Revista Economía

Tras el pastel de Spanair

Publicado el 31 enero 2012 por Quim @Quim_Marques
Tras el pastel de Spanair Tras una decisión directa del presidente de la Generalitat, Artur Mas, de no seguir apoyando financieramente a Spanair, la aerolínea catalana cerró sus operaciones abruptamente el pasado viernes y ayer presentó sus libros en el Juzgado Mercantil nº 10 de Barcelona solicitando el concurso voluntario de acreedores aunque el juez puede estimarlo necesario.
La petición se presenta con un pasivo de 474 millones de euros, la de mayor cuantía presentada nunca en España por el sector. La compañía, sin apenas activos, también ha anunciado que va a presentar un ERE de extinción de todos los contratos que dejará sin empleo a 4.000 trabajadores entre director e indirectos.
Mientras tanto algunos de sus competidores, especialmente en el Aeropuerto de El Prat (Barcelona), -Iberia, Ryanair y Vueling-, están definiendo unos planes estratégicos para quedarse con la máxima parte de los 7,25 millones de pasajeros que volaban a través de Spanair (4,3 millones solo en Barcelona).
En concreto Ryanair por boca de su vicepresidente, Michael Cawley, ha anunciado que potenciará las frecuencias en la docena de rutas en las que también operaba Spanair. Además estudiará volar a los 30 destinos que cubría la catalana (que tenía 42 rutas).
Cawley que se ha reunido con representantes de Aena y al Generalitat pretende cubrir el hueco de Spanair en El Prat (slots, vuelos y destinos) a cambio de una rebaja en las tasas.
Por su parte, Iberia, inmersa en su conflicto con los pilotos del Sepla, también ha anunciado que incrementará las frecuencias de vuelo y la capacidad de los aviones en algunas de las rutas afectadas por el cese de operaciones de Spanair, especialmente las que tenían origen en Madrid.
Además, la desaparición de una aerolínea de corto radio deja más espacio para el crecimiento de su filial low cost, Iberia Express.
Vueling, la más fuerte
Sin embargo, la que de una manera más firme pretende quedarse con el trozo del pastel más grande es Vueling. Ayer su consejero delegado, Alex Cruz, anunció una aceleración de su proceso de crecimiento para conseguir consolidarse como la aerolínea de referencia en el Prat. Dijo bien alto y claro: “Barcelona es nuestra casa y nadie va la va a convertir en un aeropuerto low cost”, en clara referencia a Ryanair.
Para ello la compañía presidida por Josep Piqué pretende aumentar un 50% su oferta de plazas desde El Prat ampliando su inicial de oferta de nuevas rutas en la próxima temporada de 23 a 28.
Con este movimiento en el sector, Vueling pretende elevar once puntos, hasta el 50%, los pasajeros de negocios en el total de la clientela. Algunas estimaciones iniciales realizadas por analistas prevén que con esta situación Vueling podría aumentar un 20% su facturación de 2012.
La participada de Iberia, con el aumento de rutas y frecuencias, necesitará de mayor personal. Cruz ya ha lanzado un mensaje a los trabajadores de Spanair que tendrán preferencia en las nuevas contrataciones.
Mas fortalecerá a IAG
Por otro lado, algunos bancos de inversión, como Nomura, prevén que, en el contexto de crisis que está viviendo el país, es posible que una parte de la cuota de mercado de Spanair (14% en el mercado doméstico) no se la quede nadie ya que podría producirse un descenso de la capacidad debido a la reducción del número de pasajeros totales.
Curiosamente, la drástica decisión política de hacer desaparecer una compañía aérea, tomada por Artur Mas, de rebote puede beneficiar sobremanera a aquella compañía que se ha mostrado más beligerante contra la creación de un hub intercontinental en Barcelona, el holding IAG que agrupa a Iberia y British Airways y del cual penden tanto Vueling como Iberia Express.
Por último, los cerca de 150 millones de euros de dinero público depositado en la aerolínea, a través de varios conductos parapúblicos, será de muy difícil recuperación pero peor lo tiene SAS que inyectó casi 170 millones ya que su participación se consideraba ‘casi’ capital al estar condicionado el pago a la existencia de beneficios. Más fácil lo tienen los escasos inversores privados ya que cuando entraron en el capital recibieron billetes de avión por importe idéntico al de su inversión.

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