Revista Psicología

Trastorno llamado seducción sequida de frustración de tipo histérico psicótico

Por Mundotlp @MundoTLP

Trastorno llamado seducción sequida de frustración de tipo histérico psicótico
La histeria masculina, a diferencia de la femenina, es mucho mas fácil de reconocer, porque el histérico es también, inmaduro. No sabe lo que quiere, y por eso da mil vueltas.
* “El amor y el sexo están sobrevalorados por sobre otras cosas. Es por eso que se ofrece de manera desmesurada como moneda de baja ley. Tenemos inflación de amor y sexo y hay escasez de compromiso y entrega.”
* “La histeria es un mecanismo de regateo en una transacción. El histérico está diciendo: “lo que te voy a dar vale tanto que tienes que prometer tu vida para equiparar mi sacrificio”.”
* “La seducción siempre fue un atributo femenino porque el hombre no necesitaba seducir, sólo con probar su capacidad proveedora bastaba. El hombre tomaba a la mujer. Sí había dos hombres que la querían, la disputa era entre ellos.”
* La progresiva equiparación entre el hombre y la mujer, cuyo punto de partida se encuentra muy bien descripto en las novelas de Jane Austen, hizo que la mujer comenzara a elegir. En alguna medida, el hombre cazador-recolector dio paso al hombre político-vendedor.”
* Existe un grupo que exacerba la expansión social, la seducción como objetivo de la conquista (donjuanismo) y una fuerte tendencia a huir una vez logrado su propósito, dejando en el oído la clásica frase: “Yo no te prometí nada”.
* Humor cambiante, caprichos, celos, necesidad permanente de ser el centro de atención, frivolidad, “labia” atractiva, insinuante, cuerpo grácil que atrapa la mirada de los otros, poca disposición a la reflexión, facilidad para amoldarse a los demás para obtener el cuidado..
* Con frecuencia creen tener “dones” o “capacidades especiales” (inteligencia, creatividad, altruismo, etc.) que las personas “no suelen ver en ellos o ellas” y únicamente se fijan en lo que su cuerpo sugiere.
* En el área emocional creen brindar mucho amor, cuando en realidad hacen una exhibición “teatral” de los afectos. Una entrega y prodigalidad de la que esperan ser correspondidos con creces, aunque las parejas nunca logran saciar sus demandas, siempre insatisfechas.
* En el área sexual observamos un sin número de conductas conflictivas que favorecen la aparición de disfunciones sexuales: preocupación por el rendimiento sexual, torpeza para el juego previo, actitud “pasiva”, escaso registro de sus sensaciones eróticas, etc. 
* No están a la altura de lo que prometen. “Mucho ruido, pocas nueces”, “me prometió un manjar y me hizo comer migajas”, dirán las damas o caballeros decepcionados. 
* No hay histeria sin cuerpo. El cuerpo ocupa un lugar privilegiado en la manifestación del estilo de personalidad. 
* Los hombres y mujeres histéricos son dependientes: necesitan imperiosamente de los otros, seducen a “todas y todos”, son irresponsables en el compromiso, se aburren fácilmente y son impredecibles en sus emociones.
* síntomas somáticos como las perturbaciones de la motricidad (contracturas musculares, dificultades en la marcha, parálisis de miembros, parálisis faciales...); los trastornos de la sensibilidad (dolores locales, jaquecas, anestesias en una región limitada del cuerpo...); y los trastornos sensoriales (ceguera, sordera, afonía...). 
Hallamos también un conjunto de afecciones más específicas que van de los insomnios y los desmayos benignos a las aliteraciones de la conciencia, la memoria o la inteligencia (ausencias, amnesias, etc.), e incluso a estados graves de seudocoma. Todas estas manifestaciones que el o la histérica padece, y en particular los síntomas somáticos, se caracterizan por un signo absolutamente distintivo: son casi _siempre transitorias, no resultan de ninguna causa orgánica y su localización corporal no obedece a ninguna ley de la anatomía o la fisiología del cuerpo. 
* En efecto, el cuerpo del histérico sufre de dividirse entre la parte genital, asombrosamente anestesiada y aquejada por intensas inhibiciones sexuales (eyaculación precoz, frigidez, impotencia, repugnancia sexual...), y todo el resto no genital del cuerpo, que se muestra, paradójicamente, muy erotizado y sometido a excitaciones sexuales permanentes.
* el yo se encuentra en constante espera de recibir del Otro, no la satisfacción que colma, sino, curiosamente, la no respuesta que frustra. Esta espera defraudada, siempre difícil de manejar para el psicoanalista, conduce a la perpetua insatisfacción y al descontento de que tanto suele quejarse el neurótico. 

Primer estado, pues: el de un yo insatisfecho. 
Segundo estado, Otra posición típicamente histérica observable en el análisis es también un estado del yo, pero un estado más bien activo de un yo que histeriza, es decir, que transforma la realidad concreta del espacio analítico en una realidad fantasmática de contenido sexual.
* tercera posición Subjetiva del histérico, caracterizada por la tristeza de su yo cuando debe afrontar por fin la única verdad de su ser: no saber si es un hombre o una mujer. Tercer estado, pues: el de un yo tristeza. 
* ¿Qué teme? 

Un peligro esencial amenaza al histérico, un riesgo absoluto, puro, carente de imagen y de forma, más presentido que definido: el peligro de vivir la satisfacción de un goce máximo. 
Un goce de tal índole que, si lo viviera, lo volvería loco, lo disolvería o lo haría desaparecer. 
Poco importa que imagine este goce máximo como goce del incesto, sufrimiento de la muerte o dolor de agonía. 
Y poco importa que imagine los riesgos de este peligro bajo la forma de la locura, de la disolución o del anonadamiento de su ser; el problema es evitar a toda costa cualquier experiencia capaz de evocar, de cerca o de lejos, un estado de plena y absoluta satisfacción.
* El miedo y la tenaz negativa a gozar ocupan el centro de la vida psíquica del neurótico histérico.
* el histérico inventa inconscientemente un libreto fantasmático destinado a probarse a sí mismo y a probar al mundo que no hay más goce que el goce insatisfecho. Así pues, ¿cómo alimentar el descontento si no creando el fantasma de un monstruo, monstruo que nosotros llamamos el Otro, unas veces fuerte y supremo, otras débil y enfermo, siempre desmesurado para nuestras expectativas y siempre decepcionante? 
* Con agudísima percepción, el histérico descubre en el otro la señal de una potencia humillante que lo hará desdichado, o de una impotencia conmovedora que le suscita piedad, pero a la que no podrá poner remedio.
* Histerizar es hacer que nazca en el cuerpo del otro un foco ardiente de libido.
* la sexualidad histérica no es en absoluto una sexualidad genital sino un simulacro de sexualidad, una seudogenitalidad más cercana a los tocamientos masturbatorios y los juegos sexuales infantiles que a un intento real de concretar una verdadera relación sexual. 

Para el histérico, sexualizar lo que no es sexual significa transformar el objeto más anodino en signo evocador y prometedor de una eventual relación sexual.
* el sujeto histérico ya no es un hombre, ya no es una mujer, ahora es dolor de insatisfacción. 

Y, en medio de este dolor, queda en la imposibilidad de decirse hombre o de decirse mujer, de decir, simplemente, la identidad de su sexo. 
La tristeza del yo histérico responde al vacío y a la incertidumbre de su identidad sexuada.
http://elmundotlp.blogspot.com/es

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