Revista Filosofía

Un conflicto psíquico por la falta de respuesta.

Por Andi

Se sabe que los funcionarios suelen recibir entrenamiento para afrontar a la prensa, incluso para convencer de algo poco convincente. Hernán Lorenzino es entrevistado por una periodista extranjera. Se lo ve respondiendo inicialmente con soltura, reiterando argumentos conocidos de logros económicos.

Pero la periodista decide enfrentar. Ante la pregunta concreta sobre la inflación -tema evidentemente complejo- el ministro responde algo dubitativo, con cierta cifra.

La periodista insiste pidiendo aclaración y el ministro se muestra molesto, sin aceptar que su respuesta pueda ser cuestionada. Pareciera paralizado y desconcertado. Aquí parece quebrarse la aparente solidez inicial y el ministro pide tregua. "Apague la cámara", pide. Busca ayuda, se quiere ir.

En su actitud podría inferirse que frente a la exigencia no puede sostener una palabra o una cifra por carecer de argumentos, fortaleza emocional o adecuado entrenamiento.

Socialmente, se espera que un funcionario tenga, frente a la realidad, la capacidad de representar el rol acorde con la responsabilidad asignada.

En un momento económico complejo, la pregunta por la inflación representa una exigencia adaptativa para el yo y un conflicto psíquico. Si no tengo una respuesta convincente, la pregunta puede tornarse estresante, generando ansiedad y angustia.

El estrés presenta tres alternativas: enfrento, me escapo o me paralizo. En la serie Lie to me, el investigador observaba los gestos para analizar si la persona mentía. En la actitud de Lorenzino, el quiebre no es sólo gestual. Es conductual. Se quiebra en su rol de funcionario y sujeto adulto porque fallaría al legitimar sus dichos sosteniéndolos con hechos convincentes


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