Patrick Hardison es un paciente de 41 años, bombero
norteamericano, que sufrió quemaduras en el rostro mientras intentaba
salvar a una mujer en un incendio; quemaduras que le produjeron una
deformación muy importante de su cara, lo que le ocasionaba grandes
dificultades para la visión, respiración y alimentación, y por supuesto
para su imagen estética, lo que le dificultaba su relación social, por
lo que la posibilidad de solucionar dichos problemas parecía muy
aconsejable por importantes razones de calidad de vida.
Tras 26 horas de operación en la que participaron más de cien profesionales, el paciente está bien a día de hoy. El Observatorio de bioética aborda en su último número las implicaciones técnicas y éticas que tiene un transplante de este tipo. El primer transplante de cara se realizó en el año 2005. Parece claro que el beneficio de los pacientes es notorio y en conjunto el transplante debe valorarse de forma positiva.