Revista En Femenino

Traslado de domicilio (por Isa)

Publicado el 01 abril 2013 por Imperfectas
Traslado de domicilio (por Isa)Así se denomina formalmente una mudanza. Acabo de culminar un intenso proceso de cambio de domicilio. No me he ido muy lejos de mi casa anterior, solo un par de calles más arriba... pero aunque la distancia física no es mucha sí que lo es la emocional. Es un cambio drástico, pero que lleva fraguándose desde hace tiempo y que supone la culminación de un período catártico en mi vida de gran intensidad.
Hace dos años que Ana describió de forma soberbia lo que supone una Mudanza Completa. He vuelto a leer el post y me he emocionado de nuevo. Si has vivido un traslado es imposible no sentirse identificado, aunque cada proceso es totalmente diferente... el cambio es un denominador común y siempre hay un componente de criba necesario. Como decía Chelo en un comentario en ese mismo post: hay que tirar fotos viejas de gente que ya no aporta nada en tu vida (o relegarlas a la caja de los recuerdos hasta la próxima mudanza) y buscar marcos más grandes para los que cuya presencia se ha ido haciendo fuerte a tu lado.
Llenar cajas y vaciarlas no solo supone el esfuerzo físico que evidencian mis agujetas, mis moratones, mis manos desolladas y mi incipiente lumbago, si no la regresión mental y sentimental hacia el pasado, hacia quién eras. Es un remover de objetos y de recuerdos, de ropa pasada de moda que hace una década que ya no me pongo e incluso me ruboriza imaginarme con ella, de entradas de cine con la letra impresa casi ilegible o de esa inexpugnable colección de bolsos adquiridos en los lugares más recónditos de la Tierra que atesoro con mimo pero no sé donde almacenar.
Ese observarte desde lejos, ese descubrir tus diferencias, tu evolución... es sobrecogedor, y es muy difícil evitar dejarse llevar por el latigazo de la nostalgia. Echar la vista atrás resulta más duro a medida que pasan los años. Se ve todo tan lejos, se ve una tan pequeñita en el horizonte del ayer, tan inocente, tan ingenua... creo que no me cambiaría por la Isa de antes, aunque como decía la gran Edith Piaf , "no me arrepiento de ná".
A veces, el traslado de domicilio es además un salto al vacío, un viraje hacia lo desconocido, un volantazo en la ruta establecida o una incorporación a una carretera más transitada... el vértigo que supone el cambio, la incertidumbre de saber si todo irá bien, si ese nuevo hogar será el escenario de momentos memorables por lo bueno o por lo malo... Ya lo decía Darwin: "el que sobrevive no es el más fuerte, tampoco el más inteligente sino aquel que es más adaptable al cambio".
En ese sentido, no me preocupo: los cambios me dan hormigueo en la tripa, pero no tengo problemas de adaptación, ni el cambio horario, ni el cambio de mes, ni siquiera el de estación pueden conmigo... sobreviviré, supongo ;-) Lo que sí que me agobia, y mucho, es lo rápido que se circula por esa autovía a la que me han llevado las carreteras de montaña de la existencia. De seguir así, voy a propiciar que me quiten los puntos y el permiso de conducir, a ver si así consigo ralentizar la travesía.

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