Revista Atletismo

Triste como una tortuga con prisa

Por Corroyexisto

Triste como una tortuga con prisa

Habían pasado dos meses desde aquella tarde en que salió a correr por primera vez con Carlos y ya se encontraba en la línea de salida de su primera carrera de 10km.

Conocía a Carlos desde hace dos años, aún recuerda lo que pensó la primera vez que lo vio salir del ascensor vestido de Miguel Induráin y con una bicicleta colgando, literalmente, del hombro mientras él se peleaba por teléfono con el "simpático" de la mudanza que le había dejado el sofá en medio del portal para irse a almorzar. "Vaya chulito" pensó en ese momento que no duró más que el tiempo de decirse mutuamente un buenos días de esos breves y de cortesía que se dan sin prácticamente mirar a la persona que pasa por tu lado.

Los días, las semanas posteriores a la mudanza fueron bastante ajetreadas, casa nueva, trabajo nuevo, colegio de los niños nuevo,... prácticamente no había tiempo para nada ni para nadie que no tuviera que ver con la nueva planificación familiar pero al cuarto o quinto domingo de estar instalados se volvió a encontrar a Carlos saliendo del ascensor. Tras los respectivos saludos y presentaciones formales preguntó por preguntar, ya que su máximo acercamiento a una bicicleta hasta la fecha se había limitado a dormir la siesta con el Tour de fondo, que tal iba la bicicleta que Carlos llevaba colgando, literalmente, del hombro. Tras esa fugaz conversación vecinal de un domingo matinal la confianza con Carlos fue aumentando poco a poco hasta el día D. El día D es cuando a uno de los dos se le ocurrió la genial idea de: "Quedamos a cenar con las mujeres.", y ahí empezó.

Fue una cena amena. Un par de cervezas de aperitivo, ensalada César "casera", unas tostaditas con foie de l´Ampurdà y como plato principal un exquisito Entrecot relleno y envuelto de hojaldre, todo regado con un Flor de Pingus del 2009 que denotaba que a Carlos le gustaba jugar en Champions League.

Que si hay que ver los niños como crecen, que si el del quinto no paga la Comunidad, que tenéis que ir fin de semana romántico al Hostal Casbasch de Playa Mitjorn,... todo transcurría de forma natural cuando de repente Carlos hizo la pregunta que llevaba temiendo desde el mismo instante en que quedaron para cenar: "Oye, ¿Porque no te vienes un domingo a dar una vuelta en bici?" "No tengo",soltaste de inmediato demostrando nulo interés y unas ganas de huir de forma rápida e indolora de la conversación. "Yo tengo dos", soltó Carlos sin dar posibilidad a una huida digna y fugaz. "Pufff, no sé", resoplaste mientras gesticulabas forzosamente para demostrar tu negativa, "Venga cari que te irá bien para soltar estrés y de paso recuperas algo tu figura". Acorralado Cuatro, no hay salida. "No me gusta la bici, me da miedo", fuera el orgullo, fuera el honor, a paseo la hombría, estabas dispuesto a sacrificarlo todo para acabar con esa conversación. "Pues quedamos para correr", Carlos no daba tregua.

(continuará)


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