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Tripiti

Publicado el 09 enero 2022 por Claudia_paperblog

Es Tripiti lo que realmente me da pena, nuestra casa con el techo bajo, la puerta pintada de verde y las ventanas llenas de flores. El olor a naranja en el salón, la cama con los barrotes de hierro. Nos duchamos con la puerta del baño abierta, caminamos desnudos por toda la casa, nos besamos, nos tocamos, suspiramos juntos, sudamos, nos morimos juntos.

Me pongo un vestido blanco que se transparenta y él no puede evitar clavar su mirada en mis piernas, en mi culo, en mi lencería negra que destaca por debajo de la tela. El olor que rodea la casa es inexplicable, es dulce y proviene de una planta seca que todavía desprende más olor en verano, cuando el sol la quema. Parece hinojo. A veces, estoy convencida de que se trata de una planta, otras, pienso que es el olor de Grecia, el olor de la isla. No vuelvo a sentir ese olor hasta dos años después, cuando vuelvo a una isla griega, esta vez sola. Aparco el coche y cuando desciendo del vehículo, ese olor me inunda. Lo busco desesperada por todos lados, el mar enfrente, matojos alrededor y parece que retengo ese olor durante unos segundos, pero es huidizo, no permanece más tiempo, así que se me hace imposible descubrir de dónde proviene. Me trae muchos recuerdos y me entran ganas de llorar.

Esa tarde, con mi vestido blanco, me lleva al centro del pueblo para ver el atardecer. Y en mitad de un descampado, propiedad de un hombre anciano que nos deja pasar sonriente, contemplamos un atardecer espectacular. Se nos une un grupo de españoles y, al despedirnos del hombre, este le dice a mi novio que no me deje escapar, que soy una mujer preciosa.

Él lo sabe, y dice que nunca me dejará ir, pero no sabemos lo que decimos, no sabemos si podremos cumplirlo.

El pueblo ha oscurecido de repente tras ponerse el sol, la iglesia tiene ahora un aspecto más tenebroso, con los vidrios de las ventanas rotos. Me gusta la escalinata que lleva hasta la basílica. Los restaurantes sacan las mesas a la calle, donde la gente disfruta del aire fresco de la noche, una copa de vino en la mano, velas encendidas iluminando sus rostros, sonrisas relajadas, vestidos con los hombros al descubierto. Nosotros volvemos a nuestra casa griega de techo bajo, puerta verde y ventanas con flores y hacemos el amor.

Tripiti

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