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Tomemos el ejemplo: El Colegio Médico de Madrid cierra sus secciones pseudocientíficas

Por Davidsaparicio @Psyciencia
WerbeFabrik / Pixabay" href="https://i2.wp.com/www.psyciencia.com/wp-content/uploads/2017/05/homeopathy_1495029234.jpg?fit=1280%2C960&ssl;=1">Tomemos el ejemplo: El Colegio Médico de Madrid cierra sus secciones pseudocientíficasWerbeFabrik / Pixabay

Javier Salas para El País:

No son buenos tiempos para la homeopatía y otras pseudoterapias, al menos desde el punto de vista institucional. En los últimos meses, los representantes de estas prácticas sin aval científico han visto cómo perdían cursos en universidades y capacidad de influir en organizaciones médicas y sanitarias. Ahora, se suma a esta corriente el Colegio de Médicos de Madrid (Icomem) que ha decidido eliminar todas sus secciones y actividades en el entorno de las llamadas terapias alternativas. Y por una simple razón: porque carecen de evidencia científica que demuestre que sirven para mejorar la salud de las personas.

Desde que llegó al Colegio la nueva junta directiva hace un año, se tomó la determinación de alejarse de prácticas pseudocientíficas que habían tenido algún tipo de amparo, ya sea como secciones o con la realización de cursos o actividades en sus instalaciones. “Creamos un consejo científico que ha optado por disolver todas estas secciones, más de treinta, que iban desde homeópatas y acupuntores a medicina antroposófica, todos equiparados a cualquier otra especialidad médica reconocida” explica a Materia el presidente de Iconem, Miguel Ángel Sánchez Chillón. “Esta junta directiva está trabajando para que el Icomem tenga el carácter científico que le corresponde y este es un paso más que para nosotros es prioritario”, subrayó.

Aplausos para el Colegio Médico de Madrid. Su decisión es un ejemplo que deben seguir las instituciones de salud en todo el mundo, incluidas la de psicología.

No podemos seguir con la idea de que “todas las terapias son validas” o el clásico del que “todo suma”. Cuando en realidad esos tratamientos no cuentan con ningun tipo de evidencia y sus autores usan la clásica excusa de que a ellos sólo les importa la subjetividad del paciente; o cuando sus autores dicen haberlas evaluado científicamente, pero no comparten los datos y procedimientos, porque según ellos, su terapia es muy compleja para ser analizada por terceros y nos piden que creamos ciegamente en ellos; o cuando usan la nueva estrategia de ponerle los términos “bio” y “neuro” a sus terapias para que parezcan científicas como tan popular Bioneuroemoción.

La decisión para algunos puede parecer rígida y quizás cientificista. Pero una institución de salud no debe incluir tratamientos pseudocientíficos, ya que eso refuerza la idea de que una pseudoterapia cuenta con la misma evidencia que otro tratamiento que si ha demostrado ser efectivo para el tratamiento de una enfermedad o trastorno.

Lee el artículo completo en El País.


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