Revista Diario

Tributo a mi madre

Por Desmadreando @desmadreando

Quisiera aclarar que no se me pasó el día de las Madres.Aunque pensándolo mejor, podría echar una de esas mentirijillas diciendo que de donde yo vengo se celebra hoy. Sin embargo, me van a perdonar pero hoy quiero hacerle un tributo a mi Madre. ¿Por que? Pues por que si.

Cada vez que por las noches me iba a acostar, mi madre me acompañaba y teníamos un ritual. No se ría usted por lo que voy a confesar a continuación; pero mi madre me acompañó a acostarme hasta los veintidós años. Era el momento de contarnos que habíamos hecho durante el día, nuestras aventuras; y siempre me terminaba contando una historia de su juventud de cómo había enamorado a mi papá.

Para terminar el ritual, entraba dentro de la cama y ella apagaba la luz. A continuación, desde la puerta de la habitación, me recitaba el siguiente poema de Rubén Darío:

“Margarita”

Margarita, está linda la mar,
y el viento

lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento.

Este era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes,

Un kiosco de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.

Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: “¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho,
que encendido se te ve?

La princesa no mentía.
Y así dijo la verdad:
“Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad”.

Y el rey clama: “¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura!¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar”.

Y dice ella: “No hubo intento;
yo me fui no sé por qué;
por las olas y en el viento
fui a la estrella y la corté.

Y el papá dice enojado:
“Un castigo has de tener:
vuelve al cielo, y lo robado
vas ahora a devolver”.

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: “En mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí.”

Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mi vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.

Siempre en días difíciles recurro a leerlo y me da paz.

Se los comparto. Quizás a ustedes o a sus hijos les guste y el ritual siga esparciéndose.

¡Gracias Mamá!- por que se que me lees, por que aunque estás del otro lado del Atlántico cuando te necesito siempre estás cerca y si no tan sólo leo el poema y huelo tu presencia.


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