Revista Tendencias

Tu ayuda

Publicado el 21 noviembre 2020 por Claudia_paperblog

Es curioso porque todo empezó a ir mal cuando te compraste el snowboard, tabla de snow, que dices tú. Ese finde me dijiste que necesitabas estar solo, que no fuese a tu casa. Aun así, yo me presenté a tu puerta, me tumbé en tu cama y lloré, y tú me viste llorar, pero no me abrazaste, como en Edimburgo. Vuelvo a sentir esa frialdad, no entiendo dónde habrá ido tu calidez, quién se la habrá llevado o si se habrá escondido en un rincón de tu cerebro, ese que te juega malas pasadas, que te ha quitado la sonrisa y te hace arrastrar los pies al caminar.

Te dije que había pasado unas semanas horribles porque no me hablabas igual y no querías que te llamase, tenía los dientes desgastados de apretarlos fuerte al dormir y me tranquilizaste, me dijiste que no pasaba nada, que solo necesitabas no hacer nada en tu tiempo libre, al menos ese sábado. Que querías descansar y arreglar el snowboard, planchar tus camisas el domingo por la mañana y, como mucho, ir a dar una vuelta solo por la tarde, con los últimos rayos de sol acariciando los escalones de Montjuïc. 

Te entendí y lo acepté porque debe ser duro no tener tiempo libre, acabar de trabajar cada día a las 20.30 y, al llegar a casa, no querer hacer otra cosa que dormir. Y tú dedicabas todo tu tiempo libre a cuidarme, a hacer cosas conmigo, intentabas no echarte la siesta para pasar más rato juntos, yo te llevaba de la mano corriendo de un lado a otro, siempre llegando tarde, siempre dándolo todo, yendo a fiestas, a comidas, a meriendas, a hacer unas cervezas, a museos, a eventos, a ferias, a lugares nuevos. Y tal vez nunca te gustó eso y no supe verlo, o tal vez no lo sabías ni tú. O te gustaba y, en cierto, momento, dejó de gustarte. O es que siempre te he exigido demasiado, ojalá volver atrás, y repetirlo todo una y otra vez hasta el 15 de diciembre, que nunca te fueras por Navidad, que siempre te quedaras a mi lado. Mi cabeza da vueltas, miro al techo sucio de mi piso y siento frío porque no quiero poner la calefacción.

Y eso, que te entendí y te creí, confié en que no pasaba nada, en que solo querías descansar para ir el sábado siguiente a esquiar, pero nos mentiste, a ti y a mí, nos engañaste completamente. Tú también querías creer que era solo eso. Y se sucedieron los lloros y las súplicas, luego el silencio, luego me pasaste una oferta de trabajo, a veces me preguntabas por mi abuela, yo aguanté, no te escribí y vi mi recompensa al final, ese ‘No quiero vivir sin ti’ que me sacó de las tinieblas, y la felicidad momentánea antes del derrumbe, el ojo del huracán, supongo, cualquier otro tópico valdría. Y ahí se acabó todo, ambos lo sabíamos, pero yo no lo asimilé, de modo que uno avanzó y la otra se quedó estancada. Y el día de mi cumpleaños me dijiste que me querías, ¿debo creerlo? Quiéreme siempre.

Y justo hoy te compras otro snowboard y siento que la vida es un círculo constante del que no puedo escapar. Y siento que no quiero escapar tampoco.

Te quiero, pero no sé cómo salir de aquí. Y necesito tu ayuda.

Foto de Mujer creado por wirestock – www.freepik.es

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revista