Revista Belleza

Tratamientos con injertos de grasa

Por Sramosa @sramosa

injertos grasa

El Dr. Juan Monreal, cirujano plástico, explica en este artículo la evolución que han tenido los tratamientos de injertos con grasa, así como las técnicas principales que se están realizando hoy en día en esta materia. 

Desde que en 1893 el médico alemán Gustav A. Neubert publicara el tratamiento de una depresión facial mediante un pequeño fragmento de grasa tomado del brazo del paciente, la historia de los injertos de grasa ha pasado por numerosas vicisitudes.

Durante todo este tiempo hemos asistido a un cambio de mentalidad decisivo: los injertos de grasa han pasado de ser tratamientos poco fiables y con resultados transitorios a ser el mejor material de implante de la actualidad con un enorme potencial biológico y reparador.

Se pueden emplear para tratar defectos estéticos o para regenerar tejidos dañados.

Los injertos de grasa se pueden realizar de dos formas:

  1. Una de ellas (la clásica) supone hacer una incisión, más o menos grande, a través de la cual se extirpa un fragmento de grasa que luego se colocará (se injertará) en la zona que queremos tratar. La desventaja de este procedimiento es que deja cicatrices residuales en la zona donante y en la receptora y que no se pueden injertar grandes cantidades de grasa.
  2. El segundo método, empleado desde la década de los años 80, supone la obtención del tejido adiposo mediante la aspiración con una cánula y su posterior inyección en la zona que queremos tratar. Las ventajas básicas de esta forma son la ausencia de cicatrices y que permite injertar volúmenes pequeños (1 ml o menos) o muy grandes (más de un litro).

Los cirujanos plásticos llevan muchas décadas realizando injertos de tejidos con éxito; piel, hueso o cartílago, se emplean diariamente en multitud de procedimientos. Es importante en todos ellos conocer cómo se debe obtener el tejido, cómo hay que prepararlo y cómo se debe colocar en su nueva localización. Casi todos estos injertos “prenden” (es decir, sobreviven) totalmente con facilidad.

Los injertos de grasa han llevado una vida más azarosa, básicamente por que hemos tardado casi cien años en entender como había que hacerlos para que fueran eficaces. Aún así todavía nos faltan por comprender y mejorar algunos procesos que nos lleven al 100% de prendimiento del que disfrutan otros tejidos.

Un hecho decisivo que ha ayudado sobremanera a entender como funcionan los injertos de grasa, a como mejorar su prendimiento y a aumentar el número de sus aplicaciones clínicas fue la publicación en 2001 de un artículo científico que definía al tejido adiposo como el que contiene mayor número de células madre adultas de todo el organismo, muy por encima de la médula ósea (la fuente tradicional de estas células para los tratamientos o la investigación). Ahora ya podíamos explicar, entre otras cosas, por qué la piel o las cicatrices de las zonas injertadas con grasa mejoraban tanto en su calidad.

Hoy en día los injertos de grasa pueden utilizarse, puros o enriquecidos con cantidades adicionales de células regenerativas, para realizar rejuvenecimientos faciales, tratar displasias faciales o secuelas de extirpación de tumores, aumentar glúteos, mamas o pantorrillas, tratar algunos casos de tortícolis congénito o pectus escavatum, tratar úlceras o secuelas de radioterapia y un sin fin de otras situaciones clínicas.

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