Revista Cultura y Ocio

Tres meses

Publicado el 13 diciembre 2015 por Javier Ruiz Fernández @jaruiz_

Hoy no puedo más que confesar que, a veces, también yo uso la escritura de un modo funcional.  Sí, al igual que toda esa gente que coge un papel y se siente escritor o escritora por una tarde, materializando en un papel aquello que anhela, desea o echa en falta. A este proceso le falta la constancia, que es lo único que diferencia al escritor —sea bueno, sea malo— con aquel que mendiga una respuesta a su propia psique.

No considero que esto tenga nada de malo, claro que no; pero, por norma, me resulta carente de interés. Es más, se me asemeja mucho a aquellas primeras hojas de diario que garabateábamos describiendo el postre que nos había preparado nuestra madre por ser viernes, o con aquella chica de coletas rubias y acento argentino que se llamaba Anaïs y de la que, un cuarto de siglo después, todavía recuerdas esa extraña sensación que despertaba en ti y que no supiste interpretar tan bien como ella.

Sea como sea, este tipo de escritura es una fórmula verdaderamente útil para analizar los propios pasos, y actuar. Para todo lo demás, ya está YouTube y sus youtubers narrando la rutina de todos nosotros y, con suerte, convirtiéndolo en sueldos millonarios que envidiar.

Dicho esto, transcribo mis últimas notas en papel, con el fin de defender mi teoría, y con la relativa certeza de que, si a alguno o a alguna le gusta esto, que sepa que tampoco se va a repetir a menudo, que quizá este no es un blog para ello (aunque esta vez no he podido resistirme) y que, si le despierta la vena cotilla, que lo aproveche.

Ahí va mi día a día de este diciembre anómalo en el que hasta he llegado a sudar; ahí van mis perspectivas de futuro hasta cruzar el Atlántico en poco más de dos meses…

Viaje a EEUU

Quedan (menos de) tres meses para lanzarnos a quemar rueda a lo largo de miles de millas en las carreteras estadounidenses, y cada vez que se me ocurre comprar un diario ha habido una masacre de gente en el país de la Libertad. Qué mal rollo, ¿no? Después, recuerdo que fuera de nuestra burbuja, cada día mueren miles de personas, y malviven; y si bien me hago más consciente de ese nudo en la tráquea, la intrascendencia de uno mismo ayuda.

Eso sí, decidido a vivir una aventura irrepetible, me planteo transcribir la experiencia como un diario de viajes en formato blog, sin filtro, y conforme las cosas se sucedan una tras otra. Será una buena forma de no perder esa insana costumbre de escribir unas líneas diarias en un papel, o a través de un teclado, y de no olvidar que, de vez en cuando, el mundo nos supera y nos ayuda a seguir creciendo.

Jruiz.es, una web para mí

Con cuatro duros que había ahorrado, he montado una página web. Si te fijas, puedes ver el enlace con un logo (cutre, por ahora) en el lateral derecho. Mi intención es reservar un espacio donde subir aquellos textos ya terminados que me gustaría compartir públicamente. Algunos me avergüenzan, otros solo me gustan a mí y más de uno se ha compartido y comentado cientos o miles de veces; sea como sea, ya tienen un lugar en el que descansar.

Un segundo trabajo

Ayer, llegó el rechazo de un manuscrito que envié a Penguin Random House Mondadori. No es la única editorial que lo ha rechazado, ya van varias, tanto grandes como pequeñas; si es por su calidad técnica o por su temática, no lo sabré (para ellos, la calidad de todas las obras que les envían es indudable, ya sabes), aunque creo entrever que lo segundo también pesa lo suyo.

El texto en cuestión son nueve ensayos sobre la vida y la muerte animal de los que ya hablé aquí cuando decidí empezar a escribirlos; quizá la industria cárnica, la peletera o el maltrato animal no son temas por los que la mayoría de las editoriales deciden moverse, o quizá el texto sea espantoso: en todos los sentidos.

De cualquier modo, no me rindo, entro con más fuerza, y resiguiendo el ejemplo de entidades asombrosas que intentan concienciar sobre estos temas en nuestro país, como PACMA, Igualdad Animal o Anima Naturalis. Para ello, voy a ir aprovechando algunos fragmentos de interés general que presentaré en este mismo blog. Empecé con El consumo de carne en el mundo, y seguiré esta semana con un tema que, tristemente, sigue muy ligado a la moda.

Kendo

A finales de noviembre, volví a entrenar. El kendo —incluso cuando no sabía qué era— siempre fue algo que, desde pequeño, me había llamado la atención y que, curiosamente, mi novia llevaba años practicando cuando la conocí.

Empecé en 2010 o 2011, pero tuve que dejarlo cuando me mudé a Mallorca; tuve que dejarlo, de nuevo, por una lesión grave en la espalda y esta tercera vez solo puedo pensar en hacer mi mejor esfuerzo para progresar lo más rápido posible. Supongo que casi todos los que lean esto, no sabrán lo frustrante que resulta querer practicar diariamente, y tener que esperar dos años y medio para volver a colocarse el bogu y empuñar un shinai. Bueno, probablemente tampoco sepan que es un bogu, ni un shinai, ni las pesadillas que nos produce un entrenamiento con demasiado kakarigeiko…

Obrint portes

A principios de año me propuse colaborar con AlPerroVerde en los programas de reinserción de internos en los centros de Quatre Camins y Brians 2; los jueves termino de trabajar un rato antes y acompaño a la gente de la asociación a hacer algo distinto con nuestro tiempo.

El fin es el apoyo institucional y no lucrativo enfocado a la reinserción del recluso y a la mejora de las posibilidades de adopción de los perros de protectora que adiestramos durante las diez semanas que duran los programas; el medio es no juzgar, y ofrecer un poco de normalidad en las vidas de la gente que cumple condena en prisión. Supongo que me animé porque me encantan los perros y el adiestramiento canino… pero he descubierto que hay otras muchas cosas que aprender detrás de esos muros.


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