Revista Regiones del Mundo

Treinta niñas afganas hospitalizadas tras un ataque con gas

Por Antoniopampliega

Si no puedes con tu enemigo ataca al más débil. Esa es la máxima que se han propuesto llevar a cabo los talibán en Afganistán. Impotentes ante las acometidas de los aliados los integristas han descargado toda su ira contra los colegios donde las niñas acuden a clase. Cuando los talibán consiguieron hacerse con el poder prohibieron tajantemente la educación para las niñas. Fueron cinco años- de 1996 a 2001- nefastos para la mujer que quedó relegada al ostracismo por el integrismo de unos incultos bárbaros. A pesar de la invasión de Estados Unidos y de la llegada de la democracia en algunas zonas rurales, donde la presencia de los talibán es más que evidente, las escuelas para niñas siguen cerradas a cal y canto y los profesores amenazados de muerto si se les ocurre aleccionar a las niñas.

Pero poco a poco, con la ayuda de los miembros de la coalición, las escuelas de niñas van abriendo sus puertas en todo el país. Aunque estás acaban por convertirse en objetivos prioritarios de los insurgentes. Son fáciles de atacar y las consecuencias son nefastas… El último ataque se produjo en la ciudad de Kunduz, en el norte del país. Los talibán aprovecharon el horario lectivo para atacar una escuela con gases venenosos. El ataque afectó a más de treinta niñas que tuvieron que ser trasladadas al hospital de la ciudad para tenerlas bajo observación.

Pero este no es un ataque aislado. En el último mes se han registrado cinco altercados similares en toda Afganistán, tres de ellos en la ciudad de Kunduz. Hace unos días, 22 escolares y tres de sus profesoras cayeron enfermas cuando su escuela fue alcanzada por un posible ataque con gas en Kabul, aunque aún no está clara la responsabilidad del incidente.

Los ataques contra las escuelas para chicas utilizando gas venenoso se han incrementado desde el año pasado. En la mayoría de los casos, las niñas han informado de que primero han olido algo dulce, y después han comenzado a marearse y vomitar. Por ahora, ninguno de los casos ha resultado mortal.

Pero cuando no atacan con gases venenosos lo hacen de una manera más cruel y salvaje. Se cuelan en los colegios al amparo de la noche y entierran en la arena de los patios minas antipersona listas para que las niñas las pisen cuando estén jugando. En Kandahar sembraron cinco de estas mortíferas bombas el mismo día que se inauguraba un colegio para niñas. Una de las alumnas sufrió la amputación severa de una de sus piernas y desgarros en la otra tras pisar la mina. Así se las gastan…


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