Revista Viajes

Toledo mágica a través de cinco de sus leyendas

Por @asturiasvalenci Marian Ramos @asturiasvalenci

Recorremos Toledo dejando a un lado su Historia para vestirla del color de la magia y fantasía a través de cinco de sus leyendas.
Toledo mágica a través de cinco de sus leyendasVamos paseando por cualquier callejón a media luz; visitamos un monumento; nos atrevemos a bajar a unas cuevas o simplemente nos sentamos en un parque. Dejamos a un lado nuestro espíritu crítico para dejar que vuele nuestra imaginación. Porque Toledo y su encanto se encargarán del resto.
La leyenda de la Peña del Rey MoroY allí, encima del valle, un poco más alto que su ermita, existe un promontorio rocoso donde resalta una peña.
Toledo mágica a través de cinco de sus leyendas


Cuenta la leyenda que corrían tiempos en los que Toledo estaba dominada por los árabes y asediada por el ejército cristiano del rey Alfonso VI.Esta presión se estaba haciendo tan insoportable que, el rey musulmán Hiaya, envió a unos emisarios a otros reinos cercanos pidiendo refuerzos militares. Y esta solicitud llegó rápidamente al sur de la Península donde se encontraba el prometido de la hija de Hiaya. Abul, que así se llamaba el príncipe prometido, organizó un gran ejército para acudir a Toledo. Debía defender aquella plaza tan fuerte de la presión de los cristianos y socorrer a su amada Sobeyha para sacarla de allí.Se puso en camino obligando a sus soldados a marchar velozmente y casi sin descanso. Abul temía que la ciudad pudiera caer antes de su llegada. Pero cuando el príncipe y los suyos llegaron al otro lado de cauce del Tajo ya ondeaban las banderas cristianas en lo alto de los minaretes de sus mezquitas. Esperanzado de que su prometida siguiera aún con vida ordenó acampar para organizar el asalto a la ciudad. Pero sus capitanes intentaron hacerle ver que debía esperar más refuerzos porque era empresa difícil cruzar el río, atravesar las puertas y murallas y asaltar por sorpresa a los cristianos con los pocos hombres que Abul dirigía.El príncipe, que era un gran estratega, se encontraba desesperado por saber qué ha sido de su prometida. Así que decidió seguir con los preparativos del asalto. Y mientras los soldados seguían montando las tiendas en las colinas, Abul pidió que instalaran la suya en un risco para poder contemplar la ciudad.Horas antes del comenzar con el asalto, el príncipe reunió a sus más fieles para realizar una petición: 'si en aquel combate moría, debían enterrarle donde se encontraba su tienda'. Y aquella misma noche, mientras los musulmanes descansaban de una agotadora jornada, las tropas del Cid Campeador les atacaban por sorpresa y daban muerte a casi todo el ejército, incluido Abul.Fue uno de los fieles malherido el que pidió al mismo Cid Campeador que el cuerpo del príncipe fuera enterrado junto sus armas en lo más alto del risco. Desde aquel momento los toledanos llamaron a este lugar: ‘La Peña del rey Moro’.

La leyenda de las Cuevas de Hércules Bajo el solar de una antigua iglesia llamada San Ginés se encuentran estas cuevas llenas de galerías y pasadizos que forman un gran laberinto legendario. Encierran poderes y magia muy fuerte. Y un tesoro.

Estas Cuevas de Hércules están ligadas a diferentes tradiciones orales que se fueron difundiendo con el paso de los siglos.Cuentan que fue Hércules el Egipcio el que las mandó construir para esconder bajo tierra sus palacios. Allí, y oculto para el resto de los habitantes de Toledo, enseñó ciencias ocultas a sus elegidos.Hércules depositó en una de las cuevas un cofre con un candado. Dentro se encontraba un hechizo: si el cofre se intentaba abrir, Toledo sería destruida.Estas cuevas ocultas fueron utilizadas por los cristianos para protegerse de los musulmanes y más tarde por los judíos para ocultarse de los cristianos. Y aunque reciben el nombre de Hércules estas cuevas también están muy ligadas al último rey visigodo Don Rodrigo. Por aquel entonces, las cuevas no estaban permitidas a ningún mortal ya que según decían, aquel que se atreviera a cruzarlas, caería en desgracia y traería el mal a la ciudad.Y fue Don Rodrigo el que un día se decidió a internarse en ellas. Pero según bajaba se iba internando en el mismísimo infierno. También lo estaba viviendo Toledo ya que en ese mismo momento estaba siendo arrasada por las tropas musulmanas.Cuevas misteriosas que en 1546 fueron de nuevo recorridas por orden del cardenal de la ciudad. Y según dicen, todos sus soldados salieron de ellas enfermizos y viendo visiones. Así que determinaron tapiarlas.Las cuevas de Hércules fueron descubiertas en 1839 al derribar la iglesia de San Ginés.Actualmente se pueden visitar con total tranquilidad.

Leyenda del zapatero y el cardenal Ocurrió en uno de esos días tan especiales y  típicos en Toledo. La niebla flotaba en los callejones y daba un aspecto mágico a la ciudad.
Toledo mágica a través de cinco de sus leyendas

Por una de estas calles andaba un muchacho casi descalzo.  Buscaba el taller de un artesano muy conocido para pedir la confección de unos nuevos zapatos. Cuando encontró la humilde tienda entró y, enseñándole sus zapatos destrozados, pidió al zapatero que le hiciera unos nuevos.Tras realizar las mediciones el artesano le recomendó que volviera a los tres días para realizar unas pruebas.Cuando el joven regresó al taller pudo ver que ya estaban terminados. Impaciente se los probó y puedo sentir que le venían como segunda piel a sus pies. Salió a la calle para probarlos. La sensación era como si estuviera andando descalzo sobre una mullida alfombra de lana.El joven no sabía cómo decir al zapatero que era estudiante y que no tenía dinero para pagar ese gran trabajo que había realizado. A cambio le prometió que cuando llegara a ser cardenal la recompensa sería mucho mayor.Y el zapatero que era un hombre de buen corazón le regaló los zapatos. Incluso le pidió que si tenía algún problema con ellos regresara de nuevo al taller para arreglárselos.Pasaron los años y el gran artesano se hizo muy mayor y aunque muy querido por los toledanos vivía de una forma muy humilde. Un día llamó a su puerta un monje. Le habían dado ordenado llevar ante el arzobispo de Toledo al artesano. Tembloroso el zapatero sin saber a lo que se enfrentaba le acompañó.El nuevo cardenal era aquel joven estudiante que le había prometido pagar los zapatos. Así que al artesano le fueron entregadas 50 onzas de oro por aquella buena acción. Muy agradecido el zapatero se atrevió a pedir algo más para sus hijas: él era un hombre mayor y temía el día en el que se quedaran solas.El arzobispo, que quiso compensar todo lo que había hecho por él, prometió al zapatero que sus hijas serían las dos primeras alumnas del Colegio de Doncellas Nobles de Toledo.

La leyenda de la Virgen de los AlfileritosSi paseas por la calle de Alfileritos verás que es un recorrido largo y estrecho donde las viejas casas parecen aprisionarte entre sus muros. Cuando entres en la calle verás que hay una hornacina en la parte izquierda apoyada en el muro y entre unas rejas.

Durante siglos las muchachas de la ciudad acudieron a esta calle para realizar un ritual. Con un alfiler se pinchaban en el dedo. Manchado de sangre se lo ofrecían a la Virgen dejándolo en la hornacina. Pedían encontrar así el amor de su vida. Era una prueba de esperanza. Esta leyenda se remonta al siglo XVI cuando dos jóvenes muy enamorados se vieron obligados a separarse por culpa de la guerra. Cada noche la muchacha cruzaba la larga calle para llegar a la Virgen y pedirle que su amado llegara pronto sano y salvo. La joven rezaba hasta las primeras luces del alba. Pero muchas veces se quedaba dormida. Por eso pedía a su compañera que la pinchara con un alfiler para poder mantenerse despierta y no dejar de orar. Al amanecer, el alfiler era dejado ante la Virgen como prueba de fe. El tiempo fue pasando y los alfileres cada vez era más numerosos. Un día el caballero volvió sano y salvo a la ciudad. Fue entonces cuando todas las jóvenes de Toledo conocieron que las oraciones de la muchacha y los alfileres que había ido dejando como ofrenda habían conseguido que el caballero regresara a los brazos de su amada.Así pues, las muchachas toledanas comenzaron a acudir a la Virgen para depositar su alfiler como ofrenda y pedir el amor verdadero. Desde entonces este rincón largo y estrecho es llamado Alfileritos.

El pozo amargoCuenta la leyenda que Don Fernando era un caballero cristiano muy influyente en Toledo. Raquel era una bella muchacha hija de un rico judío. Vivía en un palacio que se encontraba en la calle que más tarde recibiría su nombre.

Los amores de estos dos muchachos encontraron desde un principio una rotunda oposición por parte de ambas familias y amigos. Pese a ello, los dos jóvenes hicieron caso omiso de las habladurías y amenazas y siguieron manteniendo su amor a escondidas. Se citaban en un rincón apartado de la ciudad todas las noches.Pero un día Fernando no acudió a la cita y Raquel le estuvo esperando hasta el alba sentada al lado del pozo donde tenían sus apasionados encuentros.A la noche siguiente Raquel volvió al parque para esperar a su amado. Pero ocurrió lo mismo. Llegó el alba y tuvo que marcharse sin poder verle…Y así una noche tras otra. Raquel comenzó a derrumbarse moralmente pensando que le había pasado algo muy grave. Y comenzó a llorar. Una noche tras otra la muchacha acudía a la cita aunque cada vez con menos esperanza de volver a verle. Y cada noche lloraba su desesperación al lado del pozo. Lágrimas que salían desde su corazón amargado y que caían al agua. Y este líquido elemento comenzó a tornarse amargo. Un día, Raquel escuchó comentarios de que Fernando había sido asesinado. Una daga certera en su corazón mientras saltaba la valla del jardín para acudir a verla había sesgado su vida.

Esa misma noche Raquel desesperada y sola decidió dejarse caer al interior del pozo. Saltó al vacío oscuro y terminó con su vida tan desdichada. Este pozo se convirtió en un canto amargo y desesperado al amor de los dos muchachos. Seguiremos recorriendo Toledo...


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