Revista Cultura y Ocio

Tomás de Aquino

Publicado el 18 noviembre 2018 por Academiacruellas

“La naturaleza y la voluntad están ordenadas de tal modo que la voluntad es ella misma una cierta naturaleza, ya que todo lo que hay en las cosas es naturaleza. Por tanto, es congruente que en la voluntad se dé no sólo lo que es propio de la voluntad, sino también lo que es propio de la naturaleza….También hay, pues, en la voluntad una tendencia natural hacia el bien que le es conveniente; además de esto, a la voluntad pertenece el apetecer algo según su propia determinación y no necesariamente; esto último le corresponde en tanto que voluntad…. y así como la naturaleza es el fundamento de la voluntad, así también lo que ésta apetce naturalmente es el fundamento y principio del resto de las cosas que apetece. En el orden de las cosas apetecidas, el fin es fundamento y principio de todo lo que es medio para el fin, ya que lo que se busca por un fin no se apetece sino por razón del fin. Por tanto, lo que la voluntad quiere necesariamente y a lo que se halla determinado por una inclinación natural es el fin último, la felicidad y todo lo que ésta incluye, como el conocimiento de la verdad y otras cosas análogas; en cuanto al resto de los bienes, la voluntad no se halla determinada necesariamente a ellos por una inclinación natural, sino que se determina a sí misma sin necesidad”

Tomás de Aquino, De la verdad

Se trata de un texto significativo relacionado con el tema de la libertad.

En general, los filósofos suelen distinguir “naturaleza” y “libertad”, oponiéndolas entre si: en el reino de la naturaleza no hay libertad, ya que todos los hechos están determinados, bien por agentes exteriores (mecanicismo), bien por inclinaciones propias (finalismo); por el contrario, en el reino de la libertad no hay determinación. Esta oposición entre libertad y naturaleza ha llevado a muchos filósofos a considerarlas como dos ámbitos mutuamente excluyentes.

Aquino rechaza que ambos términos se excluyan de forma radical. En este texto expone como naturalez y libertad se armonizan en la voluntad. La voluntad es una potencia natural que se caracteriza por ser libre.

En cuanto potencia natural, la voluntad posee una tendencia o inclinación que le es propia. El objeto de esta inclinación es el bien. La voluntad está, pues, naturalmente determinada a querer el bien. Y puesto que, según Aquino que en esto sigue a Aristóteles, entre los bienes los hay que son medios y los hay que son fines, la voluntad no es libre de querer el fin último, la felicidad.

Esta determinación de la voluntad respecto de la felicidad no anula la libertad respecto del resto de los bienes particulares. En vez de anularla, en realidad es su fundamento. Puesto que tales vienes particulares no se presentan como bienes absolutos y definitivos, la voluntad es libre ante ellos “se determina a sí misma sin necesidad”


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