Revista Cultura y Ocio

Todo lo que hay que saber sobre los orgasmos

Publicado el 12 noviembre 2012 por Molinos @molinos1282
TODO LO QUE HAY QUE SABER SOBRE LOS ORGASMOSConmovidos por mi escritura, ciertos comentaristas pidieron un post sobre orgasmos.
Un tema difícil al que mi falsa vanidad bloguera no ha podido resistirse, pero lógicamente y dada mi natural discreción, he tenido que investigar y leer y preguntar por ahí para hacer una clasificación en condiciones.
Tres consideraciones previas:
Una. Para saber disfrutar/saborear y experimentar un orgasmo de manera completa, hay que haber tenido un entrenamiento previo y experimentado un montón de ellos (o intentos de experimentarlos) desde los peores hasta el más espectacular de tu vida (que solo es uno que está grabado en oro en tu memoria, hasta que es desbancado por otro aún más espectacular. Es una progresión que mola, porque siempre se puede ir a más)
Dos. Concentración. Concentración. Concentración. Esto es fundamental.
Tres. La expresividad orgásmica es muy personal y puede ir desde el silencio absoluto con los ojos saliéndose de las órbitas, hasta los alaridos menos discretos del mundo acompañados por pataleos de todo tipo. En medio estarían los que en silencio abren y cierran la boca poniendo cara de pez o tortuga y los que susurran expresiones del tipo “madremiamadremiamadremia”.
Una breve lista de orgasmos:
El primero de todos. Suele ser precipitado, pilla desprevenido y se acaba demasiado rápido. Suele haber una falta grave de ajuste entre las expectativas creadas y la realidad. El sexo, junto con el amor verdadero son dos casos raros (incluso únicos) en los que la realidad buena supera con mucho las expectativas que se puedan tener. El problema del primer orgasmo es que las charlas adolescentes de indocumentados que no saben de lo que hablan están a años luz de la realidad y como no se sabe que hay que esperar, cuando llega estás entretenido preocupado por mil gilipolleces y se escapa sin casi saborearlo y deja esa sensación de: ¿ha sido esto?
Es decir, el primero pasa casi desapercibido primero por falta de práctica y segundo por falta de concentración.
El primero de verdad. Una vez practicado suficiente y alcanzada la sabiduría suprema de la concentración que es necesaria alcanzar abstrayéndote de todo, con la compañía adecuada y en un entorno digamos no demasiado incómodo, es el orgasmo que deja sin habla, jadeando y pensando “Madremiamadremiamadremia”. Suele ser en la adolescencia o en la juventud temprana y nótese que para entonces un coche con una palanca de cambios incrustada en una pierna se considera un entorno lo suficientemente cómodo.
Como se es joven, lozano e inexperto, se suele estar impaciente por volver a empezar…ha molado tanto que hay que repetir. Se saborea poco.
El primero de verdad con un alguien del que estás enamorado.
Esto ya lo hemos hablado, pero el primero con un alguien suele ser tirando a desastroso. En un primer polvo con alguien es siempre necesario un reajuste de ritmo y timing y eliminar factores externos que distraen como “¿Se quitará los calcetines a tiempo?” “¿Qué tipo de calzoncillos llevará”? ¿Querrá ponerse arriba o abajo? ¿Le queda mucho o poco? Una vez que todo esto está ajustado, lega el primer orgasmo de verdad con ese alguien, que normalmente abre un mundo de posibilidades futuras que crean mucha impaciencia, un aumento de la lujuria y un universo de empotramientos en el horizonte.
El que te hace descubrir (¡por fin!) qué ventaja tiene ser tía
Descendiendo por la pendiente de “puff...como ha molado”, te encuentras sin saber muy bien cómo subiendo la pendiente del siguiente, no das crédito “No puede ser”, pero te concentras y alehop, ahí está. Probablemente estés desfondada pero”como mola ser tía”.
El primero después de descubrir que eres capaz de proporcionarle a tu pareja más de un orgasmo. (Para ellos)
Es lo más cerca que ellos pueden estar de un orgasmo múltiple, pero les mola. Y les deja agotados.
El de bueno, venga, vale.
Alcanzada la práctica suficiente, se es capaz de alcanzar el orgasmo con casi nula concentración previa. Este es el de, no me apetece mucho y sé que tampoco va a ser como para tirar cohetes pero vale.
El relajante.
No duermo, no puedo dormir, me estoy estresando pensando en gilipolleces, necesito distraerme y relajarme.
El solitario.
El orgasmo fabuloso solitario que deja sin respiración, y  hace dudar de si en compañía es igual de bueno. (Esta duda idiota sólo surge en periodos prolongados de carencia de orgasmos en compañía)
El que se busca y no llega, pero cumple.
Se hace esperar tanto  y requiere tal cantidad de esfuerzo físico y variabilidad posicional  que por un momento piensas que no cumplirá las expectativas y sin embargo cuando llega la supera con creces.
El que se hace esperar tanto que te encuentras pensando en otra cosa.
Si el tema que te ha distraído está en el entorno, el clásico hay que pintar el techo, el tema no es grave. Si te encuentras pensando en hojas excell, menús o la necesidad de comprar ropa, el tema es gravísimo. Si directamente estás pensando: que se acabe esto…estás muerto.
El que no llega.
Implica una rendición que jode muchísimo. 
El fingido.
Se puede llegar a parecer muchísimo al de verdad. Obviamente este parecido es solo para el que lo ve desde fuera. Y sí, alguno de los que habéis creido ver ( vosotros con o ) eran fingidos.
El tsunami.
Estas disfrutando tanto que quieres aguantar, estás haciendo un esfuerzo sobrehumano de autocontrol para que dure más pero es tan espectacular que no puede y llega sin que tú quieras, te inunda y te desborda.
Dulce como el infierno, lascivo como un conejo.
Es el simultáneo que se alcanza tras una sudada espectacular, que provoca fuegos artificiales, deja sin riego sanguíneo cerebral y con agujetas en las manos. Este suele ser tan espectacular que te hace dudar de la calidad de todos los que has experimentado en tu vida hasta ese momento. Este es el que pasa a grabarse en letras de fuego en tu recuerdo. Deja poso y se saborea. Al recordarlo provoca una sonrisa y una subida del nivel de lujuria.
Y hasta aqui, queridos descerebrados, la lección de hoy.

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