Revista Cultura y Ocio

Treinta días escribiendo una novela: lo que aprendí de NaNoWriMo

Publicado el 02 diciembre 2015 por Pipervalca
Tras haber completado mi experiencia en Nanowrimo, solo me resta decir que no sé si lo volveré a hacer, y si decidiera repetirlo el otro año, me aseguraré de no perder la cabeza como me sucedió este noviembre.

Y es que, prácticamente todo fue un caos completo, a pesar que en esta entrada explico mi plan para ser ultraproductivo. ¿Sirvió? pffffff.Aunque no todo ha sido malo, pues si el objeto del Nanowrimo es que yo escribiera 50.000 palabras, entonces me consideró un ganador.

El problema es que, tras haber terminado de escribir, me sentí vacío, como si todo hubiese sido en vano. La noche de los locos terminó, literariamente aceptable o no, pero terminó. Fue difícil, no lo dudo, pero el experimento me dejó las siguiente conclusiones:  

1. Que si es posible escribir todos los días.

2. Que puedo escribir otros géneros literarios sin muchas complicaciones.3. Que soy capaz de escribir sobre la marcha, improvisando y soltando palabras sin pensarlo logrando una estructura más o menos aceptable.4. Que la mayor parte del tiempo la balanza entre la escritura y el tiempo con mi pequeño hijo se desniveló hacia Juan Esteban.5. Que mi querida esposa poco o nada apoya mi trabajo como escritor.6. Que puedo llegar a descuidar mi empleo por sentarme a escribir.7. Que escribir todos los días, redactar las entradas del blog, realizar mantenimiento del mismo, disfrutar del tiempo libre y departir con los que quiero es muy duro.8. Que el día debería tener más de 24 horas.9. Que la OMS bien podría reducir el número de horas de sueño a menos de cinco horas diarias, poniéndome como ejemplo.10. Que debo planear mejor mí tiempo.11. ¿Procastinación? ¡Soy el amo de la procastinación!

12. Que bajo presión puedo escribir... y muy bien.Pero más que haber descubierto cierta incompatibilidad entre mi vida personal/social/íntima y la literatura, gracias a las estadísticas del Nanowrimo puedo analizar mi comportamiento día a día, llegando a descubrir qué días fui más productivo que otros.


Treinta días escribiendo una novela: lo que aprendí de NaNoWriMo

1. Del día 1 al 5 de noviembre: sobrepasé por muy poco las palabras requeridas al día. La meta para el sexto día era de 10.000 palabras y llevaba escritas 10.102. Una gran falla, ya que debí planear que habrían días en que no escribiría ni una sola palabra, por lo que considero necesario poseer alguna ventaja de compensación. Creó que me sentí un tanto sobrado, al fin y al cabo ¿Quién no puede escribir 1.667 palabras por día? 

2. Días 6 a 8 de noviembre: no escribí ni una sola palabra. Empecé a flaquear. Me estanqué en 10.102 palabras. A partir de este punto nunca alcancé el tope de palabras por día que me garantizara algún grado de comodidad.
3. Del día 9 al 16 de noviembre: escribí a cuentagotas día de por medio, alcanzando la mitad de noviembre con tan solo 16.860 palabras y un desfalco de ¡9.806 palabras! Creo que este fue uno de los momentos en que bien pude tirar la toalla y dedicarme a criar hormigas, pues la gráfica desanimaba demasiado. Sin embargo, no me di por vencido y un martes en que debí estar trabajando... (espero que mi jefe no lea nunca estas entradas)

4. 17 de noviembre: escribí 4150 palabras, hasta ese día el mayor tiempo invertido en la novela y que corresponde a un día de trabajo en la biblioteca.5. Día 18 al 22 de noviembre: escogí este lapso amplio de tiempo para demostrar que en cinco días no invertí absolutamente nada de mi tiempo en La noche de los locos. Apenas 2.113 palabras, menos de los que escribiría en dos días.

6. A partir del día 23 y hasta el 26 de noviembre empecé un ascenso esperanzador, escribiendo 11.779 palabras para llegar 34.902. Podía considerarme un rotundo perdedor del Nanowrimo. A tan solo 4 días de terminar y con un tremendo hoyo de 8.431 palabras. ¿Qué sucedió a continuación? ¡Nada!

7. Días 27 y 28 de noviembre. No escribí ni una sola palabra, ni un mamarracho de letra o siquiera un jeroglífico. ¿Cómo es eso posible? No lo sé ni lo recuerdo. Quizás lo borré de mi subconsciente. ¿A dos días de terminar y no me digné a escribir? Vaya escritor.

8. El día 29 de noviembre ocurre algo inusual y misterioso. Mi esposa decide visitar a su señora madre, que vive en otra ciudad, para que mi hijo pasara un día agradable con su prima. ¿Podría ser posible tanta dicha? Esa mañana cuando regresé a casa tras la iglesia, casi al mediodía, me senté frente al computador a escribir totalmente enloquecido. Almorcé casi a las tres de la tarde y continué escribiendo hasta que sentí cierta apatía por la actividad y supuse que era momento de un descanso. Cerré Word, abrí mi carpeta de descargas en HD y gocé de una tarde/noche con la película Mad Max: Furia en la carretera. 

Confieso que fue grato no pensar en La Noche de los locos por unas cuantas horas y dejarme llevar por completo en la trama y los efectos especiales de la película. 

Una vez terminado, compré comida a Domingo y a Bigotes (Mi perro y mi gato) y regresé al computador, pero esta vez alternando con las redes sociales y con la Internet como un desafío a mis propias leyes, pues en cualquier momento mi familia regresaría de su viaje y terminaría la aventura en Nanowrimo.
De pronto sonó el teléfono celular:
─¿Aló? ─pregunté un tanto distraído.─Hola amor, soy yo.─Ah, hola. ¿Vienes en camino?─No. No sé cómo explicarlo sin que te molestes. ─Hubo un silencio incómodo─. Decidí quedarme a dormir en casa de mi madre y no regresaré hasta mañana en la tarde, después de que llevemos a los niños a piscina. Qué dices. Aló, aló. ¿Estás ahí?
9. El día 30 de noviembre desperté a las 06:00 de la mañana y me dispuse a limpiar la casa en aceleración (No fui al trabajo). Tras un día de locos y siendo casi las 5:00 p.m. pude gritar a los cuatro vientos ¡TE HE VENCIDO, NANOWRIMO! Perdí dos kilogramos de peso, las uñas de los dedos y aprendí a beber mi propia orina, pero lo logré. 50.000 palabras en un mes, 9623 paginas en un día.

Entonces, la participación en el Nano me ha abierto los ojos hacia una nueva forma de llevar y controlar mi escritura, que no se basará tanto en las horas invertidas, sino en la productividad alcanzada.

No habrán metas diarias, pues soy consciente de que soy altamente vulnerable a ciertos factores externos, y tratar de alcanzarlas supondría cierta frustración. En cambio, empezaré un estudio estadístico de mi rendimiento a partir de este momento y puliré esta técnica para darla a conocer una vez esté lista.

Y a quienes no han participado, los invito a hacerlo como un reto personal, pues resulta extrañamente interesante. 

Después de todo, nada como sentirse un ganador.


Treinta días escribiendo una novela: lo que aprendí de NaNoWriMo

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