Revista Comunicación

Tres anuncios a las afueras: dulce, divertida y perturbadora

Publicado el 15 enero 2018 por La Cara De Milos La Cara De Milos @LacaradeMilos
Tres anuncios a las afueras: dulce, divertida y perturbadora

Bien es sabido que las verdaderas grandes historias son atemporales, de ahí que mangas como Old Boy tengan su máxima influencia en Edipo rey de Sofocles. Tres anuncios a las afueras pertenece a ese tipo de historias. Sus personajes, su argumento, su acción, podían haber sido escritos hace mil años, porque si prescindimos del decorado, de las referencias a Google y de los teléfonos móviles, lo que tenemos es, ante todo, una historia de lo que es la vida, de lo que son las relaciones humanas, de la incertidumbre y la sorpresa que nos pueden tener preparadas.

Tres anuncios a las afueras: dulce, divertida y perturbadora

Martin McDonagh no solo es inteligente, también es listo. Ha escrito el guion (pulido, finamente ajustado) de Tres anuncios a las afueras de una manera que los giros no terminen por ser un ejercicio de vulgaridad narrativa, sino una conexión, una concatenación de las estructuras que termina por resultar natural, que encaja como las piezas de un puzle. Para ello, además, con su ojo detrás de la cámara, no necesita de grandes lujos fotográficos o técnicas de montaje experimentales. Los planos, los contraplanos, las panorámicas y, sobre todo, un paraje natural como el de Misuri (aunque en realidad fue rodada en Carolina del Norte), le sobran para construir una gramática cinematográfica que destila sabor a clásico, como el de Orson Welles, sin renunciar a otros grandes contemporáneos como los Cohen o Clint Eastwood.

Tres anuncios a las afueras: dulce, divertida y perturbadora

Ha sacado lo mejor de una Frances McDormand que tiene todas las papeletas para hacerse con el óscar a la mejor actriz después de haberse llevado el globo de oro. El personaje de Mildred es áspero, vengativo, sarcástico, hasta misántropo, pero a la vez es dulce, cercano, sentimental y, por encima de todo inolvidable. Y no es el único, el casting es una maravilla, continuando con un Woody Harrelson excepcional; no solo no sobra nadie, sino que todos encajan a la perfección es esa pequeña maqueta de la humanidad que es el pequeño pueblo de Ebbing, en Misuri. Una maqueta en la que los personajes evolucionan, en la que cuando termina la película terminas por comprender las razones que les han llevado a actuar de uno u otro modo, que te han llevado a odiarles o a amarles.

Tres anuncios a las afueras: dulce, divertida y perturbadora
Tres anuncios a las afueras: dulce, divertida y perturbadora

Ebbing, Misuri, los Estados Unidos más profundos, allí donde no llega el glamur de Nueva York ni las constelaciones de Los Ángeles ni el despilfarro de Las Vegas. Un interior de Estados Unidos que es el mismo que llevó al nazi reciclado de Trump a la Casa Blanca; algo que se percibe desde el principio en la cinta. Porque McDonagh no ha querido dejar que el presente se le escape, aunque Tres anuncios a las afueras versa más sobre sentimientos, sobre venganza, sobre rencor, sobre reconciliación, sobre las casualidades que adornan una vida humana que, de lo contrario, nos haría vagar por las calles como sombras sin cuerpo.

Es, quizás, esa sinestesia de emociones lo que mejor define a Tres anuncios a las afueras desde un punto de vista dramático: personajes que comparten una tragedia, que se culpan, que cometen verdaderas atrocidades, a veces sin ni siquiera tener que tocarse, pero que, en realidad, se caen bien tanto como se guardan antipatía, que a su manera se quieren y se tienen afecto, aunque de por medio haya violaciones, torturas y malos tratos. Existe a la vez tiempo para la sonrisa como para las lágrimas...

Apunten la escena del flashback: tan terrorífica como conmovedora. Escenas como esta hacen de Tres anuncios a las afueras una de las mejores películas que un servidor ha visto en muchos tiempo.


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