Revista Cultura y Ocio

Un día de calor perfecto

Por Calvodemora

Un día de calor perfecto
Fotografía: Slim Arons
Si hubiese un árbol a la derecha, la fotografía sería perfecta, incluso lo que la fotografía cuenta sería perfecta también. Se está perdiendo la rotundidad de ciertas palabras. Nos han sido arrebatadas, se han puesto al servicio de los contextos equivocados Perfecto es una de ellas. Es de las pocas palabras que tiene un sentido terminativo, de obra finiquitada y exenta de error, una de ésas que se ocupa por sí sola de no permitir que se frivolice con ella o que se banalice su empleo. Si yo digo que ha sido un día perfecto o que la película que acabo de ver es perfecta no habrá nadie que dude de la convicción de mis palabras. Si ahora digo que ha sido un día de calor perfecto, todos imaginaremos que ardió la calle y que yo andaba por ella, errático y perplejo, convencido de que el infierno se ha convidado a pasear las aceras y malograrnos la existencia. Hasta puede que dé lo mismo disponer de una piscina, incluso una cerca del mar, en la que se refleje el sol y circule una brisa consoladora. El calor se lleva adentro como quien padece de una enfermedad crónica y sabe que no se podrá deshacer de ella hasta que la palme. Es el calor antiguo, el conocido, pero nos ajusticia cada verano, nos hace ver quién manda, nos retira a nuestras casas a cobijarnos bajo el split (eso quien tenga casa y tenga split, que aquí entra en circulación otra historia). Da igual que lo hayamos sufrido antes. Se aprende cada año a soportarlo. Como si fuese nueva la experiencia y no valiese de nada el acervo de enseñanzas anteriores, toda la rica y penosa experiencia térmica del pasado. Sólo renueva uno la confianza en el porvenir cuando se zambulle en el agua. En ese instante único, el cuerpo se reconcilia con el cosmos, la mente se limpia de todas las toxinas que le han ido devorando sin piedad y el alma, ah el alma, el pobre alma se siente reconfortada, aliviada, convertida de pronto en la agasajada de la fiesta, en la reina del universo, en la emperatriz del éter, en la suprema diosa de la creación misma. Mientras dura el baño, el mundo gira. Se para al salir, se nota incluso que se ha detenido. Hoy lo prueban si les atenaza el calor y tienen a mano una buena piscina o el chorro bendito de una alcachofa de ducha en su cuarto de baño. Buenas noches.

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