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Transtorno por atracones: qué es y cómo superarlo

Por Sentir @menjasa1

El trastorno por atracón se caracteriza por episodios de ingesta compulsiva que se dan de forma recurrente. Esta ingesta suele incluir alimentos calóricos que no nos permitimos en nuestra pauta alimentaria y que de alguna manera los consideramos alimentos “prohibidos”. Durante el atracón la persona come una gran cantidad de comida de forma rápida e impulsiva y siempre suele pasar cuando está sola. También es muy frecuente que la persona viva el atracón con una sensación de pérdida de control. Es una conducta que raramente se explica a nadie, ya que suele provocar vergüenza y culpa.

Estas personas suelen llevar una alimentación restrictiva en sus comidas principales, sobre todo durante la primera mitad del día, y suele ser a partir de la tarde cuando hay más riesgo de que se produzca el atracón, ya que muchas veces coinciden la vuelta del trabajo, un aumento de apetito debido a la restricción que hemos hecho a lo largo del día y el hecho de estar solos en casa. A veces, también, aparece alguna emoción que nos incomoda, como el aburrimiento, la soledad o la ansiedad, entre otros.

Este tipo de trastorno puede pasar desapercibido incluso para la persona que lo sufre, ya que, a pesar de ir acompañado normalmente de sentimientos de tristeza y culpabilidad, la persona no los suele atribuir a este comportamiento, que incluso puede estar sirviendo como “vía de escape “emocional.

Hay dos factores que se relacionan de forma directa con la causa de este trastorno, uno es la restricción alimentaria y el otro es el fuerte vínculo que se establece entre las emociones y la comida. Muchas veces la persona tiende a ser muy estricta con lo que come en sus comidas principales, siendo normalmente comidas consideradas “de dieta”. Esto hace que a menudo se tope con picos de hambre muy altos entre horas, que si encima ocurren cuando esta persona está sola, es muy probable que terminen por provocar el atracón. Una vez se ha producido éste, la persona suele sentirse muy culpable y se convence de que para compensar esta sobreingesta debe hacer restricción, lo que la lleva inevitablemente, tarde o temprano, a repetir el atracón.

Además, estas personas suelen establecer un vínculo muy fuerte entre las emociones y la comida. Esto puede hacer que ante cualquier emoción que no se entiende o que es desagradable, la persona ha aprendido que la comida es útil para huir de la situación y tranquilizarse, provocando una sensación instantánea de placer y calma, que hará que en otras ocasiones vuelva a escoger la comida como método canalizador de emociones.

Podríamos decir, pues, que el mecanismo del atracón es como un bucle que se va retroalimentando constantemente y del que es complicado salir si no sabemos cómo nos hemos instalado en él. Para evitar que esto nos pase y nos sea más fácil encontrar la salida a este círculo tendremos que trabajar en dos líneas: evitar la restricción y aprender a gestionar las emociones.

Para lograr el primer objetivo lo más importante es que nos desprendamos de la “mentalidad dieta”. Uno de los factores determinantes más importantes para que se produzca el atracón es haber hecho una restricción anteriormente. Es decir, si como poco y me quedo con hambre es probable que no pueda aguantar hasta la siguiente comida, incrementando así de forma significativa las probabilidades de que se dé el atracón. Por otra parte, si nunca me permito comer alimentos que me gustan estoy generando un deseo que tarde o temprano será incontrolable, haciendo que en lugar de comer una ración adecuada,  coma más cantidad y con mucha ansiedad.

Por otra parte, tendremos que aprender a gestionar las emociones de tal manera que la comida no sea la salida a nuestro malestar. Detectar las emociones y escucharlas, sin miedo, sin necesidad de huir constantemente, nos permitirá conocernos mejor y sentirnos más capaces de dirigir nuestra vida.

Así pues, si os habéis visto reflejados en este texto lo primero que tenéis que hacer es normalizar vuestras pautas de ingesta y permitiros ciertos caprichos sin ningún tipo de remordimiento. Por otro lado, si veis que la comida actúa también como calmante emocional, no tengáis miedo de observar y sentir las emociones y veréis que sois capaces de atravesarlas y aprender mucho de ellas.


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