Trauma y fuegos artificiales (con mucho cuidado)

(AE)

Hasta el año 2006, esta región del Norte de Uganda fue escenario de uno de esos conflictos llamados “de baja intensidad”, donde durante decenas de años se vivió en constante temor debido a la presencia de las fuerzas del visionario Joseph Kony y su macabra troupe armada, los cuales a base de balazos y machetazos impusieron su imperio del terror con miles de

muertos y decenas de miles de niños secuestrados que ya, gracias a Dios, poco a poco se han ido reincorporando a la vida “normal”, pero ni que decir tiene que la fuerte experiencia sufrida en cautiverio ha dejado marcas que por desgracia serán ya imborrables.

Estas son sólo las personas que se han visto directamente afectadas por el conflicto de esta región. Sin embargo, la población en general – rara es la familia que no tiene un muerto, un secuestrado o un episodio sangriento que contar – son también víctimas de manera indirecta porque en su conjunto viven bajo las consecuencias del trauma de los muchos años vividos en el miedo, en la incertidumbre de qué pasará cuando se ponga el sol y en circunstancias extremas de hacinamiento y salubridad en campos de desplazados. Aquí quien más quien menos sufre en silencio las consecuencias del trauma y esto se ve claramente en ciertos momentos como en estas fechas navideñas.

Durante las celebraciones de fin de año, hay un momento que es crítico para todos los que han pasado por experiencias traumáticas: es en estos momentos de final de año es de los pocos momentos donde (previo permiso escrito de la policía) se permite el uso de petardos y fuegos artificiales. Eso sí, el show se restringe a un periodo de.... 5 minutos; de las 00:00 a las 05:00. En los periódicos del día 31 se avisaba repetidamente que la policía perseguiría y detendría a quien no respetara estas condiciones y por la cuenta que les trae, aquí todo el mundo acata la norma.

Veo que en España muchos de los propietarios de perros se rebelan contra el uso indiscriminado de petardos en las calles ya que los pobres animales se ven aterrorizados cuando se oyen tan grandes explosiones por las calles. Aquí, las razones por las que se controle tanto el tema son a mi parecer dos: uno sería el hecho de que detonaciones como las de los fuegos de artificio pueden hacer que se revivan internamente experiencias traumáticas de un tiempo en el que los disparos de armas ligeras y de granadas sobre todo en las horas de oscuridad era una señal inequívoca de que las fuerzas del Ejército de Liberación del Señor (o también del ejército ugandés, que de todo había) estaban haciendo de las suyas, atacando poblados y todo lo que se pusiera por adelante. Para personas que han vivido experiencias de este tipo, incluso el sonido de la explosión de un neumático hace que se tiren al suelo o busquen algún refugio en cuestión de décimas de segundo, debido al estado de constante hiperalerta en el que se encuentran.

La segunda razón sería el hecho de que en un país donde hasta ahora ha habido una gran proliferación de armas ligeras, la policía teme que se aproveche el barullo de los fuegos de artificio para que algunos desalmados puedan utilizar sus armas de manera indiscriminada, mimetizándose en los zambombazos del momento.

En todo caso, aquí los fuegos artificiales es algo que se toma muy en serio y donde hay gran control, sobre todo teniendo en cuenta que el personal está ya muy quemado por la penosa historia reciente que le ha tocado vivir y no tiene necesidad de nuevos sustos y sobresaltos.

Por cierto, FELIZ AÑO 2015 (si es posible, sin conmociones innecesarias y con la fiesta completamente en paz)