Revista Comunicación

Tres ideas para la gestión empresarial moderna

Publicado el 03 junio 2013 por Javier Díaz Sánchez @javierdisan
Tiempo aproximado de lectura: 1 minuto

Vivimos en un mundo cada vez más irregular donde personas irregulares utilizan medios irregulares para crear productos irregulares que reportan beneficios irregulares. Gary Hamel

nuevo managementA estas alturas de la película tenemos claro que no existen fórmulas mágicas sino únicamente ideas que pueden ayudarnos a entender porqué las empresas necesitan incorporar nuevas formas de gestión. Bajo mi punto de vista, y apoyándome en la fantástica obra de Hamel “El futuro del management”, comparto contigo algunas de ellas:

IDEA 1. Las empresas necesitan personas motivadas e implicadas en los proyectos más que a empleados obedientes.

Paradójicamente, el modelo de management más habitual está orientado a que personas rebeldes, testarudas y de espíritu libre cumplan con unas normas. El resultado de esta política de gestión es que aporta disciplina a la producción pero limita la capacidad de adaptación de la empresa ya que encorseta la imaginación, creatividad e iniciativa de las personas que trabajan en ella. Dicho de otra manera, estos principios del management fomentan la disciplina, la puntualidad, la economía, la racionalidad y el orden, pero otorgan muy poco valor al talento artístico, el inconformismo, la originalidad, la audacia y el entusiasmo, y por tanto, despoja a los empleados de su faceta más creativa. En el post “Darwinismo empresarial, adaptación al cambio y toma de decisiones“ ya hablaba de la importancia de los imprendedores…

Una persona con pasión es mejor que cuarenta simplemente interesadas. E.M. Forster, novelista inglés

Por cierto, que las capacidades humanas más valoradas hoy en día son las menos controlables es un hecho, pero ¿acaso el management moderno puede ignorarlas?

IDEA 2. La materia prima fundamental de las empresas es el capital intelectual de sus trabajadores.

En un mundo difícil de prever, el ensayo-error se ha convertido en una estrategia muy adaptativa cuando las organizaciones son ágiles y estimulan la creatividad de sus trabajadores para que ofrezcan soluciones innovadoras. En resumidas cuentas, el éxito depende menos de la planificación de lo que va a venir después y más de la experimentación continuada con vistas de futuro. Pero a pesar de lo evidente, las empresas tienden a ignorar el capital intelecual de los trabajadores más allá de lo que se espera de ellos en el desempeño de sus tareas. Una práctica habitual que no ayuda a conseguir el compromiso y la ilusión de los empleados sino más bien anclarles en un marco de referencia fácilmente manipulable. Según el estudio realizado por la consultora Towers Perrin sobre 86.000 empleados de medianas y grandes empresas de 16 países, el 14% de los empleados de todo el mundo están muy comprometidos con su trabajo, mientras que el 24% se sienten totalmente desconectado. El resto se sitúa entre esos dos extremos. En otras palabras, el 85% de los trabajadores de todo el mundo no dan de si todo lo que podrían. Se trata de un despilfarro escandaloso de capacidad humana que nos ayuda a explicar por qué tantas organizaciones son menos capaces que las personas que trabajan en ellas.

Pero para que fluya la creatividad y la innovación debe existir un entorno inspirador, que permita conectar ideas, imaginar y probar nuevas soluciones, etc. En definitiva, un proceso de aprendizaje continuo que pasa por tener más libertad. Pero aquí encontraremos otro problema. Más libertad significa menos supervisión, y menos supervisión significa menos autoridad (y, tal vez, ¿menos jefes?). Este tema daría para otro post…

IDEA 3. La transparencia y la redistribución del poder son vitales.

Con frecuencia escuchamos a jefes expresando ideas del tipo “estamos juntos en esto”. ¿Retórica o declaración de intenciones? Pues como dice el refranero popular “Obras son amores y no buenas razones”. Estar juntos no es tener proximidad física o vestir una misma “camista” sino compartir información, responsabilidades, esfuerzos, sufrimientos y alegrías. Frente a esta fórmula, muchas empresas optar por ocultar información como medio para controlar a los empleados, una formula tóxica con la verdad y de efectos muy negativos.

Y en cuanto a la redistribución del poder, me temo que es un planteamiento que no hace mucha ilusión a aquellos que lo detentan ya que haría aflorar inseguridades personales. Pero al margen de esta cuestión, otro peligro que conlleva la capitalización del poder por parte de solo unas pocas personas es que algunas de ellas pueden mantener secuestrada la capacidad de la empresa para cambiar.

En resumen y visto lo anterior, una de las conclusiones a la que podemos llegar es que ante un entorno tan convulso la empresas deben ser estratégicamente adaptables y eficaces desde un punto de vista operativo. En este sentido y conectando con la idea que citaba al inicio de este post, una empresa que venera la regularidad con devoción absoluta tiene muchas probabilidades de encontrarse con dificultades para distinguir entre las irregularidades que destruyen valor y las que lo crean. Un riesgo que ninguna empresa debería permitirse.


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