Revista Opinión

Todo lo que siempre quiso saber sobre la política… pero temía preguntar

Publicado el 07 febrero 2015 por Alberto Garcia @ensurincon

La política y los políticos rigen y gobiernan nuestra vida, desde nuestro nacimiento hasta la muerte. Si tienes suerte nacerás en una democracia, si la suerte no te acompaña deberás soportar una tiranía (haberlas todavía haylas). En un caso o en otro, las decisiones políticas que tomen afectarán a tu vida, educación, trabajo, economía, familia e incluso tu salud. Estas apañado si estos gestores son unos inútiles o unos corruptos.

Malo si votas y luego no cumplen lo prometido (democracia), peor cuando ni votas y hacen lo que les da la real gana (tiranía). Sentadas las bases, vamos con las preguntas.

Pocas pero muy sabrosas, vamos con ellas: Aristocracia (gobierno de los mejores), Democracia (gobierno del pueblo), Cleptocracia (gobierno de los ladrones), Plutocracia (gobierno de los ricos), Monarquía (gobierno de una sola persona), Tiranía (como el anterior pero sin corona) y Oligarquía (gobierno de unos pocos).

Parece fácil ubicarse, pero va a ser que no. Veamos, puedes vivir en Democracia pero con una Monarquía hereditaria a la cabeza (puede parecer un sinsentido, pero es habitual en Europa). Puedes creer que vives en Democracia, pero hay una Cleptocracia corrupta y trincona que se ha desmelenado. Confirmas que vives en Democracia... pero rascas un poquito y ves que es una Oligarquía con mucho de Plutocracia.

Al final, caes en la cuenta que vives en una Democracia con una Monarquía Constitucional y una clase dirigente Oligárquica, Plutocrática y a veces -aunque este feo decirlo- Cleptócrata. De Democracia, lo justito para votar cada cuatro años y callar otros tantos.

Es cierto, la Tiranía es peor. Pero ya puestos, podíamos quitar a la Democracia todos los nombres que la sobran... y la ensucian.

Deberían "cocer" la política en beneficio de la mayoría de los ciudadanos, aunque el sentimiento de los votantes es que muchas veces "enriquecen" a una minoría privilegiada o a ellos mismos. En resumen, quienes nos "cocinan" la política algunas veces nos indigestan y en el peor de los casos nos envenenan. Así nos tienen... estreñidos, diarreicos y alérgicos.

No hacen una política ni "sana" ni "mediterránea". Así nos luce el pelo.

Si un nuevo partido crece con inusitada rapidez, significa que está aglutinando el descontento de una gran mayoría de votantes por las medidas políticas o económicas aplicadas por el Gobierno. El partido en el Gobierno y en la oposición, intentarán por todos los medios desprestigiar al "tercero en discordia", si ven amenazada su posición privilegiada.

Con el tiempo, si el partido emergente llega al poder, hará lo propio con las formaciones nuevas o antiguas que puedan restarle votos. De no "casta" a "casta"... gracias a las urnas.

¿Alguien puede poner en duda el poder de los "lobby"?. La globalización y la fortaleza económica de grandes corporaciones financieras está restando a los estados el poder de regular la economía. El método utilizado es la presión sobre partidos, políticos y el propio Gobierno. Está "presión" se traslada a los ciudadanos y se advierte sobre las nefastas consecuencias de contrariar a los mercados (miedo). Que viene el coco y se nos lleva todo... lo poco que nos han dejado.

Los mercados no funcionan de una manera ética y no aspiran al bien común. La crisis actual es un buen ejemplo. Si no regulas los mercados, ellos se regularán, te regularán y dictarán la política que más interese a sus fines. Un buen argumento para una película de ciencia ficción o de terror: las grandes corporaciones dirigiendo la política mundial... eso si que da miedo y pone los pelos como escarpias.

"Un hombre un voto", representa la máxima de la democracia. El problema es que se ejerce sólo cada determinado tiempo. Son los partidos políticos quienes aglutinan estos votos mediante promesas electorales y se convierten en gestores legitimados para gobernar y dictar leyes hasta la próximas elecciones.

El auge de la informática y las comunicaciones (también de la educación, no sólo de la alfabetización), debería permitir al ciudadano participa más y delegar menos. Una revolución pendiente y posible que no agrada mucho a los políticos profesionales, ellos hablan de experiencia y conocimientos para mantener puesto y privilegios. A nadie gusta perder un buen puesto de trabajo...

Son sinónimos, son las tres cosas y más. El político necesita incorporarse a un partido para medrar, poner en práctica sus ideas y convertirse en un profesional. La mayoría de los políticos que llegan a ocupar altos cargos, provienen de familias adineradas que llevan en este "negocio" generaciones. En esta situación es normal no sentir empatía, no verse afectados por los problemas y miserias que afectan a la mayoría de los ciudadanos y sobre todo a los más desfavorecidos.

En Roma estos excelsos personajes se llamaban patricios y vivían como dioses (cuando los dioses eran muchos, tan joviales como crueles).

No seamos cándidos, corrupción siempre ha existiendo en mayor o menor medida. Por definición el poder corrompe, ya el refranero nos advierte: "El que parte y reparte, se lleva la mejor parte". Juicios y sentencias castigan a los culpables, pero la erradicación pasa por establecer leyes, controles y auditorias. Unas medidas que gustan poco o nada a los partidos.

Un político falto de ética y escrúpulos, es dado a enriquecerse personalmente y favorecer a otros. Un mayor control evitaría llegar a los tribunales, con el bochorno que supone para el partido, las instituciones... y los socios comunitarios.

Sin acritud, desde que el mundo es mundo la minoría dirigente ha vivido a costa de la mayoría currante. No es marxismo, es ley de vida: el que ordena la tierra (político) y el que ordena el cielo (religioso) viven a costa del trabajador... que no ordena nada.

Con el tiempo, la antigua aristocracia de cuna se vio suplantada por la de cucaña. Alguna veces se les va la mano, trincan en exceso, se vuelven alegremente corruptos y se imaginan impunes e intocables. Lógicamente, el personal se mosquea, protesta, se manifiesta y clama a gritos "renovación política", lo normal en estos casos. Alguien recoge el guante de los indignados y ya tenemos nueva formación política... y vuelta a empezar.

Por poder, podemos hacer compatible lo que sea e incluso mezclar churras con merinas. Pero ciertamente en una democracia "chirria" en exceso -amen de ser pelín chusco- que un puesto de tan alto nivel sea hereditario y pase de padres a hijos como herencia.

De esta manera tan democrática, algunos países disfrutan de un rey (o una reina) que algunas veces se comportan como un señor y otras como un truhán (humano es). Cuya vida y milagros se puede seguir en las revistas del corazón y mentideros televisivos.

En democracia podemos y debemos convivir todos (a ser posible de una manera solidaria), nada debe ser excluyente, ni nadie excluido. Las países no se fracturan o se rompen por estos motivos, las fotos aéreas nunca muestran fronteras o "fracturas políticas"... más bien deforestación, desastres ecológicos, urbanísticos o similares.

Aun así, como el tema suscita siempre enconados debates, dejamos -a modo de reflexión- una frase de Robert A. Heinlein al respecto. Cada uno saque sus propias conclusiones: "Dios da a todos los hombres la tierra entera para amar. Pero como el corazón del hombre es pequeño, dispone que cada uno ame a su terruño por encima de todos los demás".

Y para terminar vamos con una frase de Charles Montalembert (1810-1870):

"Cuando soy débil os reclamo la libertad en nombre de nuestros principios; cuando soy fuerte os la niego en nombre de los míos" ...como para fiarse de nada ni de nadie.


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