Revista Belleza

Trucos para disfrutar de las vacaciones con niños pequeños

Por Termalistas @Termalistas
Asociación Mundial de Educadores Infantiles


El cambio de rutina en vacaciones puede alterar a las criaturas y producirles ansiedad si no se toman medidas.

Pasar más rato con los padres, descubrir la riqueza del entorno, hacer amigos, experimentar con el tacto de la arena en la playa, chapotear en el agua y descubrir juegos que solo tienen lugar en verano son solo algunos de los alicientes que tiene para una criatura la llegada de las vacaciones estivales. Para aprovecharlas al máximo, la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE) recomienda tomar medidas para que el infante se adapte a los cambios de rutina y ubicación que supone esta época del año.
El tiempo de vacaciones de los padres ofrece un cúmulo de experiencias maravillosas para los niños. Al disminuir las obligaciones laborales, la interrelación afectiva va a ser más intensa, según pone de manifiesto AMEI, y el niño estará feliz por pasar el día entero al lado de sus padres.
Tanto si la familia opta por viajar a la playa como si prefiere la montaña, la piscina o simplemente pasear por el parque, los pequeños descubrirán un mundo apasionante de paisajes, personas, objetos y animales nuevos que influirán en su desarrollo. Pasar tanto tiempo al aire libre facilitará el ejercicio psicomotor de la criatura, de modo que los padres notarán un mayor avance en la adquisición de nuevas habilidades. Incluso puede que el niño pegue `un estirón´.
Si las criaturas van a la playa, el yodo del agua de mar favorecerá su calcificación ósea. Este ambiente también mejorará su apetito y oxigenará su sangre, lo que estimulará la circulación sanguínea. Otro beneficio de las vacaciones en el litoral es que el niño hará acopio de vitaminas que le protegerán de posibles enfermedades respiratorias. Pasear descalzo por la arena, si el terreno no representa ningún peligro, le resultará muy placentero y contribuirá a la correcta formación de sus pies.
Por otro lado, viajar a la montaña permitirá a las criaturas respirar aire puro, lo que favorecerá su ventilación pulmonar. Posiblemente, el niño también tendrá más apetito y dormirá mejor. Si hay zonas con césped, podrá andar descalzo sin riesgos.
Pese a todos estos beneficios, `las vacaciones implican algunos cambios en el ambiente y las rutinas. La casa, los muebles, la comida y las relaciones con las personas son distintas, así que es lógico y normal que el niño reaccione con algo de inseguridad y ansiedad´, advierte Juan Sánchez Muliterno, presidente de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE). `Los padres le pueden ofrecer la comprensión, el afecto y la estabilidad necesarios para que se adapte con rapidez a estos cambios´, añade.
Según AMEI, hay 9 medidas que los padres pueden tomar para preparar las vacaciones de manera que sean lo más cómodas posibles:
Hablar del viaje al niño unos días antes: conviene que los padres comuniquen su ilusión y entusiasmo, aunque sin generar demasiadas expectativas que puedan provocar frustración. Un buen viaje empieza desde que se planifica, así que es una buena idea convertir en un juego esta fase previa de ambientación. Toda la familia puede participar en la búsqueda de información sobre el destino en Internet, localizar el lugar en un mapa, mirar fotografías en libros y revistas, comentar las costumbres gastronómicas y paisajes con los que se van a encontrar, etc.
No cambiar las rutinas drásticamente: es conveniente que las costumbres de alimentación y sueño no sufran alteraciones drásticas para evitar que el niño sufra ansiedad o coma menos.
Llevar los juguetes preferidos del niño: concretamente, aquellos objetos a los que el niño esté más apegado, para que pueda sentirse como en casa allá donde vaya.
Motivar su participación: es recomendable que los padres hablen mucho con el niño sobre las cosas que vayan encontrando durante el viaje. Conviene animar al niño para que exponga su opinión y exprese sus sentimientos.
Refuerzos positivos: alabar los logros del pequeño y felicitarle por sus esfuerzos para adaptarse a nuevas situaciones hará que se sienta motivado durante el viaje.
Facilitar encuentros con familiares y otros niños: relacionarse con familiares a los que no ve habitualmente favorecerá el proceso de socialización del pequeño y le ayudará a consolidar un concepto de grupo más allá de la familia nuclear. Al interaccionar con abuelos, tíos o primos en un ambiente distendido, la criatura empezará a comprender su rol dentro del grupo. Igualmente positivo será que los padres faciliten encuentros con otros niños sin obligar al hijo a compartir. Seguramente, lo hará él de forma independiente pasado un rato.
Ayudar a aprender nuevas habilidades: nadar es una de esas actividades veraniegas que el niño puede empezar a practicar si aún no lo ha hecho. En muchos lugares turísticos, además de otras actividades lúdicas infantiles, organizan cursos de natación dirigidos por profesionales. Si quienes enseñan a nadar son los padres, la actividad puede ser una ocasión única de vinculación familiar.
Prevención contra el sol: la piel de niños y niñas es especialmente sensible y en verano hay más peligro de exposición solar por la realización continua de actividades al aire libre. Es importante aplicar siempre un protector solar adecuado, como mínimo media hora antes de que estén expuestos a los rayos UV. Siempre que sea posible, conviene que los niños jueguen en la sombra, con la camiseta puesta y con gorra. Tampoco está de más una loción repelente de insectos.
Conservar recuerdos: uno de los beneficios de viajar es el buen recuerdo que nos deja. En la era de la imagen, generar y conservar recuerdos es una actividad placentera que alarga en el tiempo los efectos de las vacaciones. Es una buena idea que los padres inmortalicen esas primeras aventuras en vídeo o foto y que animen al niño a confeccionar sus propios álbumes, pintar dibujos sobre las experiencias vividas o comenzar una colección de objetos significativos de los lugares que visitan.
Sin duda, este será un verano inolvidable para toda la familia, rico en estímulos y felicidad común. Para el niño y para los padres, no habrá ocasión de repetir una experiencia exactamente igual en el futuro, de modo que aprovechen cada instante con intensidad y emotividad.


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