hay buitres que prefieren merodear la carroña ajena antes que sobrevolar la suya. Por eso el cine, y muy especialmente el que se declama con acento galo, tiende a regar los árboles genealógicos a la espera de recolectar frutos melodramáticos como los que cuelgan de “Quelque chose à te dire”. En su versión doblada, el título del largometraje de Cécile Telerman apunta a la figura materna como epicentro de todos los conflictos, cuando lo cierto es que el personaje de Charlotte Rampling sólo nos da argumentos para recostarnos un par de sesiones en el diván del psicólogo. La neurosis colectiva de la familia Celliers, y por extensión la de sus satélites, tiene su origen en un secreto que sus miembros se han encargado de obviar durante décadas, aunque su descubrimiento casual llega de forma un tanto precipitada y antes de que la película haya abonado firmemente sus principios. Lo que puede torpedear el ánimo del espectador no es tanto el atajo folletinesco que toma la trama, sino la gratuidad con la que Telerman engola un tono ligeramente cómico sin haber dotado a sus personajes de la profundidad necesaria para abordar el drama sin artificios. Telerman se apoya más de lo necesario en la partitura de Jacques Davidovici, cómo si no confiase en las posibilidades que tiene la cámara para desvelar pasajes ocultos y, cuando las notas extradiegéticas no son suficientes, no se corta a la hora de rellenar la pista sonora con diálogos. En resumen, el secreto que descubre Telerman (lectora de Poe) no es lo bastante mordaz como para desestabilizar un sistema familiar autoinmune, y haría aguas si lo comparásemos con las broncas que se servirán en los postres navideños de los próximos quince días.


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