Tres jóvenes españolas han fallecido y otras dos se encuentran hospitalizadas en estado crítico al sufrir paradas cardiorrespiratorias por aplastamiento durante una avalancha provocada por el lanzamiento de una bengala que causó el pánico entre los miles de asistentes a una macrofiesta de Halloween celebrada en el recinto Madrid-Arena, localizado en la Casa de Campo de Madrid.
Tragedia en Halloween. Sobre la 4 de la madrugada, los servicios de emergencias de Madrid recibieron un aviso desde el recinto Madrid-Arena, localizado en la Casa de Campo de Madrid y con un aforo de 10.000 personas, donde se estaba celebrando una macrofiesta para celebrar la noche de Halloween, para atender a varias jóvenes españolas, de entre 18 y 25 años, que se encontraban en parada cardiorrespiratoria de origen traumático por aplastamiento al sufrir una caída y ser arrolladas. También el 091 recibe diversas llamadas procedentes del interior del recinto en las que se informaba que se había producido una avalancha de gente provocada por el pánico consecuencia del lanzamiento de una bengala. En un par de minutos se persono una unidad sanitaria, seguidamente de cinco UVIs móviles, cuatro ambulancias básicas, varios vehículos con personal de Protección Civil y Policía, en total 50 personas, pero ya era demasiado tarde, dos de las chicas afectadas fallecían en la enfermería del recinto tras un agónico intento de reanimación y la tercera al llegar al hospital Clínico de la capital. Otras dos chicas se encuentran muy graves en el hospital Doce de Octubre y la Fundación Jiménez Díaz donde fueron trasladadas.
Actualmente la Policía Nacional investiga las circunstancias del suceso mientras en las radios de toda España se comenta la noticia con las consecuentes especulaciones y lamentaciones. Se sabía que esto iba a ocurrir pues en las redes sociales se rumoreaba que se habían vendido entradas demás que superaban con creces el aforo. Las macrofiestas son muy peligrosas porque es imposible mantener la seguridad de tanta gente. La seguridad de estos eventos son pésimos, en ellos se introducen bengalas, petardos, armas blancas, hay poco personal de seguridad, pocos extintores, incluso se ha llegado a decir que las puertas de seguridad y evacuación se cierran y precintan para que no se puedan abrir y se cuele gente sin pagar. También se buscan responsables. La empresa organizadora por no tener suficientes medidas de seguridad. Las administraciones por no inspeccionar y controlar debidamente estos eventos, etc. Pero lo que más me ha llamado la atención es que nadie ha dicho que los responsables son los propios asistentes por no cerciorarse de la seguridad del evento donde van a participar o de los padres de los jóvenes por no formarles debidamente en cuidarse y observar unas normas básicas de seguridad en este tipo de eventos o cualquier otra circunstancia. Claro que no es de extrañar pues en España siempre tiene la culpa otro. Los padres intentamos enseñar a nuestros hijos, desde pequeños, lo que está bien y lo que está mal, a que conozcan los peligros de las drogas, inclusos algunos se atreven con la educación sexual, pero ¿que padre intenta inculcar una cultura de seguridad a su hijo?
Esta no es la primera vez que ocurre una tragedia de estas características. En la mente de todos está el incendio de la Discoteca Alcalá 20, un suceso trágico acontecido la madrugada del 17 de diciembre de 1983 en la discoteca Alcalá 20 de Madrid (España), en el cual fallecieron 82 personas y más recientemente el 30 de diciembre de 2004 en la Discoteca Cromañón ubicada en el barrio de Once de Buenos Aires (Argentina) un incendio causa la trágica muerte de 194 personas y más de 700 heridos.
Pero el problema es que no será la última vez que pase, la policía concluirá su investigación y la justicia depurara responsabilidades, la administración cambiará la legislación para mejorar la seguridad de los asistentes a este tipo de eventos, pero seguramente seguirán ocurriendo trágicos sucesos como los de esta madrugada si nosotros mismos no tenemos una cultura de seguridad, si no exigimos a los organizadores medidas adecuadas que garanticen nuestra seguridad y la de nuestros hijos y lo que es más importante, si no inculcamos esa cultura de seguridad a nuestros hijos o no supervisamos correctamente sus salidas.