True detective. Season 2 (Nick Pizzolato & Cary Fukunaga & HBO, 2015. EEUU): la primera temporada de esto fue uno de los hitos televisivos más serios del nuevo siglo, un muy pesimista descenso a los infiernos del mismísimo Mal. Su continuación, simplemente, no ha estado a la altura. Con unos personajes con cara de cargar con todo el peso de la culpa de todos los males del mundo sobre sus hombros, sólo queda fuera del desastre su espectacular reparto y cierta escena de acción hacia el ecuador de la serie; lo demás es un soberano y confuso aburrimiento entre el tópico (corrupción política con múltiples tentáculos en muchos ámbitos e intereses, como por ejemplo el de la prostitución de altos vuelos, a partir del simple homicidio de la mano derecha de un gangster con deseos de dejar una vida que no puede terminar de otra manera) y la referencia a títulos y nombres mayúsculos del noir cinematográfico norteamericano de distintas épocas (Hawks, Welles, Polanski, Hanson) por banderas. Recurre a lo onírico y/o alucinógeno (los últimos instantes de personaje de Vince Vaughn, la escena de la orgía) que poco o nada tienen que ver con el tono oscuro y psicológico que tan bien quedaba en la temporada inaugural y que tan postizamente mal queda aquí. Mejor a partir de cuando el “caso Caspere” se reabre, tomando el relato momentáneos vericuetos western, pero aun así resulta una flagrante decepción con bastante menos personalidad que la temporada anterior.
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