Revista Ciencia

Ttakun ttakun, una música para siempre.

Publicado el 09 octubre 2014 por José Luis Ferreira
Ttakun ttakun, una música para siempre.
Hace treinta y cinco años la nueva música vasca estaba vibrante. La originalidad de los músicos no parecía tener límite. El sello Guimbarda recopilaba el folk mundial y español, pero no abarcó al vasco, que creó el suyo propio, Xoxoa. Recientes estaban los emblemáticos discos de Mikel Laboa (Bat-Hiru) con su mezcla de tradición y modernidad tanto en la música como en los temas y de Benito Lertxundi (Zuberoa-Askatasunaren semeei), flirteando con la música celta y llevando el preciosismo de la canción vasca hasta niveles nunca alcanzados, entre otros muchos que pululaban en el ambiente difícil de aquella época de transición en todos los sentidos.
Txomin Artola estaba en este grupo. Ya nos había sumergido en el mundo marinero y de arrantzales con su primer disco Olaxta. En un disco posterior, con el grupo Haizea quería darle a la música vasca unos aires a lo último de Pentangle, o eso les parecía a mis oídos. Su siguiente disco, Belar hostoak (Hojas de hierba) fue uno de los más celebrados por los críticos: acompañado por músicos del grupo de rock Errobi nos brindó unas canciones que musicaban poemas de Walt Whitman y en donde se mezclaban folk, rock y jazz con su voz cálida y envolvente y nos dejaba sumergidos en un mundo vasco-americano-universal. ¿Qué podía venir después? Sus adeptos hacíamos cábalas con las cotas a las que llegaría en su siguiente disco. Cuando salió fuimos a comprarlo sin más información que su autoría. La sorpresa fue mayúscula: en Ttakun Ttakun no había una búsqueda de nuevas músicas, estilos, temas o instrumentos. No había una explosión que abriera la canción vasca a nuevos lenguajes. El disco era todo lo contrario: una introspección y una intimidad absolutas. Meses antes había muerto prematuramente el poeta Gotzon Aleman y este disco era su homenaje hecho por su amigo.
Las letras son poemas autobiográficos de Gotzon y hablan de la infancia, adolescencia y juventud del poeta; apenas llega a un punto de madurez, pero ya están presentes el aprendizaje, el amor, la búsqueda y la pérdida. Musicalmente es de lo mejor que ha producido la canción vasca. La voz de Txomin Artola, un contrabajo omnipresente que hace intemporales todas las canciones y, alternando aquí y allá, una guitarra, una percusión, una flauta, una armónica y poco más. Se completa con la voz del propio poeta recitando un par de poesías suyas con un fondo de txalaparta (la voz ttakun ttakun es usada en un poema onomatopéyico dedicado a este instrumento). Poco después de grabarlo, Txomin Artola estuvo cinco años sin dejarse ver por la escena musical vasca. Tal es el sentimiento que se dejó en esta joya de disco.
bilatze infinitoa haiz
itxasorik gabeko ibaia
lurrik gabeko euria
egunik gabeko argia
heriotzarik gabeko heriotza eternua 
(eres búsqueda infinita
río sin mar
lluvia sin tierra
luz sin día
eterna agonía sin muerte)
Podéis escucharlo aquí o aquí, pero con cuidado, estad seguros de que vuestro estado de ánimo acepta tanto recogimiento.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------Hace tres años en el blog: Farewell, Bert Jansch.Hace cinco años en el blog: In memoriam.
Y también: La ciencia española no necesita tijeras.
Y también: La historia más lúdica jamás contada (8). Una noche en la ópera.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------

Volver a la Portada de Logo Paperblog