Revista Cine

Torn Curtain: Todo por una fórmula.

Publicado el 01 febrero 2010 por Fantomas
“Torn Curtain” (1966), es un thriller de espías del director Alfred Hitchcock, el cual está protagonizado por Paul Newman y Julie Andrews.
Michael Amstrong (Paul Newman) es un físico atómico estadounidense que va a Copenhague para asistir a una conferencia internacional. Ante la sorpresa de todos, se pasa al Berlín Oriental para ofrecer sus servicios a los comunistas. Sarah (Julie Andrews), su novia, le sigue para persuadirle de que regrese, ya que todavía no cree el sorprendente cambio ideológico de Michael, quien en realidad pretende obtener una fórmula secreta que puede ser la clave para la construcción de una nueva arma nuclear.

Luego del fracaso comercial de “Marnie” (1964), los ejecutivos de la MCA/Universal decidieron ejercer un mayor control sobre Hitchcock, insistiéndole que su próximo proyecto debía ser comercialmente atractivo. Entre las ideas que se barajaron, Hitchcock mostró un especial interés en el bullado caso de espionaje Burgess-MacLean ocurrido en Inglaterra. Guy Burgess y Donald MacLean fueron dos espías británicos que trabajaron secretamente para la Unión Soviética investigando los secretos del desarrollo nuclear atómico norteamericano en plena Guerra Fría. Ambos eran homosexuales y alcohólicos, y en 1951 huyeron juntos una vez que se supo que MacLean era un doble agente. A Hitchcock le intrigaba la reacción emocional de la esposa de Burgess, y el tema del amor-versus-deber, el cual se veía teñido por un amor no correspondido y la homosexualidad de los involucrados. Teniendo en mente que el centro narrativo y emocional de la cinta debía ser la reacción de la mujer traicionada por su marido, el director llamó al escritor James Goldman quien tenía cierta experiencia con historias similares. Sin embargo, el escritor rechazó participar en el proyecto, por lo que Hitchcock decidió contratar a Brian Moore, quien había escrito varias novelas exitosas, entre las cuales se encontraba “The Lonely Passion of Judith Hearne”.
El reciente éxito de las cintas de James Bond, parecía ser el momento perfecto para que Hitchcock retomara los thrillers de espías. Sin embargo, lo que el director quería era mostrar el lado menos atractivo del espionaje. Acerca de esto, Hitchcock declararía en una ocasión: “La cinta presenta a un hombre común sintiendo lo que es ser un espía, y lo poco atractivo del asunto. Él se ve involucrado en un asesinato, engaña a un profesor, etc. En realidad, la idea es mostrar que el espionaje es un negocio despreciable. En este caso, yo intento que la audiencia se identifique con este hombre común y que sienta lo poco placentero que resulta ser este negocio. Un espía es un héroe en su propio país, pero es un villano en el país enemigo”. La relación entre Hitchcock y Moore no estuvo exenta de problemas. El escritor escribió una serie de borradores los cuales fueron revisados por el mismo Hitchcock, y por Keith Waterhouse y Willis Hall. Lamentablemente para el director, muchas de sus ideas tuvieron que ser desechadas debido a que el estudio lo estaba presionando para que Paul Newman y Julie Andrews fueran los protagonistas de la cinta. Esto no solo echó por la borda todo el tema de la homosexualidad, sino que también lo obligó a comenzar con la producción de manera anticipada.

Esto irritó al director por distintos motivos. No solo no pudo contar con el elenco que él deseaba (Eve Marie Saint y Cary Grant), sino que también mostró cierto resentimiento por el hecho de que los protagonistas iban a recibir un sueldo enorme (más de un 20% del presupuesto de cinco millones de dólares del film, y un porcentaje de las ganancias), y en cierta medida opacaban su participación en la cinta (Hitchcock estaba acostumbrado a ser la estrella de las producciones en las cuales participaba). Como mencioné anteriormente, la inclusión de Newman y Andrews, y la presión del estudio, terminaron por diluir todos los rastros del punto de vista femenino, y la historia de Burgess y MacLean que presentaba en un principio el guión. Esto terminó por fragmentar la relación entre Hitchcock y Moore, al punto que este último pensaba que los personajes eran flojos y la historia era poco creíble.
El rodaje resultó ser una verdadera tortura para todos los involucrados. Hitchcock perdió gran parte del interés en la cinta durante el proceso de filmación, ya que se dio cuenta que la pareja de protagonistas no encajaba con su método de dirección. A esto se sumó el hecho de que Newman constantemente se estaba quejando de la calidad del guión. Si bien Hitchcock estaba consciente de que el guión distaba de ser perfecto, a esas alturas poco le importaba. Se había visto obligado a trabajar con dos actores que no eran de su agrado, los cuales además significaban un gran gasto, solo por el hecho de que el estudio consideraba que su sola presencia llevaría gente a las salas de cine. Cuando Hitchcock terminó de filmar la cinta, pensó que sus problemas se habían terminado, sin embargo le esperaba una desagradable sorpresa. El director le pidió a su colaborador habitual, el compositor Bernard Herrmann, que se hiciera cargo de la banda sonora del film. Nuevamente debido a la presión del estudio, Hitchcock esperaba que Herrmann compusiera una serie de tonadas pop para la cinta. Cuando se encontró con que el compositor había escrito una banda sonora más tradicional, terminó por romper su duradera y exitosa relación laboral con Herrmann. Finalmente sería el ganador del Oscar, John Addison, el encargado de componer la música del film.

Durante la primera media hora de metraje, Hitchcock intenta que el espectador crea que el personaje de Newman ha decidido trabajar para los comunistas, planteando una serie de pistas falsas que probablemente no lograrán engañar a nadie (hay que considerar que difícilmente un actor norteamericano iba a aceptar interpretar a un traidor en plena Guerra Fría). La película bien se podría dividir en tres actos, donde el primero está compuesto por el misterioso accionar del protagonista lo cual deriva en su supuesta deserción; El segundo acto describe como Michael se infiltra en el Berlín Oriental e intenta conseguir la tan ansiada fórmula; y finalmente el tercer acto se centra en el escape desesperado de los protagonistas, los cuales son seguidos de cerca por las autoridades alemanas. Lo que resulta interesante es que en esta ocasión, el famoso “MacGuffin” es una idea abstracta. Aquello que está buscando el protagonista es tan solo una idea de algo que posiblemente existe solo en el cerebro del Profesor Lindt (Ludwig Donath), quien ha sido capaz de solucionar un problema que Michael no logró descifrar. Consciente de la dificultad que significaba plasmar esta idea en la pantalla, Hitchcock elabora una secuencia en la cual los personajes escriben en un pizarrón una serie de fórmulas matemáticas, las cuales vendrían a representar la idea que el protagonista está buscando.
La película tiene una serie de escenas memorables, donde la más recordada es la del brutal asesinato de Gromek (Wolfgang Kieling) a manos del protagonista, cuando este descubre que Michael es un doble agente. La escena es bastante gráfica y violenta, razón por la cual fue ampliamente criticada en su tiempo. En lo personal también encuentro destacable la secuencia del escape de los protagonistas en el bus falso, la cual está cargada de tensión gracias a lo cual se sobrepone a algunos aspectos técnicos algo deficientes. Si bien la película presenta una serie de acontecimientos que logran mantener en vilo al espectador, también presenta una serie de escenas un poco burdas que bien podrían haber sido editadas. El mejor ejemplo de esto es la secuencia que involucra a la Condesa Kuchinska (Lila Kedrova), la cual es una polaca que se muestra desesperada por emigrar a los Estados Unidos, para lo cual le pide ayuda a la pareja protagonistas. Más allá del hecho de que la actriz interpreta a un personaje completamente estereotipado (llegando a ser casi una caricatura), su inclusión solo parece responder al deseo de los ejecutivos del estudio por incluir algo de propaganda pro-capitalista en el film. Lo otro que resulta criticable es que si bien tanto Newman como Andrews realizan un trabajo correcto, la química entre ambos es casi inexistente, lo que afecta en cierta medida el resultado de la cinta. Por otro lado, es pertinente mencionar el estupendo trabajo de fotografía de John F. Warren, el cual es uno de los puntos altos del film.

Al momento de su estreno, “Torn Curtain” logró buenos resultados de taquilla pese a que no tuvo una buena aceptación por parte de la crítica. La película número cincuenta del director no solo es considerada como una obra menor dentro de su filmografía, sino que también es señalada como una de sus películas más deficientes. A mi juicio, esto es algo completamente exagerado. Es cierto que no es una de sus mejores películas a nivel técnico (en gran medida a causa del presupuesto mal gastado en los salarios de los actores), y que si bien la banda sonora de John Adisson y la actuación de la pareja de protagonistas resulta ser correcta, uno tiene la certeza de que estos elementos podrían haber sido mejores. Las presiones del estudio, el cambio en el reparto, la rotación de guionistas, y la misma inseguridad del director, terminaron provocando que el guión no resultara ser del todo satisfactorio, razón por la cual la cinta presenta algunas escenas que no aportan demasiado a la historia, mientras que otras son injustificadamente largas. De todas formas se trata de una buena película, que logra entretener sin problemas al espectador. “Torn Curtain” es un buen thriller de espionaje, que probablemente está sobre la media de las películas de su tipo, y que en gran medida sufrió y sigue sufriendo el karma de ser una película de Hitchcock, un director al cual los espectadores le exigen nada menos que obras maestras.

por Fantomas.


Volver a la Portada de Logo Paperblog