Revista América Latina

Tu piel tiene memoria: protégela del sol

Por Yasmany Zapata Perez @rexodor
Tu piel tiene memoria: protégela del solSobre este tema Granma conversó con la doctora Olaine Gray Lovio, especialista en dermatología del Hospital Clínico Quirúrgico Do­cente Comandante Manuel Fajardo
¿Cuántas personas conoces que alguna vez se han quemado en la playa buscando ese “bronceado” a la moda? Con toda seguridad muy po­cos son los que no han experimentado la desa­gradable sensación de una piel lastimada, cuyo dolor e incomodidad debiera ser suficiente para prometernos a nosotros mismos no volver a “tomar el sol” sin protección.
De hecho, los llamados “baños de sol” y la ten­dencia a los tatuajes solares, son prácticas totalmente desaconsejadas por la comunidad médica, pues la exposición prolongada al sol sin protegernos provoca daños en la piel que se acumulan día a día. Ello ocurre porque este ór­gano tiene efecto memoria, es decir, que el ex­ceso de luz solar queda registrado sobre la piel.
Sobre este tema Granma conversó con la doctora Olaine Gray Lovio, especialista en dermatología del Hospital Clínico Quirúrgico Do­cente Comandante Manuel Fajardo, quien en­fatiza en el hecho de que “el sol por principio ofre­ce beneficios al ser humano tanto físicos como emocionales. Es imprescindible para la vi­da en la tierra, necesario para la síntesis de vitamina D y ofrece sensación de bienestar”.
Pero, señala la investigadora, “el sol emite un espectro de radiaciones electromagnéticas, donde se incluye la ultravioleta, que pueden ser perjudiciales a la piel del ser humano. Estas ra­diaciones en exceso pueden producir quemaduras solares, fotoenvejecimiento, cáncer de piel y un grupo de otras enfermedades fotoagravadas o fotoinducidas por la radiación ultra­violeta”.
Precisamente, dentro de estas afecciones el cáncer de piel, por las características de la enfermedad, toma mayor importancia por su alta frecuencia en el mundo y en Cuba. En nuestro país, dijo la profesora, es justamente es­te cáncer el de más alta tasa de incidencia tanto en hombres como en mujeres.
“Existen diferentes tipos de cáncer de piel, pero los más frecuentes son el carcinoma basocelular, el espinocelular (ambos cada vez más frecuentes en edades tempranas cuando eran considerados propios de la tercera edad) y el melanoma maligno cutáneo. El primero es el de mayor frecuencia de estos tres, pero el menos agresivo, mientras que el melanoma es el de menor frecuencia pero el de más agresividad o mayor poder metastásico, responsable incluso del 75 al 80 % de las muertes por cáncer cutáneo”, explicó.
En cáncer de piel —enfatizó la doctora Gray Lovio— es importante la prevención, y el diagnóstico y tratamiento oportuno de las lesiones. Las personas deben conocer y tomar medidas de fotoprotección (todas las acciones que contribuyen a evitar el exceso de sol) y acudir tempranamente al médico en caso de sospecha de alguna lesión.
La especialista comentó que una lesión en la piel, que puede ser una lesión elevada o ulcerada, “llaga” o placa, pigmentada o no, que no re­suelve en el tiempo; o de un lunar que se mo­difica, se vuelve asimétrico, de bordes irregulares, color no homogéneo, que crece a un diámetro mayor de seis milímetros, que evoluciona, cambia, se eleva, pica o sangra debe ha­cer sospechar a la persona que se está transformando en una lesión maligna.
De acuerdo con la entrevistada, existen varias causas de cáncer de piel, pero la radiación ultravioleta es el principal factor de riesgo modificable de esta enfermedad, y por lo tan­to sobre el que más pueden orientarse las ac­ciones.
En ese sentido explicó la importancia de la fotoprotección. “Debe evitarse la exposición al sol entre las diez de la mañana y las cinco de la tarde y se aconseja caminar bajo la sombra ya que los árboles son una barrera natural contra la radiación ultravioleta. La literatura especia­li­zada plantea que nos protegen hasta en un 60 y 70 % de la radiación, cuando caminamos en zo­nas arboladas, además de lo agradable que es.
“Hay que usar sombreros de ala ancha, go­rras, sombrillas, gafas oscuras, de preferencia con filtro de protección solar. Las ropas deben cubrirnos, y mientras más cerrada sea la trama de la tela más nos protege contra la radiación. Y por supuesto, también recomendamos la aplicación de los bien llamados protectores solares. Su uso tiene que ser diario aunque el día esté nublado, porque la radiación ultravioleta llega; el filtro de protección solar debe ser mayor o igual a 30; hay que aplicarlo media hora antes de salir a exponerse al sol, y se debe reaplicar al menos cada tres horas, sobre todo si se está expuesto durante todo el tiempo a la luz solar. Del mismo modo si la piel se humedece o nos estamos dando un baño de playa, río o piscina”, refirió.
La entrevistada señaló además que los niños menores de seis meses no deben usar protector solar porque todavía en esa etapa de la vida el sistema enzimático para metabolizar y excretar estos productos no está lo suficientemente ma­duro.
Comentó la entrevistada que Cuba se en­cuentra ubicada en el trópico, zona geográfica donde la radiación ultravioleta es muy alta, e históricamente ha existido poca información y educación sobre los eventos perjudiciales del ex­ceso de sol, lo cual ha ralentizado una cultura de la fotoprotección.“Tenemos estilos de vi­da de un país tropical como ‘andar en tirantes’, y realizar mayormente actividades fotoexpuestas tanto laborales como recreativas: playa, juegos al aire libre”.
Cambiar conductas y estilos de vida lleva años. Pero el exceso de sol causa afectaciones en el ADN que son después irreversibles, por lo que las medidas deben tomarse desde las primeras etapas de la vida.
Son las personas de colores de piel más claros, dijo la experta, las más vulnerables a los efectos perjudiciales de los excesos de radiación ultravioleta.
Pero todos debemos habituarnos a realizarnos el autoexamen de piel, desde el cue­ro cabelludo hasta la planta de los pies, con es­pejo para ver espalda y periné; y debe hacerse de forma periódica. “Lo más importante es la suma de todas estas medidas. No se trata de vi­vir sin sol, sino de establecer una relación sa­ludable con él”.
Fuente: Granma

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