Revista Ciencia

Todos somos primos.(Una divertida simplificación de nuestro árbol genealógico)

Publicado el 14 marzo 2011 por Manuel Gonzalez Garcia
Todos nosotros tenemos en común tener un padre y una madre, y por razón biológica similar dos abuelos y dos abuelas, alguno quizá habrá echado la cuenta de que tenemos ocho bisabuelos  y dieciséis tatarabuelos, y al final de este párrafo nos encontramos a mitad del siglo XIX.
La cantidad de antepasados que tenemos cada uno de nosotros es una progresión geométrica de razón 2,  o bien viéndolo de otra forma, como cada tres o cuatro generaciones  se llevan un siglo de diferencia entre su fecha de nacimiento, multiplicando por 16 tendremos el número de antepasados que tendríamos a principio de cada siglo.
Así en el 1900, cada uno de nosotros tenía 16 tatarabuelos, seguro que alguno estuvo en la Guerra de Cuba.
En el 1800, cada uno teníamos 16 por 16 antepasados, o sea que alguno de estos 256 “abuelos “ estuvo parando a las tropas de Napoleón , en su invasión de hace dos siglos.
En  1700 serian ya 4.096, en 1600 eran 65.536 y en 1500, sorprendentemente 1.048.576.
¡Hace 500 años más de un millón de personas eran antepasados nuestros! Luego hay muchas posibilidades de que alguno de ellos se embarcase con Colon en el descubrimiento de América o  que fuesen compañeros de colegio de Isabel y Fernando.
Si seguimos en la progresión y en la historia, en otros 500 años habría que multiplicar un millón por un millón, lo que daría un  total de un billon de antepasados en plena edad media, o lo que es lo mismo toda la humanidad emparentada con cada uno de nosotros.
Y si lo pensamos al revés , y empezamos con uno de esos de nuestros “abuelos “ medievales y vamos multiplicando por dos sucesivamente  para calcular sus descendientes llegaríamos a la conclusión  de que todos somos primos.
Quizás sea esta la razón de nuestra alegría o nuestra tristeza , cuando algo bueno o algo malo le pasa a otra persona que creemos que no conocemos, realmente le esta pasando a alguien de nuestra familia.
Le dedico estos pensamientos a una prima hermana mía, que nos dejo hace unos días después de una lucha  valiente y ejemplar contra la enfermedad.
Hasta siempre prima.

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