Revista Sociedad

Un artículo muy duro sobre la vida y la muerte

Publicado el 04 febrero 2014 por Menteinquieta @CeciliaDiazGa
Este artículo tiene dos partes. La primera, con el espíritu de Esclafettis con tomate. La segunda, con el sentimiento que emana del día mundial contra el cáncer. Pido perdón por adelantado a quien siga leyendo la segunda parte, pues este es un artículo escrito con lágrimas. Un artículo que quiero compartir entero porque me temo que se habla poco de esta verdad. La verdad de que somos vulnerables. Si no quieres enfadarte, querido lector, si tienes la lección aprendida a conciencia, no sigas leyendo, quédate solo en la primera parte, la de antes de la imagen del lacito. Porque la segunda parte de este artículo quizá me haga que me veas como un monstruo, agorera y despiadada. Porque vas a leer algo que no debería ser verdad. No debería existir jamás.
Primera parte:Escribo llena de esperanza en un día como hoy, el día mundial contra el cáncer. Esperanza de que cada vez haya más personas concienciadas de una realidad. La realidad de que nuestra salud es cosa nuestra, del día a día.
Todos sabemos que es bueno comer fruta y verdura cada día, comer sano y suficiente, beber agua, hacer algo de ejercicio y vivir en paz, sin demasiados sobresaltos. ¿Y esto cómo se consigue? Poquito a poco, a base de avanzar, tropezar y levantarse, seguir adelante. No queda otra si queremos ganarle la batalla al cáncer. Este es el camino. Suena fácil de decir, pero es más fácil de hacer de lo que parece. Es cuestión de tomar pequeñas decisiones cotidianas que nos beneficien, hasta que los malos hábitos vayan desapareciendo. Tenemos toda la vida para lograrlo y cualquier momento es bueno para comenzar.
Así que mucho ánimo!!
Un artículo muy duro sobre la vida y la muerte
Segunda parte:Si has pasado a leer esta parte, es bajo tu responsabilidad. No aceptaré represalias porque ya he avisado. La primera parte a mi parecer ya está comenzando a desgastarse. Se le empieza a notar cierto aire de viejo y empieza a perder significado desde hace tiempo. Porque no conseguimos aprender de nuestros antepasados. Porque cuando sentimos dolor intentamos ver para otro lado. Evitarlo solo lo pospone. Hay que enfrentarse a él, ganarle la batalla antes de que ataque. Porque su ataque será a vida o muerte. Esto que explicaré es el sentido que le veo a mi vida, esa es mi vocación. Y sí, la verdad duele. Pero más duele el diagnóstico de un oncólogo en este caso. Mi abuela me educaba diciéndome: "Quien bien te quiere, te hará llorar". Y luego me castigaba sin salir o me prohibía ver los dibujos.
Una parte de mí, en los momentos de debilidad, hace esta reflexión:
 ¿Por qué hay personas que no parecen valorar su salud?¿Por qué hay personas que no se cuidan?¿Tan difícil es encontrar tiempo para hacer algo de ejercicio y moderar el consumo de grasas?
Otra parte de mí hace esta reflexión:¿Por qué no aprendemos a respetar las decisiones de los demás aunque se estén equivocando?¿Por qué intentamos ayudarles sin que nos lo pidan?¿Por qué sacrificamos nuestra calma por personas que no piensan como los que sí hemos aprendido la lección?
La lección que aprendí fue que no hay excusa para no cuidarse. Y me gustaría que cada vez más personas fueran más conscientes de esa realidad. Que la salud es frágil y hay que cuidarnos. Un día se está sano y al otro día nos hemos resfriado. Un día estamos bien y al siguiente nos atropella alguien que iba despistado al volante. Y por eso me cuesta tanto concienciarme de la otra parte, la de respetar las decisiones de los demás. Pero duele demasiado.
La vida es frágil. Luchamos para ganar tiempo a la muerte sin ser conscientes de que ella tiene las de ganar. Que nos ha dejado otro día disfrutar de lo que amamos, ilusionarnos por hacer algo bueno y sonreir.
Hoy es el día mundial contra el cáncer. Y por eso os vengo a contar una historia cargada de tristeza. 
Su padre murió de cáncer. Y no, no fue casualidad ni mala suerte. La suerte para bien o para mal existe poquísimas veces. Fue humano, como tantos otros, y jugó con su salud, burlándola. Tomaba como unas 10 pastillas al día antes de diagnosticarle un cáncer de páncreas en fase 4. Luego sustituyó las pastillas por morfina para el dolor y en un mes se fue apagando. Su hija no fue capaz de ir a visitarle a casa. Porque sabía lo que le hervía dentro. Había mucho amor, pero el amor se tornó en odio e impotencia. Porque amor y odio son las dos caras de una misma moneda.
Ella con apenas 20 años de edad, le necesitaba vivo y él no se cuidó. Jugó demasiado y ganó muchas veces. Se salvó de varios infartos de corazón, se salvó de un desprendimiento de retina, de multitud de hospitalizaciones durante toda su vida. Obesidad mórbida y alcoholismo, ponía en su historial médico. Y en el fondo fue el que enseñó a su niña a amar. El que la arropaba por las noches dándole un tierno beso mientras su madre dormía 18 horas al día a causa de la medicación para la psicosis.
 Hay días en que vuelve a ser una niña. No puede más y se derrumba. Hay días en que le entra el pánico y se acobarda. Hay días en que no le apetece sonreir y no querría saber amar. No querría amar a nadie. Vivir su vida y hacer realidad sus ambiciones sin sufrir por los demás. Quizá tenga un trauma, quizá no sepa hacer borrón y cuenta nueva y vivir el presente. No lo sé. Lo que sí sé es que un gesto como el hecho tan simple de tomar fruta y verdura y salir a caminar salva vidas. Algo que parece tan insignificante y tonto, salva vidas. Vidas anónimas como la suya. Vidas que se repiten porque creemos que no nos pasará a nosotros. Que nosotros somos más listos, más fuertes, mejores.
Pero señoras y señores, lo más inteligente no es aprender de los propios errores, sino aprender de los errores de los demás. Porque quizá cuando nos ocurra sea demasiado tarde.
Gracias. Sed libres de comentar y desahogaros. Pues nadie se libra de tener algo de pena y fragilidad.

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