Revista Cultura y Ocio

Tú, de Charles Benoit

Por Eltiramilla

Tú, de Charles BenoitKyle Chase tiene 16 años y está muy aburrido con las clases, con las personas que conoce y con la vida en general. Tras una serie de malas decisiones, empieza a juntarse con gente que no le conviene, y a temer por las cosas que no ha hecho y por su propio porvenir.  Tras conocer al brillante nuevo estudiante Zack, la vida de Kyle se encaminará a un punto de no retorno.

La adolescencia es una mierda. Es un período en el que cargas con todas las desventajas de los niños y de los adultos sin disfrutar de ninguna de las ventajas, y mientras tanto tu cuerpo te bombardea desde dentro con hormonas que te convierten en un monstruo calenturiento y lleno de granos. Es una época de la vida que se caracteriza por la confusión, el deseo, el miedo y otras mil emociones más, pero ninguna tan fuerte como la ira. Y eso es lo que acaba siendo : una historia llena de ira y pena que va acerca de tomar decisiones. Una novelita breve que invita a más de una lectura y que ofrece mucho por muy poco. La editorial Noguer nos presenta una muy buena edición y encuadernación que nos abren el apetito para degustar una obra que al principio parece otro hijo bastardo de El Guardián entre el centeno (con hermanita adorable incluida), pero que pronto se revela como algo más con la introducción de uno de los villanos más memorables que he tenido el placer de leer en los últimos años: Zack. Un personaje brillante que se come toda escena que pisa, un cabrón encantador que hace creíble lo increíble y que cuenta con una escena introductoria que debería usarse como ejemplo en talleres de escritura. El protagonista, Kyle, tampoco está nada mal. Es un miserable y un imbécil y un huevo podrido difícil de querer, es verdad, pero es que esa es la idea. Kyle es un ejemplo de cómo no se debe actuar, de un talento desaprovechado que está hecho un lío y que no quiere a nadie porque nadie le quiere a él. Es un cretino al que dan ganas de pegarle un tortazo y un abrazo. Es un paria, y su estatus de paria se ve reflejado en lo superficial que es el “romance” que tiene con La Chica: una relación basada sólo en el deseo y en idealizar al otro sin tener en cuenta sus sentimientos. Es muy importante que entendáis que el autor no pretende que queramos a Kyle Chase, sino que le entendamos. Que comprendamos cómo un chaval normal ha tirado su vida a la basura a base de tomar una mala decisión detrás de otra. Esto lo digo a modo de aviso porque, en mi opinión, esta novela tiene un sólo fallo importante: el título. Para que nos entendamos, el título adecuado debería haber sido: Tú, si fueras un imbécil. Tengo problemas con esto por dos razones. Primero, porque vuelca demasiado la atención en la “novedad” de que el libro esté escrito en segunda persona; y segundo, porque da la sensación de que la idea es que todos nosotros somos como Kyle Chase (aunque ya he explicado que los tiros no van por ahí). Es un buen título en lo que a publicidad se refiere, pero yo creo que desvirtúa un poco el conjunto. Sólo un poco, claro, y eso siendo tiquismiquis. Y si me pongo tiquismiquis es porque hay pocas pegas que ponerle a esta obrita. La escritura es precisa y emplea el tono “gris pared con grietas y pintura suelta” que le viene como anillo al dedo a la historia que se nos cuenta. Las escenas se plantean de manera plástica a la par que descriptiva, y además tienen ingenio y cuentan las cosas desde puntos de vista originales que huyen de los tópicos que plagan la literatura realista. La estructura es sólida y la trama se abre en pequeños hilos que se juntan con habilidad en un final que, sin ser excelente, da el pego y te deja paladeando palabras al cerrar el libro. Se recurre al cliché tonto del “profesor cabrón porque sí” y se abusa de los puntos y aparte en algunos pasajes (los puntos y aparte indican reflexión y pensamiento organizado, todo lo contrario que el tren de pensamiento del adolescente medio), pero esto tampoco chirría mucho y no es más que un toque de atención a una escritura que funciona y tiene calidad para dar y tomar.

Pero lo mejor de todo, lo que convierte a en una obra digna de ocupar un lugar destacado en el vasto conjunto de la literatura juvenil, es que reafirma a la segunda persona como una manera válida de contar una historia. Porque funciona, tiramillotes, porque al final acabas olvidándote de la “novedad” y terminas metiéndote en la novela igual que si estuviera contada en primera o tercera persona. Además de ser una obra de calidad, pone material nuevo sobre la mesa y ofrece una experiencia que pocos libros ofrecen. aporta, entretiene, emociona y permanece en la cabeza una vez terminada. Y para colmo es corta y no daña al bolsillo. Leedla. Ya estáis tardando.


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