Revista Cultura y Ocio

Tutela y martillo / Apuntes de taberna

Por Calvodemora
Sé bien adónde conduce este vértigo. Volveré a los versos tristes, anotaré lo que se me vaya impregnando. Uno se deja abrazar, acepta el afecto, lo celebra a veces, intima con lo ajeno, fornica con las horas. Ahora, en este bar, hago que el móvil sea mi voz y la difundo y me quedo quieto, fumando con calma, bebiendo a sabiendas de que el vértigo cobra su peaje y la fiebre regresa y yo, extenuado, pienso en qué ocupar el vacío entre un maniobra y otra. Nada que no limpie el sueño. Nada a lo que yo dé mucha importancia. Las horas, persiguiéndose. Yo, tutela y martillo, registrándolas. Vivir es avanzar, aunque no progrese el paso. Vivir es dejarse ir, apreciar la mecida del aire, el pulso del aire, la voz misma del aire en la confianza de que lo escuchamos. Porque el aire cuenta su historia. La tiene. Es el mismo aire que batió las banderas de los ejércitos romanos. El que ahora despeina a la novia en la puerta de la iglesia. El que justo ahora mismo (en este instante en que lees) hace que haga frío afuera. El frío vuelve, la noche lo acoge. 

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