Revista Opinión

Toros en Catalunya. ¿Se respetará la decisión del Constitucional?

Publicado el 24 octubre 2016 por Elblogderamon @ramoncerda

Si hay dos asuntos que generan polémica solo de pensar en ellos, estos son las corridas de toros y el independentismo catalán (también los otros independentismos). Pero si juntamos ambos conceptos y los queremos utilizar políticamente, el producto resultante es una auténtica bomba de relojería. Y eso es, ni más ni menos, lo que está pasando con lo de los toros en Catalunya. La última decisión del Tribunal Constitucional ha servido para encender la mecha de lo que acabará siendo, posiblemente, una tragedia.

¿Qué pasa con los toros en Catalunya?

Si algo me molesta de todo este asunto, no son necesariamente los toros, y posiblemente tampoco lo sea el independentismo, pero sí la utilización política de toda esta polémica. Porque lo primero que me planteo es que no me creo que alguien, por el mero hecho de ser independentista, esté en contra de los toros, al igual que tampoco me creo que una persona, por ser española de pro y contraria a los independentismos, esté a favor de los toros. Una vez más estamos mezclando churras con merinas. Pero claro, al independentismo le mola esto de los toros (de prohibirlos me refiero) porque mueve pasiones de todo tipo y eso aumenta los impactos mediáticos, estemos en campaña electoral o no. Y la verdad, ¿cuándo no estamos en campaña electoral?

El pasado cinco de octubre estuve tentado de hablar de esto, cuando el Tribunal Constitucional anunció el aplazamiento sobre el anuncio de la anulación de la prohibición de la fiesta de los toros en Catalunya. Pero pensé que, ya que ellos lo aplazaban, yo también lo haría para poder analizar un poco mejor las reacciones que el anuncio iba, sin duda, a desatar.

¿Qué reacciones ha desatado el anuncio del Tribunal Constitucional sobre la anulación de la prohibición de los toros en Catalunya?

#Toros en Catalunya

Toros en Catalunya. Por el aspecto de la plaza, parece que la gente sigue queriendo poder ir a ver los toros.

Pues ni más ni menos que lo previsible, empezando por los dos, ya clásicos, enfrentamientos entre masas: independentistas contra no independentistas y taurinos contra animalistas, pero en el batiburrillo de la situación, los toros han quedado en medio y ya no se sabe muy bien qué defiende cada cuál, si el independentismo o la fiesta española, porque créanme, la cosa está muy confusa para los que intentamos mirarla desde la distancia y en perspectiva.

A mí, que la fiesta de los toros esté prohibida en Catalunya (o en cualquier otra parte) no me afecta personalmente más allá de lo que me molestan las prohibiciones per se, que es mucho. El simple hecho de la prohibición es lo que no me gusta. Los toros tienen un impacto económico; dejemos que sea el propio mercado el que decida si siguen o se terminan. Si la gente deja de ir a los toros, la fiesta taurina terminará sin necesidad de prohibición alguna, y si la gente sigue acudiendo a los festejos… Pues dejemos que vayan, y que quien lo prefiera, vaya al cine.

En cuanto al independentismo catalán, básicamente no me gusta (tampoco me gusta el independentismo valenciano, más soterrado y menos evidente, pero que me afecta más de cerca), pero lo respeto. Lo que no me gusta de todo esto es lo que ya se ha estado viendo en las últimas resoluciones judiciales; cuando alguna decisión judicial no les gusta, no se cortan, ya no en decirlo, sino en anunciar a las claras que no la van a respetar. ¿Se puede permitir tal cosa? En este caso supongo que saldrá alguien diciendo aquello de que el Tribunal Constitucional no es exactamente un tribunal, pero la pregunta es: ¿Hay que respetar sus decisiones, o no? Y si no las respetan en Catalunya, ¿las hemos de respetar los demás cuando nos afecte en algo? ¿O directamente nos cargamos el tribunal por inútil e innecesario?

Recordemos que lo de la prohibición de los toros en Catalunya tampoco se ganó por tantísima mayoría, lo que significa que, como en tantas cosas, en lo de los toros existe una gran dicotomía social que se tendría que respetar, y la mejor manera de respetarla es creando espacios para dejar que quien quiera toros pueda ir a verlos y quien no los quiera, que no vaya. En el 2010 las votaciones en el Parlament fueron: 68 votos a favor, 9 abstenciones y 55 votos en contra. Sí, hubo mayoría, pero eso no justifica la prohibición. Si hacemos un referéndum para ver quién prefiere pizza y quién prefiere paella, seguramente habrá unha más que suficiente mayoría que se decantará por la pizza. ¿Qué hacemos entonces? ¿Prohibimos la paella? No, las mayorías no justifican, per se, las prohibiciones, y menos cuando el sí y el no, no están tan desequilibrados.

El plan de Colau y Puigdemont para dejar sin efecto la decisión del Tribunal Constitucional

Ya lo han anunciado, se van a pasar por el forro la decisión del tribunal y no va a importar que se anule la prohibición porque, de un modo u otro, no van a permitir que se celebren más fiestas taurinas en Catalunya.

El fallo del Constitucional anula la ley del Parlament que prohibía la fiesta hace seis años. Pero Colau y Puigdemont ya tienen sus particulares informes de los servicios jurídicos para, de la manera que sea, perpetuar la prohibición.

Según ellos, en 2014 se aprobó una ordenanza sobre tenencia y venta de animales en la que se prohibía el maltrato, y más en la vía pública. A ese respecto habría que matizar que eso podría afectar a las fiestas de toros en la calle, pero el interior de la plaza de toros no debería de considerarse vía pública porque es un espacio privado, como lo puede ser un matadero industrial. ¿O prohibimos también los mataderos y metemos en la cárcel a los que comen carne? ¿Hay maltrato en la plaza y no lo hay en un matadero? ¿Es eso lo que nos queremos creer? ¿Dónde está la diferencia? En el matadero, los animales ni siquiera tienen opción de defenderse. Habrá que ser coherentes y, puestos a prohibir, prohibir también matar animales para comer. ¿Habrá mayoría en el Parlament si se somete a voto algo así?

Lo que está claro (o lo parece) es que en Catalunya seguirá, de un modo u otro, la prohibición, y eso deja en muy mala situación al Tribunal Constitucional, que tendría que plantearse qué hacer al respecto.

Ramón Cerdá


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